EVANGELIO
Pasó la noche orando. Escogió a doce, a los que también nombró apóstoles.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19
En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en un llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
Palabra del Señor.
Nota: El próximo 23 de septiembre a las 20h, Proyecto Amor Conyugal realizará un anuncio sobre «La verdad y la belleza del matrimonio», en Madrid: Parroquia de Nuestra Señora de la Moraleja. Calle del Nardo, 44, 28109 Alcobendas.
No hubo casting.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
Celebramos hoy el «Dulce nombre de María». Felicidades, Madre.
La elección de los apóstoles no es fruto de un casting, ni de unas pruebas de acceso, ni elige a los que mejor le caen, ni siquiera a los que parecían más fieles. Cristo toma la decisión después de una noche de oración con el Padre. La decisión es fruto de una decisión conjunta entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Jesús lo habla con Ellos en la intimidad de la oración y se apoya en la voluntad Divina.
Después cuenta el evangelista cómo salía de Él una fuerza que los curaba a todos.
Los esposos, también debemos llevar una vida de oración, que es mucho más que rezar un ratito todos los días, y poner todas las decisiones importantes en manos de Dios. De ese tiempo de relación íntima entre nosotros y con Dios, saldrán nuestras decisiones, y saldrá la fuerza que sanará a nuestro alrededor. Puede que nuestros hijos estén rodeados de un ambiente insano, pero reciben nuestra fuerza, los envolvemos también en ese ambiente de oración y quedarán sanos.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Pedro: María, se va acercando la hora de la oración en familia y todavía me queda cortar esta cebolla. ¿Me echas una mano?
María: ¡Sí, claro!
Pedro: (Al cabo de un rato, dando una voz por la casa, medio canturreando) Niños, oración familiaaaar.
Pedrito: Jooo! ¿Ahora justo? ¡Qué rollo¡
Pedro: Venga, venga, que el Señor nos está esperando.
Teresita: (Resopla) Voooooy…
Pedro: Mira, Paula ya ha llegado, antes que vosotros. Paula la primera.
María: (Por las quejas de los niños, andaba escondiendo su dolor en el amor. Sonríe y dice) ¡Muy bien! Paula la primera. Qué contento estará el Señor… Venga niños, acercaos a nosotros, aquí alrededor. Vamos a hablar con el Padre que nos ama y quiere lo mejor para nosotros.
(Y así, rezaban todos los días. Al acabar la oración familiar, Pedro y María se quedaban un buen rato hablando juntos con el Señor. De ellos salía una fuerza especial, que sanaba y liberaba a sus hijos de la acción del Demonio).
(Un tiempo más tarde, a la misma hora)
Pedro: Niños, oración familiaaaar
Pedrito: Voy Papá.
Teresita: (Sale corriendo) Hoy llego yo ¡la primera!
María: Muy bien, hija. ¡Qué alegría!
(Y así crecieron juntos, año tras año, en un ambiente de oración, de alabanza y de acción de gracias a Dios).
María,
Qué importante es la oración para llenarnos del amor de Dios, para dejarnos guiar por Él realmente. Él nos da la fuerza, una fuerza que emana de Él y va a nuestro esposo, nuestros hijos y otras personas de nuestro entorno. No podemos prescindir de nuestra intimidad con Él. Es nuestro alimento, lo es todo. Alabado sea el Señor.