Como cuando éramos novios.
Hoy vemos a Jesús que pasa toda la noche hablando con el Padre.
¡Cuánto amor! Eso parece que sólo lo harían unos recién ennoviados. ¡Cuánto tenemos que hablar los esposos entre nosotros y juntos con el Padre!.
¿Alguna vez os habéis quedado sin dormir por aprovechar para hablar y estar juntos? ¿Cuánto hace de eso?
Hoy Cristo es un ejemplo para nuestro amor de comunión: el diálogo, la escucha, la obediencia, entrega… Todo esto nos lo enseña hoy.
Cristo y el Padre hablaban de nosotros de ti y de mí… De los que le seguían entonces… Y de entre todos ellos eligieron una representación del hombre: el traidor, el amigo fiel, el vanidoso, celoso y apasionado…
Ya sabía que uno le traicionaría y otro le negaría… conocía muy bien la debilidad del hombre por eso vino, para salvarnos. Dios nos dio vida en Él, perdonándonos todos los pecados. ¿Por qué no aceptar nuestras culpas? ¿por qué no aceptar las debilidades de mi esposo/a? ¡Bendita humildad!
Así que ya que hemos aceptado a Cristo Jesús, el Señor, procedamos según Él: dialogando con nuestro esposo (genérico), escuchándole, obedeciéndole, entregándonos… dejándonos construir. Te lo pedimos Señor.
Muéstranos la importancia que tiene hablar contigo, tocarte, porque hay han fuerza que sale de Ti y lo cura todo.
Gracias, Señor, por estar en la Eucaristía, donde podemos tocarte.