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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 30-35
En aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron:
«Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
Hambre sí.
Con el término «hambre» Tú, Señor, defines perfectamente lo que experimenta mi alma y podría decir que también mi cuerpo en esa necesidad de Ti y del alimento que necesito.
Al principio podía ser hambre de conocer, de la verdad, de paz interior, pero poco a poco se fue transformando en un hambre de Ti. Saciar mi anhelo inquieto de amarte y amar a mi esposo. Estar en ti, y que Tú estés en mí a través de estar en mi esposo y que mi esposo esté en mí. Y llegado a este punto, hambre de permanecer.
Primero alcanzar la unidad y después permanecer constantemente en ella.
Tengo un hambre voraz. Sáciame de Ti, Señor.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Juan: Hay una inquietud en mí que sólo se calma cuando estamos unidos.
María José: A mí me pasa igual. Qué pena que confunda mi anhelo algunas veces e intente beber de otra fuente diferente a la fuente de la unidad en Cristo. A veces confundo mis anhelos y me desvío, porque soy muy inquieta y no paro de buscar…
Juan: Yo también. Hay veces que pierdo el foco. Ayudémonos a poner las prioridades donde deben estar. ¿Te parece?
María José: Me parece bien. Focus tuus. Jajaja
Juan: Jajaja. Focus tuus.
Madre,
Hemos sido creados para la caridad. Nada más podrá saciarnos. Alabado sea el Señor que nos da esa capacidad de amar.