Archivo por meses: junio 2023

Amables para empezar. Comentario para Matrimonios: Mateo 5, 43-48

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EVANGELIO

 

Amad a vuestros enemigos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.

Amables para empezar.

Hoy profundiza Jesús en la Bienaventuranza de los Misericordiosos, que es contraria a las consecuencias que viven aquellos que tienden a mirar para los lados, y que son víctimas del vicio de la envidia o de sus hijas. Son esos esposos que tienen sed de Dignidad, porque Dios ha sembrado ese anhelo en su corazón, e intentan calmarlo haciéndose a sí mismos superiores a sus cónyuges a base de hundir su reputación.
Pero Jesús nos dice que ese no es el camino. El camino de la felicidad en el matrimonio está en amar a nuestro esposo cuando se hace mi enemigo quizás porque intenta hundirme a mí para hacerse él o ella más grande que yo.
El camino para avanzar hacia esta bienaventuranza y acoger la caridad misericordiosa que Dios quiere instalar en nuestro corazón es la amabilidad. Es por donde empezamos, hasta que lleguemos a comprenderle y amarle, entendiendo que es víctima de su envidia o de su juicio hacia mí para satisfacer su anhelo de dignidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Paco: Tú vas de chulita como si te lo supieses todo porque lees más que yo sobre santos. Pero eso no te hace santa, guapa. Eso te engríe, porque la ciencia hincha y la caridad edifica ¿te enteras? Así que, a ver si te centras menos en decirme lo que tengo que hacer y te centras en aplicar lo que aprendes.
Mayte: Perdona, Paco. Creo que te he violentado corrigiéndote sin pedirte permiso. Me pareces un hombre maravilloso y te admiro por muchísimas razones. Que no te parezca por favor que te estoy despreciando por intentar ayudarte en este momento de dificultad que estás viviendo. No sabes cuánto te comprendo porque yo he estado en tu misma situación infinidad de veces.
Paco: No perdona tú, que te he juzgado injustamente. Efectivamente estaba siendo arrastrado por mis pasiones desordenadas y he aprovechado tu corrección para volcar las consecuencias de mi tristeza contra ti. Tú sí que eres maravillosa y te agradezco mucho que quieras ayudarme. Además, te necesito y tengo mucho que aprender de ti todavía.

Madre,

Somos pecadores y necesitamos que entre nosotros reine la misericordia de Dios. Por nuestro Sacramento tenemos la gracia de participar del Amor de Cristo por nosotros. Ayúdanos a aprovecharla para acoger Su Amor misericordioso y vivirlo entre nosotros. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Esposos mansos. Comentario para Matrimonios: Mateo 5, 38-42

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EVANGELIO

 

Yo os digo que no hagáis frente al que os agravia.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas».

Palabra del Señor.

Esposos mansos.

Estamos adentrándonos en el Sermón de la Montaña que empieza con las Bienaventuranzas. En el Evangelio de hoy es como si el Señor quisiese explicar la de los mansos. Está claro que el que no reacciona con violencia en su corazón ante esas situaciones que podríamos tildar de injustas, es mucho más feliz. El que renuncia a su honra, a sus pertenencias y se entrega con generosidad sin escatimar, dice el Señor que heredará la tierra. El Señor le premiará con 100 veces más dignidad, bienes, alegrías…
Ahora imaginemos un matrimonio en el que ambos son mansos. ¿Cómo iba a ir mal? Qué gran bienaventuranza para el matrimonio esta de los mansos. Os animamos a practicarla.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Luis: Teresa, te veo mucho más complaciente últimamente. ¿A qué se debe?
Teresa: Luis, he experimentado que, las situaciones en las que he respondido a lo que he percibido como una ofensa tuya devolviendo otra igual, no me he quedado en paz, sino más inquieta interiormente que antes. Además, mi relación contigo no ha quedado “en paz”, sino que se ha tensado más y he abierto la puerta a una “segunda ronda” de ofensas peores entrando en una escalada muy destructiva.
Luis: Entonces ¿qué haces? ¿Aguantar? Para mí eso es imposible. Además, se va uno cargando contra el otro, cargando… hasta que estalla.
Teresa: Ante una situación así, me planteo que el culpable es el demonio y toda mi agresividad la vuelco contra él y no contra ti. Es el mal el que a veces me hace ver como una ofensa lo que no lo es y otras veces nos empuja a ofendernos mutuamente. Los dos somos víctimas y no le voy a dar juego al mal. Acojo la injusticia con amor para que Dios haga justicia.
Luis: Te entiendo. Me parece estupendo.

Madre,

Danos la fortaleza necesaria no ceder a nuestros impulsos de negatividad, rechazo, oposición… Dejemos a Dios ser Dios. Él hará justicia. Alabado sea.

Ver la extenuación. Comentario para Matrimonios: Mateo 9, 36-10, 8

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EVANGELIO

 

Llamo a sus doce discípulos y los envió.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 36-10, 8

En aquel tiempo, al ver Jesús a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.
Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».

Palabra del Señor.

Ver la extenuación.

Jesús nos apunta a Su Corazón que es compasivo, lo contrario de un corazón endurecido que no sufre por el otro, no sabe ver su extenuación.
En el matrimonio es importante experimentar esta compasión de Jesús, antes de ir a sanar en Su nombre. Es habitual que, ante el esposo cuando ha descarriado, lleguen las culpabilizaciones y las exigencias, entonces ya no vamos en nombre del Señor y por tanto no recibiremos el poder de sanar.
Al final es una sanación que todos hemos recibido de Él gratis, y gratis la deberíamos dar. Sin reclamar nada ni echar en cara nada. Sólo compasión y darle al esposo la sanación para la que Dios nos envía en nuestra misión específica del matrimonio de sostenernos en la gracia.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Teresa y Luis, llevan varios días súper bien. El ambiente entre ellos es maravilloso. Pero esta mañana Teresa se ha levantado recordando problemas que aún están sin resolver y se ha apoderado de ella la tristeza. Intenta superarla rezando, pero no deja de mirarse a sí misma y esto le va cansando hasta llegar a la extenuación.
Luis empieza a ver a Teresa que aquel día no está tan agradable como los anteriores, y empieza a decirle cosas como “¿otra vez con lo mismo? ¿No ves que pensar eso no te hace bien? No deberías darle importancia. Ya te estás mirando y claro, ahora vienen las consecuencias…”
El Corazón de Jesús esperaba que Luis padeciese con ella, que “llorase” en su corazón por el sufrimiento de ella, y eso le llevase a animarla, a abrazarla, a hablarle de la confianza en el Señor. Esas actitudes son las que sanan y salvan.

Madre,

Tú eres Santa y estabas padeciendo con Jesús perfectamente para nuestra redención. Qué grande fuiste ante nuestras necesidades. Nosotros nacimos a la fe desde Tu corazón compasivo. Gracias, bendita Madre de los Apóstoles.

¿Qué encontraremos? Comentario para Matrimonios: Lucas 2, 41-51

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EVANGELIO

 

Conservaba todo esto en su corazón.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Palabra del Señor.

¿Qué encontraremos?

Celebramos hoy el Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María. Y la Liturgia nos propone el Evangelio del Niño perdido y hallado en el templo. Una escena en la que el Corazón de María es puesto a prueba. María vive la angustia de estar 3 días sin Jesús. María vivió la angustia, sí, pero no la desesperación. Dios le hizo pasar por ese misterio que Ella no entendió en su momento, pero que guardó en Su Corazón. Seguro que luego le serviría cuando la muerte y resurrección de Jesús, otros tres días sin Él, pero una experiencia que Ella ya había vivido cuando Jesús era Niño.
Y esta es la clave del Corazón de María. Ella siempre iba guardando las cosas de Dios en Su Corazón. Hoy queremos adentrarnos en el Inmaculado Corazón de María ¿y qué encontraremos allí? Las cosas de Dios, o mejor dicho, a Dios mismo. Ni más ni menos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mercedes ha sentido que su esposo ha estado muy frío con ella y Carlos su esposo, en cambio, siente que Mercedes le ha hecho una especie de chantaje emocional de manera que tiene que prestarle toda la atención sí o sí por el dramatismo que le imprime a la situación. En realidad, no había ocurrido nada grave, pero esta experiencia les ha llevado a estar tres días con sus corazones alejados el uno del otro. Ambos no entienden nada de lo que les separa, y han estado esos tres días intentando reencontrar el amor entre ellos. Hoy por fin, se han confesado y han sanado sus corazones. Siguen sin entender nada de lo que ha pasado, pero han decidido perdonarse y volver a ocuparse de las cosas del Padre: De construir un matrimonio santo, que para eso han sido creados. Ya no hay dolor en sus corazones porque lo han desterrado. Ahora sólo cabe entre ellos el Amor de Dios.

Madre,

Acógenos en Tu Inmaculado Corazón. Queremos estar en ti, vivir en ti. Somos discípulos de Tu Corazón. Gracias, bendita Madre.

El yugo bendito. Comentario para Matrimonios: Mateo 11, 25-30

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EVANGELIO

 

Soy manso y humilde de corazón.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

El yugo bendito.

Jesús seguirá encerrado en esa pequeña Sagrada Forma ejerciendo soberanamente esas virtudes de la humildad y mansedumbre que le acompañan en todo momento, y seguirá estando ahí presente mientras haya un alma que rescatar.
Los esposos mansos y humildes saben ver y reconocer esa sagrada Presencia que se esconde tras un trocito de pan, y saben reconocer a Cristo en su esposo. Entran en esa dimensión del misterio que les permite conocer la verdadera realidad. Entrar en el misterio hace la carga más liviana, y el yugo de la conyugalidad pasa a reconocerse como una bendición maravillosa de Dios, y ya no vemos en nuestra unión un yugo que nos ata, sino el amor de Cristo que nos libera y nos engrandece juntos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mar: Carlos, te pregunté hace un rato cómo verías tú si dejamos que Carlitos se vaya de campamento después de sus malas notas de este año. Cuando dijiste que muy bien casi sin pensar en lugar de sopesar juntos los pros y contras, me empezó a inundar el humo de la soberbia, pensando que eres demasiado condescendiente sólo porque no habías reaccionado como creía yo que debías haberlo hecho.
Carlos: Sí, me he dado cuenta que te de repente te había cambiado el semblante y te habías distanciado de mí, pero no sabía por qué. Te agradezco que me lo digas ahora.
Mar: Entonces, el Espíritu me ha mostrado que me estaba empezando a verte envuelto en mi propia oscuridad. Grité dentro de mí un fortísimo “¡Basta!” Y le pedí al Señor que me ayudase a verle en ti. De repente se esfumó la oscuridad y me entró un deseo enorme de complacerte, confiando en que la voluntad de Dios me venía a través de ti. Y si estabas equivocado, confiaba en que Él reconduciría.
Carlos: Yo en realidad pensé que el campamento es algo bueno para él, y que sería mejor privarle de otras cosas que le gustan y no le hacen bien.
Mar: Sí, sé que era yo la que me estaba engrandeciendo interiormente. Pero el Señor me ha permitido verle en ti y por eso, ahora quiero pedirte perdón y que me des un abrazo. Yo también quiero que Carlitos vaya al campamento, independientemente de mis razones o las tuyas, porque prefiero que se haga como tú consideras.
Carlos: Muchas gracias, Mar, por tu ejemplo de humildad y mansedumbre. Quedas perdonada y estoy deseando darte ese abrazo que me pides. Pido al Señor que te abrace con mi abrazo.

Madre,

En cuanto nos dejamos llevar por la soberbia empiezan los sufrimientos. Líbranos de esta carga tan pesada. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.