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EVANGELIO
Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».
Él le dijo:
«Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor.
De los buenos, santos.
Dios tiene deseos de llevar a los hijos de buena voluntad cada vez más adelante. Dios quiere hacer de los buenos, santos.
La Palabra de hoy nos habla de esa santidad que se alcanza por el camino del amor y que no tiene nada que ver con los criterios humanos. Una ley de Dios que para algunos es locura, que otros rechazan con desprecio por soberbia y que otros acogen como el camino de su vida. Luego vienen las consecuencias de la elección de cada uno. Bienaventurados aquellos que acojan la ley de Dios y la cumplan.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Martín: Carmen ¿por qué lloras?
Carmen: Por Teresa, nuestra hija, que no quiere quererme.
Martín: ¿Y eso?
Carmen: Porque dice que no he tenido suficientemente en cuenta el sufrimiento que pasó con lo de su hermano y no me lo quiere perdonar. No quiere saber nada de mí. Es cierto que ha sido mucho su dolor, y es verdad que podría haber actuado de otra manera, pero lo que me duele es lo que va a sufrir ella por no querer seguir el camino del amor. Cuánto daño se va a hacer a sí misma y a todos los de su alrededor.
Martín: ¿Y tú qué vas a hacer?
Carmen: Seguir queriéndola hasta donde me deje.
Martín: Otra cualquiera no lo consentiría, pero tú, que estás llena del amor de Dios, la excusas y sigues queriendo amarla y deseando que ella te ame a ti. Te admiro, Carmen. Bienaventurada tú que has creído en la ley de Dios.
Madre,
El camino del amor es el único que nos sana y nos salva. Que no esperemos a que el otro actúe como pensamos que debería hacerlo para amarle, sino que excusemos como nos solemos excusar a nosotros mismos y amemos como Dios nos ama. Alabado sea Dios que nos muestra la Verdad del Amor.