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EVANGELIO
Andaban como ovejas que no tienen pastor
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor.
Trastocados los planes.
Resulta que el Señor hacía planes y el Espíritu también se los trastocaba como me ocurre a mí, pero Él, a pesar de su cansancio y movido por el amor, se entregaba a la providencia divina con todo Su Corazón. A mí en cambio, me cuesta más, pero reconozco que el Espíritu se cuela en mi vida precisamente en los imprevistos. Qué bueno es estar abierto a la acción del Espíritu.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Alejandro: Ayer llevaba toda la tarde deseando llegar a casa y sentarme a descansar durante la cena viendo una buena película. En el camino de vuelta te vi con necesidad de hablar conmigo y…
Carmen: ¡Ah! Sí ¡Ayer! Tuve un mal día y necesitaba compartirlo contigo y que me ayudases a interpretar todo lo ocurrido desde Dios.
Alejandro: Pues eso Carmen, que cuando te vi con esa necesidad, se me vino el mundo encima, porque necesitaba descansar. Pero no te dije nada porque comprendí tu necesidad, y tenía que estar por encima de la mía. Pero me costó ¿Sabes? Admiro al Señor, cómo a pesar de no haber descansado y casi sin tiempo ni para comer, se sigue compadeciendo de los necesitados y se entrega de manera sobreabundante.
Carmen: Lo siento, Alejandro, si llego a saberlo no te habría mostrado mi malestar… Pero te lo agradezco enormemente, porque me ayudaste muchísimo a ver las cosas con los ojos de Dios.
Alejandro: Ya, porque a pesar de mi falta de generosidad, el Espíritu aprovechó mi pequeño “sí” para darte lo que necesitabas. Qué grande es Dios.
Carmen: Doy gracias a Dios por ti.
Madre,
Tú siempre estaba abierta a las intervenciones del Espíritu y muchas de ellas contradecían tus planes. Enséñanos a acoger las intervenciones del Espíritu con la misma generosidad que Tú. Alabado sea Dios que interviene en nuestras vidas.