EVANGELIO
Quien cumpla y enseñe será grande
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor.
No cambia.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
En este Evangelio, el Señor nos hace ver la responsabilidad que tenemos especialmente ante nuestros hijos, pero no sólo ante ellos, sino ante todo nuestro ámbito de influencia. Deberíamos ser imagen de Dios, nuestra comunión debería vivirla a Su imagen, y si no, como decía algún autor un poco más drástico, estamos siendo falsos profetas. Y no le falta razón.
Dice el Papa Francisco en Amoris Laetitia, que “259. Los padres siempre inciden en el desarrollo moral de sus hijos, para bien o para mal. Por consiguiente, lo más adecuado es que acepten esta función inevitable y la realicen de un modo consciente, entusiasta, razonable y apropiado”. “A mí me lo inculcaron así”, podría decir alguno hablando de la educación que ha aquedado arraigada en nosotros. Dios nos ha dado autoridad sobre nuestros hijos, pero no para enseñarles lo que nos dé la gana, o “inculcarles” valores inventados o fruto de nuestro pensamiento del momento o de una ideología.
Es mi responsabilidad, recoger primero las verdades de Dios, para administrar mi autoridad convenientemente. Él ha venido expresamente a enseñarnos, a hacernos comprender una verdad inmutable, que no depende de modas ni de modernidades. El avance del tiempo debe ayudarnos para profundizar más en la verdad revelada (iluminados por el Espíritu Santo), no en inventarnos una nueva; porque la verdad de lo que hace bien al hombre es una, la conoce el Creador, y esa, no cambia. No cambia la Indisolubilidad del matrimonio, no cambia la relación hombre-mujer, no cambia la felicidad como fruto de la santidad, no cambia el sufrimiento como fuente de amor y de redención, no cambia el amor a los enemigos, ni la humildad, ni la mansedumbre como elementos básicos del amor. No cambia el perdón como sustento del amor, ni el “he venido a servir y no a ser servido”, “el que se humilla será enaltecido”, “al que te quiera quitar la capa dale también la túnica”… Y todo esto son enseñanzas que tengo que vivir como esposo en mi matrimonio, para enseñárselas a nuestros hijos. Así Dios, nos hará grandes en el reino de los cielos.
Madre,
Es mucha la responsabilidad, y necesitamos mucho de la ayuda de Dios. Necesitamos ser muy fieles a la oración, a la Eucaristía, y a nuestro Sacramento matrimonial, para recibir Su gracia. Qué cerca ha querido estar Dios de nosotros. Alabado sea.