Archivo por meses: febrero 2021

Viacrucis del Matrimonio Estación 7

7ª Estación Jesús carga con la cruz

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos
R/ Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Padrenuestro y un Avemaría.

Los romanos emplearon como pena de muerte la crucifixión. El reo de muerte debía llevar el madero, instrumento de suplicio, hasta el lugar previsto: fuera de la ciudad, para mostrar más claramente que era un indeseable.

Del Evangelio según San Juan 19,16-17:

Entonces Pilato se lo entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús; y él, con la cruz a cuestas, salió hacia el lugar llamado de la Calavera que en hebreo se dice Gólgota.
(cf. Mt 27,31; Mc 15,22).

Comentario

Jesús toma la cruz. La abraza. Y le pesa. Le abre las heridas de sus hombros llagados. ¡Qué duro se hacen los pasos por la Vía Dolorosa! En torno a Él se forma un
cortejo de curiosos y de gente sin escrúpulos que aprueba la injusticia. Pero, a pesar de su debilidad, avanza sudoroso y sediento, con una sed de amor.
Nosotros, ahora, no podemos permanecer impasibles ante el Señor que carga con todas nuestras debilidades. Porque la cruz, que era signo de oprobio, va a ser instrumento de nuestra salvación. Y al contemplar a Jesús sentimos en nuestro interior, una vez más, su invitación constante: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame».
Jesús la carga sin un gesto de desagrado, más lleno de amor que de dolor. Es el medio designado por Dios para redimir al mundo. Mira dentro de sí a Dios y le dice: Padre en obediencia a ti y por tu amor, la abrazo. Le miraba presente dentro de sí mismo y la divina presencia le mantenía sereno y constante en el amor.
Y ¿yo cómo acojo la cruz de cada día, las pequeñas pruebas o grandes de nuestro matrimonio, miro dentro de mi esposo/a y veo a Dios en su corazón y lo abrazo? ¿o cargo con resignación lleno de gestos de desagrado y descontento, pensando en lo a gusto que me quedaría si pudiese quitármelo de encima?
¿Cómo actúo ante el peso de los pecados del esposo?:
– No acepto su debilidad. No estoy dispuesto a aguantar sus ofensas, ni sus carencias y pecados. Me centro en mi autocompasión, y escucho a Satanás el acusador: “Cuánto dolor te ha causado. Merece un castigo. Tiene que corregir y tiene que cambiar de una vez… antes de perdonarle.”
– O por el contrario, ¿Me echo sobre mis espaldas su pecado por amor, uniéndolo al Sacrificio de Cristo para su redención?, ¿Miro al Padre aceptando de buen grado y por obediencia esa situación como voluntad suya?
Jesús es camino, verdad y vida. Si no sigo su camino de cruz, no veré la verdad y no alcanzaré la vida.

Oración

Señor ayúdame a tomar mi cruz, la de cada día, la que tanto me cuesta y tanto me santifica. Que no le tenga miedo a la cruz, a esa cruz del dolor, de la enfermedad, de las incomprensiones… Que sepa ver en ella Tu voluntad; porque la cruz, llevada con amor es santificante, es redentora. Enséñame, Señor, a amar la cruz, a abrazarme a ella. Que nunca deje de mirarte y acepte las actitudes y debilidades de mi esposo, por adversas y dolorosas que sean, como voluntad Tuya para nuestra santificación y la de nuestros hijos.

V/ Señor, pequé.
R/ Señor, ten piedad de mí y de mi familia.

Unido a ti en mí. Comentario para Matrimonios: Mateo 6, 7-15

EVANGELIO

Vosotros orad así.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así:
«Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos han ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal».
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».

Palabra del Señor.

 

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Unido a ti en mí.

Jesús nos revela que Dios es un Padre bueno que nos ama y quiere nuestro bien. Es tan consolador… Basta con entrar en contemplación y tener una conversación amorosa con Él. Un Padre que me sustenta cada día, que me consuela, que me perdona, que me eleva… Miro en lo más profundo de mí, silencio lo exterior del mundo y despierta mi alma en el encuentro con Él. Ahí está Él, dentro de mí, ahí está Su reino. Su casa en mí. Está muy vivo y convive conmigo, y puedo mantenerme unido durante el día a pesar del bullicio.
Convencido de su presencia en mí, comienza el camino de la unión con Él a través de mi esposo, mi hermano.

Aterrizado a la vida matrimonial:

María: Rezando el Padrenuestro a tu lado, me siento pequeña. Nos veo como dos niños cogidos de la mano, mirando hacia arriba al Padre que los cuida y protege.
Pedro: Yo me siento más unido a ti por Él. Es ese sentimiento de ser familia de Dios tú y yo. Me parece una pasada. Es precioso. Los dos provenimos de Él, nos parecemos a Él, compartimos el Amor de un Padre que nos quiere.
María: A mí me encanta que los dos persigamos amarle, llenarnos de Él, que triunfe Su Corazón. Me encanta que los dos vayamos en Su nombre, que defendamos Su nombre, que le adoremos juntos… Me une tanto a ti…
Pedro: Y a mí, que seas Su hija. Es una maravilla, Él me entrega Su tesoro de hija. Me encanta.
María: Desde hoy rezaré el Padrenuestro contigo, de otra manera.

Madre,

El mismo Padre y la misa Madre. No nos podemos quejar de tanta generosidad como tiene Dios con nosotros. Alabado sea nuestro Padre por siempre. Gloria a Él.

Vía Crucis del Matrimonio 6 Estación

6ª Estación
Jesús es azotado y coronado de espinas

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Padrenuestro y un Avemaría.

Pilato quiere congraciarse con los judíos y entrega a Jesús a los soldados para que lo azoten. Para estos romanos es un buen motivo de entretenimiento. Y, al que llaman «el rey de los judíos», le colocan una corona de espinas.

Del Evangelio según San Mateo 27,26-30:

Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que fuera crucificado.
Entonces los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la cohorte. Le desnudaron, le pusieron una túnica roja y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y en su mano derecha una caña; se arrodillaban ante él y se burlaban diciendo: Salve, Rey de los Judíos.
Le escupían, le quitaron la caña y le golpeaban en la cabeza. Después de reírse de él, le despojaron de la túnica, le pusieron sus vestidos y le llevaron a crucificar.
(Mc 15,16-19; Lc 23,25, Jn 19,1- 3).

Comentario

Entregan a Jesús a los soldados, que lo desnudan y lo atan a una columna. Comienzan los azotes sin asomo de piedad: Uno tras otro descargan sus golpes hasta quedar exhaustos. Se producen desgarrones, sufridos en un silencio que no sirve para conmoverlos.
A la tortura terrible de los latigazos, se unen los ultrajes, llenos de frivolidad, de unos inconscientes. Nuestro Señor, Rey de cielos y tierra, se ve escarnecido con una corona de espinas, con un manto de púrpura, no contemplamos a un rey de corona de oro y trajes de seda y piedras preciosas, ¡No! Porque contemplamos al Amor, que nos enseña a amar. Conserva el perfecto dominio de sí mismo y una inalterable serenidad porque tiene su atención en el Padre, ¿En dónde tengo puesta yo mi atención cuando mi esposo me hiere?
¿Cómo me posiciono ante esta estación?
– ¿Me preocupa mi imagen? ¿Lo que piensen de mí por ser fiel a mi esposa y a mi familia? ¿Me preocupa lo que mi esposa piense de mí y por eso le oculto mis debilidades aparentando ser más de lo que soy? ¿Reclamo agradecimientos por mi entrega? ¿Reclamo mis derechos por mi trabajo?…
– O por el contrario ¿Estoy dispuesto a ser ridiculizado? ¿Estoy dispuesto a que no se reconozca lo que hago por amor? ¿Dispuesto a vivir las burlas y desprecios a los que puede someterme mi esposo en momentos de enfado?
¿Cómo responde Cristo, mi modelo y mi camino, ante estas situaciones? O prefiero no verlo…
Lleno de amor de Dios y en la divina voluntad con la misma paz, intimidad y confianza que en Nazaret y durante toda su vida, piensa: Esto quiere el Padre de mí, esto quiero yo. Acepta en silencio el dolor y el desprecio, en alabanza a Dios y en expiación por los pecados para redimir al mundo. Así me enseñas, Señor, a amar a mi esposo en la ofensa, no para mirarme o mirar mi dolor, que no conduce más que a la autocompasión, sino para, mirándote a Ti, Señor, mirar a mi esposo con amor, porque me necesita y redimir por él con mi dolor, para que Tú le sanes, le perdones y vivamos una comunión mucho más intensa. Porque me llamas a colaborar contigo en su santidad, a reparar por sus pecados y ahí Tú, Señor mío y Dios mío, me santificas a mí y vendrá a nosotros un anticipo de Tu Reino.
Danos Tu Amor y el Amor nos enseñará a ofrecernos por el otro y nos dará la fortaleza para conservar el silencio y la paz, Tu paz, con serenidad. Señor que no termine yo de romper la caña que está cascada en mi esposo/a, sino que por mi oblación se restaure.
¿Qué camino quiero elegir, el del desamor, el diablo orgullo que no admite una ofensa, o el de amar: es decir a Jesús que se humilla venciendo el mal? Sólo desde la
humillación se puede amar de verdad. Así nos lo enseña Jesús.

Oración

Señor, te vemos llagado y lleno de heridas. Quedamos conmovidos de Tu entrega sin límites. Te pedimos Señor que cada latigazo que recibiste, nos haga sentir el dolor que le causamos a nuestro esposo con nuestros enfados, con nuestra ira; que la humillación que viviste cuando Te desnudaron, sirva para no humillar a nuestro esposo con nuestros desprecios, con nuestras burlas ante su incapacidad o debilidad; que cada golpe con la caña, impida que nos golpeemos con una corrección fraterna sin amor; cada espina de Tu corona, nos recuerde nuestros pensamientos innobles y egoístas. Enséñanos a vivir con humildad y pureza de corazón, con generosidad y desprendimiento; y a respetarnos el uno al otro como morada del Espíritu Santo que somos.

V/ Señor, pequé.
R/Ten piedad de mí y de mi familia.

De profesión, profeta. Comentario para Matrimonios: Mateo 16, 13-19

EVANGELIO

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo»
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

Palabra del Señor.

 

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De profesión, profeta.

Profeta es aquel que habla de Dios y en nombre de Dios. Los esposos estamos llamados a ser profetas, porque nuestra vida habla de Dios. Por eso Juan Pablo II decía que el matrimonio es Sacramento Primordial, puesto que es lo primero que ha representado quién es Dios. ¿Qué diremos de ti, Señor? ¿Quién diremos que eres? Según nos amemos, así hablaremos de ti al mundo.

Aquellos que viven su matrimonio según Dios, que viven en gracia y frecuentan los Sacramentos, que han puesto a Jesús como centro, que se hablan con ternura, que se tratan con el profundo respeto que merece la dignidad que Dios les ha dado, aquellos que tienen pequeños detalles cada día, como Dios los tiene con nosotros, esos esposos, muestran a Dios.

Llevado a la vida matrimonial:

Pedro y Ana están terminando el día junto a sus hijos. A ese momento llevan sus actitudes de servicio, de comprensión, ternura… Terminan de cenar y rezan juntos el rosario.
Pedro: Ana, dentro de 30 minutos, vamos a tener nuestro ratito juntos con el Señor. ¿Te va bien o necesitas algo?
Ana: Sí, todo bien. Muchas gracias (Se besan)
Los niños: (Presenciando el amor hecho carne, cómo sus padres se preocupan el uno por el otro)
(Después de acostar a los niños, Pedro y Ana siguen en presencia de Dios)
Ana: Hola Jesús. ¿Cómo estás? Te amo y me importa mucho saber cómo estás ahora. ¿Qué deseas? Me gustaría darte consuelo y ver una bella sonrisa en tu rostro. Te adoro mi Dios, te alabo por todo el amor que nos das cada día.
Pedro: Tú eres Dios, Amor. Sólo Tú tienes palabras de vida eterna. Sólo contigo, nuestra vida se hace bella, y le das un camino sobrenatural, el único que es para siempre. Descansamos en ti, Dios mío, porque no nos preocupamos vanamente de nuestras cosas. A ti todo el poder y la gloria.

Madre,

Entrar en la intimidad de Dios, conocer el corazón de Dios le valió a Pedro la confianza del Señor. Qué importante es conocer, entrar en la intimidad de nuestro Señor y participar de ella, y llevarla a la nuestra. Señor, entrar dentro de ti, para aprender a entrar dentro de mi esposo. Ese es mi camino. Alabado seas por siempre. Amén.

Vía Crucis del Matrimonio Estación 5

5ª Estación
Jesús ante Pilato

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Padrenuestro y un Avemaría.

Los judíos han condenado a muerte a Jesús, recurren a Pilato, el procurador romano, que ha de dar el consentimiento.

Del Evangelio según San Juan 18, 36-38. 19, 14-16:

Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos. Pilato le dijo: ¿Luego tú eres Rey? Jesús contestó: Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad? (…) Era la Parasceve de la Pascua, hacia la hora sexta, y dijo a los judíos: He ahí a vuestro Rey. Pero ellos gritaron: Fuera, fuera, crucifícalo. Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey voy a crucificar? Los pontífices respondieron: No tenemos más rey que el César. Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.
(cf. Mt 2 7, 11-25; Mc 1 5, 1- 1 4; Lc 23, 1-6).

Comentario

Pilato ve que le han entregado a Jesús por envidia, por rencillas religiosas; se da cuenta de que no ha hecho mal a nadie…, pero no hace nada por salvarle, porque eso le compromete. También yo, hay veces que me lavo las manos ante un conflicto conyugal o familiar, o ante una situación dolorosa, para no enfrentarme a ella, para no interceder por mi esposo, por ejemplo ante mis padres o hermanos, por no salir yo perjudicado. Decido lavarme las manos para tranquilizar la propia conciencia. ¿Qué es la verdad? La verdad es el Amor, quien ama está en la verdad. Quien huye elige a Barrabás.
¿La verdad me exige más de lo que estoy dispuesto a dar? ¿Me exige renunciar a mi orgullo y mi “yo”?

Oración

Señor, para esto he venido a este mundo, para ser sacerdote, profeta y rey por el bautismo, y dar testimonio de la verdad, siendo profetas pues nuestra comunión habla de Vuestro Amor Trinitario, ser imagen de la Santísima Trinidad es nuestra misión. Y yo, no doy testimonio de la Verdad.

V/ Señor, pequé.
R/ Señor, ten piedad de mí y de mi familia.