EVANGELIO
Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa
Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»
Palabra del Señor.
¡Fuera desesperanza!
Todos los matrimonios hemos sido llamados a la Santidad, y no nos lo creemos. El mayor problema de muchos matrimonios de fe es la falta de esperanza. Lo que nos dicen es que es muy difícil, que poco a poco… a su ritmo. Además tienden a pensar que el otro no responde como debería, y eso lo hace imposible.
Falta de esperanza. No entienden que no son ellos quienes lo hacen, ¡es el Señor!. Por tanto, avanzaremos al ritmo del Señor, no al nuestro. San Pablo en la primera lectura nos sorprende con la siguiente afirmación: “De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo” (1 Cor 1, 8). Impresionante. Que se nos grabe en la cabeza y en el corazón: “NO CARECÉIS DE NINGÚN DON”. No falta que vuestro marido o vuestra esposa se convierta, o que dejéis de ser tan orgulloso o, ¡atención, no nos falta tiempo!. Tenemos todo lo que necesitamos para ser santos en nuestro matrimonio.
Lo vemos como algo tan inalcanzable… nos hemos desengañado. ¿Por qué no hemos conseguido avanzar lo suficiente? Precisamente porque hemos creído que lo conseguiríamos con nuestros esfuerzos. Esa es justo la buena noticia, que no somos nosotros, es Dios quien lo hace. Nuestro matrimonio es algo tan GRANDE que es imposible para nosotros. Nos supera. Pero nos dice San Pablo: “Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!”. ¿Por qué dudamos que Él nos hará matrimonios santos?.
Entonces ¿Tenemos que quedarnos esperando a que Dios lo haga? No. Jesús nos dice “Vigilad” no es para unos pocos, sacerdotes o monjas, nos lo dice a todos. No sea que cuando llegue inesperadamente nos encuentre dormidos. Es ese ansia de Dios en el corazón la que nos mueve, no depende de falta de cualidades o dones. Aprovechemos que hoy empieza el Adviento para convertirnos. Dice la primera lectura: “jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti que hiciera tanto por el que espera en él”. Y esa es la clave, esperar en Él. Estar seguros que lo hará.
Invoquemos su nombre. Vayamos a diario a la Eucaristía, para pedirle una y otra vez al Esposo que haga nuestro matrimonio a imitación del Suyo. Alabémosle cuando el sacerdote lo eleva en la consagración. Ahí está el maestro Esposo. Pidámosle, encomendémonos a Él. Vayamos juntos, oremos juntos, leamos juntos y pidámosle incesantemente por nuestra unión conyugal. Él nos quiere santos.
Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/
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