La semilla del Reino, una energía nuclear. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 31-35

EVANGELIO
El grano de mostaza se hace un arbusto y vienen los pájaros a anidar en sus ramas

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente:
-«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»
Les dijo otra parábola:
-«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada.
Así se cumplió el oráculo del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»

Palabra del Señor.

La semilla del Reino, una energía nuclear.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Transcripción de fragmentos de la exposición de Jorge Atienza (Encuentro GBG Cullera, Valencia):
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La más pequeña… es como a veces nos sentimos en la vida. Es nuestra insignificancia. Lo experimentamos en las complicaciones de la vida que nos superan o a veces ante los gigantes: Las modas o las fuerzas sociales. Todo esto suscita la sensación de pequeñez. ¿Cómo salimos de ahí, de esa sensación de pequeñez? O más aún, de vernos insignificantes ante tales gigantes.

Jesús nos propone un componente opuesto que choca frontalmente con estos gigantes: el Reino de los Cielos. Se produce una energía nuclear, un choque que provoca una implosión (desmorona lo de dentro), para producir inmediatamente después una explosión hacia fuera que genera vida. El Reino desata energía de vida. Desata a todos los que se sienten insignificantes. El Reino de los Cielos: astronómico, sempiterno, soberano, invencible, inagotable, glorioso, incorruptible… procede incomprensiblemente como lo hace la más diminuta de las semillas, la mostaza. Es la vuelta al Génesis. La parábola es la recreación. El Reino viene a recrear la Tierra.

En esa intervención silenciosa del Reino de los Cielos con las fuerzas de la Tierra, el Reino no destruye la Tierra, extiende sus raíces en ella para que dé fruto. El Reino no ve la Tierra como rival, sino como huerto. Sembrado en ella se hace útil. Todo lo que la vida necesita para producirse es una rendija de luz.

Una vez que el Reino es sembrado, nadie lo detiene.
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¿Qué consecuencias tendría si sembramos la voluntad de Dios para el matrimonio en nuestras vidas? “Anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo”: La Creación del matrimonio está en el Génesis y la re-creación en Cristo. Descubramos la perla escondida, y sembremos esa semilla en nuestra vida. Puede que nos produzca sufrimiento en muchos momentos, puede que nos exija cargar con la cruz, pero lo importante es que “Él hace proezas con su brazo, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”. Lo hemos visto ya en la historia: Un santo puede más que una ideología; un mártir, más que un imperio. ¿Qué potencia tiene la fuerza nuclear de Dios haciendo santo nuestro matrimonio? ¿Haría santos a nuestros hijos? ¿Cuántos podrían salvarse, cuántos convertirse, cuántos alabar a Dios, cuántos ser felices, cuántos… ?

Esa fuerza nuclear de la unión en el matrimonio, que derriba nuestro interior, todas nuestras leyes y seguridades, que hace nuestro yo elástico y lo estira y lo ablanda, para poner en su lugar la voluntad de Dios. Esa fuerza que ensancha nuestro corazón haciendo llegar nuestro amor hasta lugares insospechados. Esposa, esposo, ¡hagámoslo realidad!, amémonos como Él y el milagro se producirá: “Basta para que todo fermente…”

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

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