EVANGELIO
No invites a tus amigos, sino a pobres y lisiados.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
Palabra del Señor.
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Soy más yo.
Ser generosos nos asemeja a Dios, que da sabiendo positivamente que no vamos a poder corresponderle en la misma medida ni mucho menos. Cuando rezamos el salmo “¿cómo te podré pagar…?”, lo experimentamos claramente en nuestro corazón. ¡Es imposible! De ahí nuestra deuda eterna con Dios. Pero Él ama porque Es amor, a buenos y malos, a justos e injustos. Es Su naturaleza divina.
También nosotros, cuando damos con generosidad, descubrimos que somos más nosotros mismos. Experimentamos una alegría especial cuando damos sabiendo que no nos van a poder corresponder y si en algún momento nos lo intentan pagar de alguna forma, en cierto modo parece que nos quitan un poco de esa alegría. Qué bonito es también acoger con alegría lo que nos dan. ¡Gracias Señor por tanto!
Aterrizado a la vida matrimonial:
María: Cuando nos hemos ido de la casa donde nos han acogido, me hubiera gustado dejarles una florecillas sobre las sábanas usadas que hemos dejado dobladas encima de la cómoda. Dejar las sábanas dobladas, es lo que tenemos que hacer, pero poner unas florecillas sobre ellas, es un detalle de cariño.
Pedro: ¿Y por qué no las has puesto?
María: Porque no he encontrado ninguna en el jardín. Me ha dado penilla, y cierta tristeza no haber podido dejar ese pequeño detalle cariñoso. Cuando tengo estos detalles siento que soy más yo.
Pedro: Es que tú eres muy generosa y detallista, y poniendo tus dones al servicio de los dos, teniendo estos gestos en nuestro nombre, estás respondiendo a los dones que Dios te ha dado. Me encantas tal como eres.
Madre,
Bendita Madre de la generosidad, seas por siempre bendita por el amor que derramas cada día en nuestros corazones, una generosidad que nos muestra el amor de Dios. Haz que nos identifiquemos con la sobreabundancia del Creador. Amén.