EVANGELIO
No quedará piedra sobre piedra.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 5-11
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra caliza y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».
Palabra del Señor.
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Él es.
Estamos rodeados de pequeñas guerras y revoluciones. Todas estas situaciones duras que me rodean en la vida no son nada comparado con el poder de Dios. Mis pecados, tus pecados, mis ofensas, las tuyas… son nada ante el inmenso Amor. Todo lo que nos falta, será plenificado por Él de una manera sobreabundante. Que nadie nos engañe: “Él es”. Es la respuesta a todas nuestras necesidades, a todas nuestras esperanzas, a todos nuestros anhelos. “No tengáis miedo, (esposos) abrid vuestros corazones de par en par a Cristo”. “Él es”.
Aterrizado a la vida matrimonial:
(En la oración conyugal)
Luisa: Señor, me da miedo no estar a la altura. Me da miedo no estar haciendo tu voluntad. Me quejo mucho, no vivo mis cruces de cada día con esperanza. Y a mi esposo tampoco lo hago feliz del todo, ni le ayudo en tu nombre todo lo que debería… (Llora)
Alberto: No llores, cariño. Señor, yo sé que tú la miras con unos ojos que empequeñecen sus faltas y agrandan sus buenas obras, sus buenas intenciones, el gran corazón que tiene y que Tú conoces más que yo. Sé que conoces sus debilidades, conoces sus pecados y, por sus pecados de hoy, entregaste Tu vida. Eso es como comparar un granito de arena con la estrella más grande del universo. Todos nuestros pecados se quedan en nada al lado de Tu inmenso amor. Si yo la he perdonado y la amo tal como es, ¿No vas a hacerlo Tú pero de una manera infinitamente superior? Dale Señor la paz que necesita.
Luisa: Tienes razón, Alberto. Voy a dejar de mirarme y voy a estar en Él, contemplarle a Él, alabarle a Él, alegrarme en Él.
(Y Dios le devolvió la alegría al corazón de Luisa y ambos le alabaron por sus vidas)
Madre,
A veces nos desanimamos por los embates de la vida. Pero sabemos que con la gracia del Señor nos basta. Alabado sea nuestro Dios.