Archivo por días: 16 junio, 2023

El yugo bendito. Comentario para Matrimonios: Mateo 11, 25-30

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

 

EVANGELIO

 

Soy manso y humilde de corazón.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

El yugo bendito.

Jesús seguirá encerrado en esa pequeña Sagrada Forma ejerciendo soberanamente esas virtudes de la humildad y mansedumbre que le acompañan en todo momento, y seguirá estando ahí presente mientras haya un alma que rescatar.
Los esposos mansos y humildes saben ver y reconocer esa sagrada Presencia que se esconde tras un trocito de pan, y saben reconocer a Cristo en su esposo. Entran en esa dimensión del misterio que les permite conocer la verdadera realidad. Entrar en el misterio hace la carga más liviana, y el yugo de la conyugalidad pasa a reconocerse como una bendición maravillosa de Dios, y ya no vemos en nuestra unión un yugo que nos ata, sino el amor de Cristo que nos libera y nos engrandece juntos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mar: Carlos, te pregunté hace un rato cómo verías tú si dejamos que Carlitos se vaya de campamento después de sus malas notas de este año. Cuando dijiste que muy bien casi sin pensar en lugar de sopesar juntos los pros y contras, me empezó a inundar el humo de la soberbia, pensando que eres demasiado condescendiente sólo porque no habías reaccionado como creía yo que debías haberlo hecho.
Carlos: Sí, me he dado cuenta que te de repente te había cambiado el semblante y te habías distanciado de mí, pero no sabía por qué. Te agradezco que me lo digas ahora.
Mar: Entonces, el Espíritu me ha mostrado que me estaba empezando a verte envuelto en mi propia oscuridad. Grité dentro de mí un fortísimo “¡Basta!” Y le pedí al Señor que me ayudase a verle en ti. De repente se esfumó la oscuridad y me entró un deseo enorme de complacerte, confiando en que la voluntad de Dios me venía a través de ti. Y si estabas equivocado, confiaba en que Él reconduciría.
Carlos: Yo en realidad pensé que el campamento es algo bueno para él, y que sería mejor privarle de otras cosas que le gustan y no le hacen bien.
Mar: Sí, sé que era yo la que me estaba engrandeciendo interiormente. Pero el Señor me ha permitido verle en ti y por eso, ahora quiero pedirte perdón y que me des un abrazo. Yo también quiero que Carlitos vaya al campamento, independientemente de mis razones o las tuyas, porque prefiero que se haga como tú consideras.
Carlos: Muchas gracias, Mar, por tu ejemplo de humildad y mansedumbre. Quedas perdonada y estoy deseando darte ese abrazo que me pides. Pido al Señor que te abrace con mi abrazo.

Madre,

En cuanto nos dejamos llevar por la soberbia empiezan los sufrimientos. Líbranos de esta carga tan pesada. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.