Archivo por meses: junio 2025

Señor, queremos seguirte. Comentario para matrimonios: Mt 8, 18-22

Abierta la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8,18-22

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo:
«Maestro, te seguiré adonde vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
Otro, que era de los discípulos, le dijo:
«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».
Jesús le replicó:
«Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».

Señor, queremos seguirte

Tantas veces el pasado nos frena, impide que estemos cerca del Señor porque nos anclamos en lo que hicimos, en lo mal que durante tantos años vivimos nuestro matrimonio; en los miedos de volver a caer. Nos miramos a nosotros mismos, a nuestras fuerzas, a nuestras ideas y planes. Nos lamemos las heridas. Y perdemos la esperanza.
Hoy el Señor nos dice que dejemos atrás nuestros “muertos”, nuestras malas experiencias, nuestros pecados y faltas de amor y delicadeza; y que le miremos a Él. Que volvamos a empezar de nuevo, con renovados deseos de vivir nuestro matrimonio como el Padre lo pensó. Ahora es distinto porque vamos de su preciosa mano, llagada por amor; y con la ilusión de haberle encontrado. Si, Señor, queremos seguirte y no quedarnos atrás enterrando nuestros muertos.
Que ilusión más grande andar este camino contigo. Bendito seas Señor, Tú eres nuestro Amor.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Sara: Esposo, te veo triste.
Juan: Si. Es que a veces recuerdo los años que hemos perdido en la destrucción de nuestro matrimonio, lo que nos hemos hecho sufrir, y me apeno.
Sara: Es verdad, hemos pasado años muy duros. Pero ahora, con esta mirada nueva que tenemos el uno sobre el otro, con esta ilusión de construir nuestro matrimonio, y con esta Presencia de Jesús en nuestras vidas, la verdad es que cada día sólo deberíamos llenarlo de alabanzas y acciones de gracias al Señor.
Juan: Gracias Sara. Cuanto me ayudas. Ya sabes que tengo un carácter un poco melancólico y me da la impresión de que el demonio mete el dedo ahí para hacerme perder la ilusión y la esperanza.
(Y Juan y Sara volvieron a mirar al Señor, a seguirle por el camino, cantando y alabándole. Ilusionados con su llamada a vivir la Caridad conyugal).

Madre,

Ayúdanos a mirar a Jesús, a ilusionarnos cada día con el precioso camino que Él nos ha abierto para vivir nuestro matrimonio como el Padre lo pensó. Alabado sea por mostrárnoslo.

Escucha, escucha. Comentario para matrimonios: Mateo 16, 13-19

Abierta la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

Escucha, escucha.

Tú eres el Mesías, el Salvador, el hijo de Dios. Señor, ¿y quién soy yo para ti? Y rezo que me dices: “tú eres hijo de Dios en mí y tu misión es la mía. Porque te amo infinitamente y te quiero hacer uno conmigo. Así tu misión será entregarte conmigo, buscar sólo la voluntad del Padre, amar como yo amo… y así salvaremos al mundo”. Pero Señor, ¡eso parece muy elevado! “Claro, porque tú eres nuestro hijo, hijo de Dios, llamado a vivir eternamente con nosotros, llamado a amar como nosotros amamos, así que ¿cómo no vas a estar llamado a algo `tan elevado?`” ¡Entonces a eso me llamas!, ¡qué maravilla! Y, ¿cómo lo hago? “Escucha, escucha mi Palabra, y ponla en práctica, niégate a ti mismo, abraza la cruz de cada día y sígueme. Con oración, sacramentos y sacrificios no dudes que lo conseguiremos.»

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Ana: No puedo más. Lo intento pero no puedo. Es que no me escucha, va a lo suyo, no me ayuda y estoy desbordada… Y encima nuestros hijos ya están aprendiendo a hacer como él, a pasar de todo. No sé qué hacer, si darle un ultimátum, o dejar unos días de hacer yo las cosas, ya verás lo que se encuentra…
Tutores: Ay Ana, siento mucho lo que estás sufriendo. Por favor, ponte ante el Señor, ponte ante la Virgen, y a ver cómo lo harían ellos.
Ana: Bueno, ellos son Dios y la Virgen. Además, San José no era como mi esposo.
Tutores: San José no era como Juan pero nosotros sí somos pecadores y el Señor nos quiere, nos disculpa, nos espera, nos ama,… Rézalo por favor y lo hablamos.
(Al día siguiente Ana llama a sus tutores…)
Ana: ¡Mil gracias! Me he puesto a los pies de la Cruz y he mirado al Señor. ¡Él me ha dado todo, su vida, me ha perdonado tanto! Y sé que me pide que ame a Juan, que le disculpe y que aprenda a amar de verdad. Me miro mucho a mí misma y el Señor sólo estaba pendiente de los demás. Juan está pasando por momentos complicados, está muy agobiado, no se da cuenta que necesito su ayuda. Así que se la voy a pedir con cariño. Y donde él no llegue, pondré yo mi amor. Me va a costar, porque tiendo mucho a mirarme el ombligo,… pero sé que con la ayuda de Dios, a tope con oración, con la fuerza de la Eucaristía y de nuestro sacramento, lo voy a conseguir.
Tutores: ¡Qué bien, Ana! Y así, tus hijos verán a su madre amando a su esposo en su debilidad, y ese testimonio vale más que todo. Esos sacrificios de entrega por tu esposo, “por Cristo, con Cristo, en Cristo”, por vuestro sacramento del matrimonio alcanzan un valor eterno y son fuente de gracia y del amor de Cristo para vosotros.

Madre,

Por favor, ayúdanos a escucharnos y a entregarnos como vosotros lo hacéis, sin mirarnos a nosotros mismos. Por Cristo, con Él y en Él. Alabado sea Cristo crucificado.

Esclavos del Corazón de María. Comentario para Matrimonios: Lucas 2, 41-51

Abierta la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Esclavos del Corazón de María.

Leyendo este Evangelio estamos seguros que José y María, en ningún momento, se echaron en cara de quién podría ser la “culpa” de haber perdido al Niño sino que, a pesar de su angustia, lo buscaron unidos. Cómo necesitan nuestros hijos (y todas las personas que nos rodean) vernos siempre unidos, como esposos que somos, haciendo la voluntad del Padre. Ellos aprenden más con nuestro testimonio de vida de fe que con lo que les podemos decir.
Hoy se conmemora el Inmaculado Corazón de la Virgen María. Ella, la más pequeña entre los pequeños, pero a su vez la más grande porque fue la Madre de Dios hecho hombre. Debemos aprender a ser esclavos de la Esclava y, al igual que Ella, buscar en todas las circunstancias cuál es la voluntad de Dios.
Los esposos podemos hacernos esclavos de nuestros cónyuges para así crecer en humildad, no para imponer nuestro criterio sino porque, sabiéndonos mediación del Espíritu Santo el uno del otro, buscamos la comunión y ¿qué mejor forma de alcanzarla que entregarnos y entregar nuestro matrimonio a Ella?
Ella fue el primer tabernáculo, la que acogió al Señor desde lo más profundo de su ser y su Corazón y, por tanto, nuestra mejor maestra para poder saber cómo hacerlo. Como decía San Luis María Grigñion de Montfort en su “Tratado de la Verdadera Devoción”: María es el camino más fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a Jesús. Por este motivo, os invitamos a todos a que os consagréis a Ella, para abandonaros plenamente en Ella y así dejar que Ella nos lleve al Señor.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Dani: He pensado que este fin de semana podemos hacer una escapada a la playa ¿qué te parece?
María: (Ella piensa por dentro: habíamos comentado que, como iba a hacer mucho calor, podíamos pasar un día agradable haciendo una excursión por la montaña.) ¡Qué buen plan cariño! Miraré los bañadores y las toallas, para que lo tengamos todo preparado.
Dani: No sé si soy yo, pero últimamente, me da la sensación que me das la razón en todo… Antes siempre discutíamos porque no nos poníamos de acuerdo con los planes.
María: Tienes razón Dani, es que… hace un mes, hice mi consagración a la Virgen y estoy intentando vivir como Ella. Antes de actuar, rezo cómo lo haría o diría Ella y, la verdad, es que cada vez me cuesta menos y estoy más feliz.
Dani: Yo lo he intentado un par de veces, pero me cuesta mucho seguirlo, me desanimo y acabo dejándolo…
María: ¿Qué te parece si hacemos juntos la consagración?
Dani: Pero, si tú ya la has hecho ¿vas a repetir?
María: ¡Claro! Primero porque deberíamos consagrarnos cada día y, segundo, porque hacerlo juntos me parece precioso, así tenemos más momentos de oración juntos.

Madre,

Ayúdanos a ser tus esclavos, para así poder tener un corazón como el tuyo en el que podamos guardar y rezar los planes que el Señor tiene para nuestro matrimonio.

Busquemos al perdido. Comentario para Matrimonios: Lucas 15, 3-7

Abierta la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 15, 3-7

En aquel tiempo Jesús dijo esta parábola a los escribas y fariseos. ¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.» Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.

Busquemos al perdido.

En la vida matrimonial, también hay “ovejas perdidas”. A veces no se trata de grandes faltas, sino de momentos en que uno de los esposos está “desconectado” de su esposo/a porque se ha sentido herido o incomprendido por el otro y se ha refugiado en su yo, sintiéndose víctima del otro.
Esta parábola del Buen Pastor nos invita a los esposos, a salir siempre de nuestro orgullo y egoísmo e ir al encuentro del que está “desconectado” y no sabe o no ve como volver…
El Señor nos pide que siempre tendamos puentes, que siempre busquemos la comunión, que no nos cansemos de perdonar sin condiciones y de pedir perdón
Y cuando actuamos así cuando se restablece el lazo, cuando se reconcilian las heridas y se reencuentran las miradas… también hay fiesta en el cielo. Porque no hay alegría más grande que el amor que vuelve a casa después de haberse extraviado.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Paloma: (Entrando en casa muy nerviosa después de un duro día de trabajo) Alfonso ¿has hecho lo que te pedí?
Alfonso: lo siento cariño, no he tenido ni un segundo hoy.
Paloma: Siempre lo mismo; nunca tienes tiempo para lo que te pido yo; seguro que sí que has tenido tiempo para ir a ver a tu madre y hacer tus cosas. Estoy muy harta. Eres un pedazo de egoísta. (Paloma pega un portazo y se encierra en el cuarto).
Alfonso: (Viendo que su esposa está nerviosa reza por dentro) Señor, ayúdame a ver a Paloma con tus ojos. Ayúdame a comprenderla y, sin juzgarla, saber que, cuando menos se lo merece, como ahora mismo, es cuando más me necesita; dame fuerzas para ir a su rescate.
Alfonso: (Deja un tiempo prudencial y va a la puerta de su cuarto) Cariño, perdóname, ya sabes que soy un poco desastre y me organizo muy mal y por eso no me ha dado tiempo a hacer lo que me pediste, pero te aseguro que mañana lo hago sin falta.
Paloma: (Saliendo ya del cuarto) Bueno, perdóname tú. He venido muy nerviosa y lo he pagado contigo. No sabes lo que me ayuda que, cuando estoy que no me aguanto ni yo, en vez de meter cizaña, seas comprensivo y vengas en mi rescate.
Alfonso: esa es mi Palomita.
Paloma: Llevábamos varios días sin hacer oración conyugal y esto se nota enseguida. Esta noche, sin falta, reanudamos nuestra oración. ¿Te parece?
Alfonso: por supuesto que me parece. Muchas gracias por recordármelo.

Madre,

Ayúdame a aprender a amar nos pide tu Hijo, saliendo al encuentro de mi esposo/a una y otra vez, aun cuando menos se lo merece. De Tu mano el amor siempre puede ser reencontrado. Alabado sea Dios que es Amor.

 

Pastor y pasto. Comentario para Matrimonios: Mateo 7, 21-29

Hoy se abre la inscripción de la peregrinación a Fátima: haz click AQUÍ

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán:
«Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?».
Entonces yo les declararé:
«Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad».
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como sus escribas.

Pastor y pasto.

Como esposo me cuesta “poner en práctica” sus palabras. En la práctica “me pongo a mi” interpretando su palabra, exigiendo a mi esposo “en nombre de Jesús” lo que debe o no debe hacer. Qué “sutil” diferencia y qué ruina para mi matrimonio.
Y es que puedo llegar a pensar que, por seguir a Jesús como pastor, conozco qué es lo mejor para mi esposo e hijos, olvidándome que Jesús sobre todo es “pasto”, es el alimento que hace germinar su palabra en mi corazón y permite que en la práctica sea Él quien acude al auxilio de mi esposo a través mío.
Dejemos de atrincherarnos en nuestras certezas y abrámosle el corazón en la oración. ¡Que nos conozca!

Aterrizado a la vida matrimonial

Almudena: (mirando a su esposo con cariño) Hoy, mientras rezaba, Jesús me inspiró una idea muy fuerte al corazón… A veces siento que intento ser yo la que dirige todo en nuestra familia, como si supiera exactamente lo que Dios quiere que tú hagas.
Luis: (sorprendido) ¿Y eso te molesta?
Almudena: No es que me moleste… pero me doy cuenta de que en vez de dejar que Dios te hable a ti, yo te hablo por Dios, como si tuviera su voz.
Luis: (pensativo) Yo también lo he sentido, no te voy a mentir. A veces tus palabras me suenan más a una orden que a una ayuda. Pero sé que lo haces creyendo que es lo mejor para mí… e intento entenderte.
Almudena: Lo siento mucho… estoy aprendiendo que seguir a Jesús no es tanto “guiarte”, sino dejarme transformar por Él. Que mi oración no sea solo pedir por ti, sino también alimentarme de Él y dejar que Él actúe a través de mí.
Luis: Me gusta eso… que Jesús no sea solo nuestro pastor, sino nuestro alimento. Tal vez si los dos nos dejamos alimentar, Él se encarga de que crezcamos juntos.
Almudena: (tomando su mano) ¿Te parece si rezamos juntos? Sin pedir cosas. Solo escuchando.
Luis: Me encantaría. Que Él sea nuestro centro, no nuestras expectativas.

Madre,

Tú que llevaste a nuestro Dios en tus entrañas enséñanos a que su palabra fecunde nuestro corazón. ¡Gracias por querernos tanto!