Esposos que bailen. Comentario para Matrimonios: Mateo 11, 16-19

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EVANGELIO

No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

«¿A quién se parece esta generación?

Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:

“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

Palabra del Señor.

 

Esposos que bailen.

Si no vivo según lo que pienso, acabo pensando según como vivo. En el matrimonio, cuando no respondo a la llamada a la santidad que Dios me hace, me sumerjo en una queja constante, porque no experimento una vida que me satisfaga. Así que, echo la culpa de mi insatisfacción a mi esposo. No puedo conformarme con una fe de estantería ni con un matrimonio de “vivir bajo el mismo techo y compartir unos hijos”. Mi fe es para vivirla en mi matrimonio y en mi familia. Mi fe tiene que dinamizar ese matrimonio que no baila, y llenarlo de esperanza y caridad.

San Juan Pablo II nos pone metas altas, habla por ejemplo de “la plenitud de la intimidad de las personas”. ¿Trabajamos para conocernos a la luz del Espíritu Santo, en la verdad de lo que somos para alcanzar la plenitud de esa intimidad? Ahí encontraremos la paz, la estabilidad. ¡Queremos de eso!, hemos sido creados para eso. ¡Esposos! San Juan Pablo toca y no bailamos.

 

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: ¡Uy! De santidad en el matrimonio no me hables, que yo no tengo madera de santo. Eso no es para mí. Yo poco a poco, a mi ritmo.

Marta: Paco, todos estamos llamados a la santidad. Tú y yo también. No rebajemos el listón, no rebajemos nuestra vocación a una mera convivencia cargada de tareas cotidianas. Dios nos llama a algo grande, creativo, ilusionante. Exigente, sí, pero porque tiene un valor inmenso.

Paco: Me lo estás vendiendo muy bien, pero luego, a ver quién es el guapo que lo vive…

Marta: Si te cierras, seguro que no lo vivimos. ¡Abrámonos al poder del Espíritu! ¡Creamos que para Él es posible!, dejémonos hacer.

Paco: Nos ayudamos ¿Vale?

Marta: Trato hecho. A tope los dos confiando en la Gracia.

(Paco y Marta llegaron a vivir lo que nunca hubieran imaginado que fuera posible vivir. Era el hermoso plan de Dios para ellos.)

 

Oración:

Señor, envíanos tu Espíritu. Que Tu carne nos dé la fuerza y Tu sangre nos purifique. ¡Prende fuego en nuestros corazones! No queremos vivir un sucedáneo de matrimonio. Queremos ser “discípulos de la sabiduría”. San Juan Pablo II, ruega por nosotros

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