Archivo por meses: marzo 2024

Atentos a la gracia. Comentario para Matrimonios: Juan 5, 1-3. 5-16

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EVANGELIO

Al momento aquel hombre quedó sano.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 5, 1-3. 5-16

Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

«¿Quieres quedar sano?».

El enfermo le contestó:

«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».

Jesús le dice:

«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».

Él les contestó:

«El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar».

Ellos le preguntaron:

«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.

Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.

Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Palabra del Señor.

 

Atentos a la gracia.

Como el paralítico, tenemos que estar atentos a cuando el Señor agita el agua para responder inmediatamente. El Señor saldrá a nuestro rescate si ve nuestro deseo de conversión. Él nos dará la gracia suficiente en cada momento. Se ha comprometido por nuestro sacramento, que tiene la gracia sanante.

Hoy vuelvo a mirar la piscina de la humildad a la que miro desde el borde, una y otra vez. Pero hoy siento la mano del Señor que toca mi hombro por detrás y con esa voz que transforma, me dice: Levántate, coge tu amor propio y echa a andar en tu camino espiritual. Pero claro, si difícil es alcanzar la humildad, más difícil es mantenerla. Por eso el Señor vuelve a decirme: Anda y no peques más no sea que te ocurra algo peor.

 

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Mar: Estoy viviendo un oasis contigo. Con sólo un día en el que has hecho todo bien, has recuperado mi corazón. Luego se han ido encadenando cosas como tu entrega en el servicio y tu buen talante. No tanta exigencia que oprime.

Alberto: Ya Mar. Soy consciente de mi tendencia al mal, al perfeccionismo, a fiscalizar todo lo que haces, a poner malas caras en cuanto algo no se hace como creo que debería hacerse… a hacer comentarios inapropiados. Miro hacia la humildad y veo en ella mi cuenta pendiente para poder amarte como mereces. Pero se lo pido al Señor todos los días, para que me disponga adecuadamente y cuando quiera me saque de esta tortura a la que te someto. Quiero quererte, mar.

Mar: Gracias, Alberto. Me consuela saber que eres consciente de tu desorden y que deseas que el Señor convierta tu corazón. Mi piedra de tropiezo es la sensualidad, así que, yo también estaré más pendiente de pedirle al Señor que me sane y no te juzgue por lo que me das o por cómo me tratas, sino que me enseñe a entregarme a ti independientemente de tu comportamiento. Mi amor a ti no puede depender de tus actos.

Alberto: Señor, hoy experimentamos que te acercas a nosotros con la intención de sanarnos. Esperamos impacientes a que nos saques de nuestra parálisis, pero sólo cuando nos veas preparados.

Mar: Amén.

 

Madre,

Te amamos y queremos estar en Tu Corazón. Le pedimos al Señor que nos introduzca en él. Gracias Señor. Alabado seas.

RETIRO MATRIMONIOS VALLADOLID 12-14 ABRIL 2024

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Porque creo, veo. Comentario para Matrimonios: Juan 4, 43-54

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EVANGELIO

Anda, tu hijo vive.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:
«Un profeta no es estimado en su propia patria».
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo:
«Si no veis signos y prodigios, no creéis».
El funcionario insiste:
«Señor, baja antes de que se muera mi niño».
Jesús le contesta:
«Anda, tu hijo vive»
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:
«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive» Y creyó él con toda su familia.
Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor.

Porque creo, veo.

San Juan habla de signos y no de milagros. La palabra “señal” hace referencia a algo que yo veo con los ojos, pero cuyo sentido profundo me lo hace descubrir sólo la fe. La fe es esa especie de rayos x que me hacen descubrir eso que los ojos no ven, y que además resulta ser lo más profundo, el corazón de Dios. Resulta que mi actitud no debe ser: “porque veo creo”, sino: “porque creo, veo”. El funcionario que aparece en el Evangelio, “creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino”. Esta es la frase clave de la Palabra de hoy, no dudes, no tengas miedo, cree en la palabra de Jesús y ponte en camino. Verás grandes milagros. Nosotros somos testigos de ello.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pablo: (Rezando con Marta) Señor, por favor, que no me echen del trabajo.
Marta: Señor, te pido por el trabajo de Pablo…
(Al día siguiente)
Pablo: Señor, por favor, te pido que me protejas y que no me echen del trabajo. La cosa está muy mal ¿Cómo voy a encontrar otro trabajo ya con mi edad?
Marta: Señor ¿Qué haremos si lo despiden? ¿De qué viviremos? Por favor, Señor, protégenos. Pero que no se haga nuestra voluntad sino la tuya.
(Unos meses más tarde, despiden a Pablo)
Pablo: Estoy decepcionado con Dios. Tantas veces que se lo hemos pedido, y no nos ha escuchado.
Marta: No te preocupes, Pablo. Él proveerá.
(Al día siguiente, Marta y Pablo se encuentran con su amiga Teresa por la calle)
Teresa: Ey! ¿Qué hacen aquí los dos tortolitos?
Marta: Han echado a Pablo del trabajo, así que estamos aprovechando para dar un paseo juntos.
Teresa: Ya sabía lo del trabajo de Pablo. Pero ¿Recuerdas cuando pedíais por vuestra unión, porque Pablo estaba muy estresado? Pues el Señor escuchó vuestras oraciones. El otro día me lo decía también Luis. Nunca os habíamos visto tan unidos.
Marta: Pues es verdad. A lo mejor no era el mejor trabajo y necesitábamos esto.
Teresa: Confiad en el Señor, que Él no os abandona.
(Ahora Pablo tiene otro trabajo, pero Marta y él siguen más unidos que nunca. Alabado sea el Señor.)

Madre,

Madre, no tenemos miedo porque Tú llevas este barco. El Espíritu de Dios guía nuestras vidas, y nadie nos ama más que Él. Ábrenos los ojos de la fe, para que veamos el corazón de Dios. Haznos partícipes de la providencia divina. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Ahí, en alto. Comentario para Matrimonios: Juan 3, 14-21

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EVANGELIO

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 14-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

Palabra del Señor.

Ahí, en alto.

Con los ojos de la fe podemos contemplar al que traspasaron, elevado en la custodia. Y mientras lo contemplamos quedamos sanados, llenos de Vida, con mayúsculas. Vemos de manera patente la prueba de que el Padre ya no puede darnos más Amor, porque nos ha entregado a Su Hijo, al que más ama.
Vemos a Cristo alzado para nuestra salvación. De Él nace el bautismo que nos hace hijos en Él. De Él nace el Sacramento del Matrimonio que nos hace uno en Él. Sólo de Él nace nuestra esperanza. Y le contemplo. Y le contemplamos juntos. Y no nos cansamos de contemplarle ahí, en alto…

Comentario para Matrimonios:

Luis: Para poder ver la verdad, es necesario purificar nuestra mirada. Sólo mirando a Cristo Él puede sanarnos de los mordiscos de las serpientes.
María: Yo tengo la experiencia de haber visto tu virtud de la magnanimidad como un problema. Siempre apuntas a objetivos tan grandes y que me parecen inabordables, y me parecía un poco inconsciente por tu parte. Pero mirando al Señor ahí, clavado en la Cruz, me hubiera parecido inabordable la institución de la Iglesia para toda la eternidad. Él me ha sanado y he podido ver en ti esa virtud tan preciosa que antes me provocaba rechazo.
Luis: Yo también estaba necesitado de descubrir tu virtud de la prudencia, que hasta parecía que me molestaba porque frenaba mis planes. Es verdad que antes necesitaba discernir si eran los planes de Dios.
María: Qué grande es el Señor, que nos purifica, nos sana y nos salva.

Madre,

Permítenos seguir entregando hasta el último aliento de nuestra vida a tantos como necesitan conocer este don de Dios a través de Su Hijo: El preciosísimo Sacramento del Matrimonio, donde Él nos hace entrega de Su Amor Nupcial. ¡Tesorazo! Alabado sea por siempre.

¡Chof! Comentario para Matrimonios: Lucas 18, 9-14

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EVANGELIO

El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: «¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo».
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor.

 

¡Chof!

Humildad y caridad, son virtudes hermanas que van siempre de la mano. Ya hemos aprendido lo que es la Caridad: Es la virtud de ser mediación de Dios para que Él ame a los demás a través de nosotros. La caridad requiere por tanto dejarse llevar por el Espíritu Santo.
Si no hay humildad en nosotros, no puede haber caridad: Primero porque no nos dejaremos llevar sino que dominaremos la situación, y segundo porque el Señor actúa siempre con humildad (como vemos en Cristo), y el hecho de que no la haya es un indicativo de que el Señor no está participando en ese acto.
Por eso, la caridad exige previamente humildad y la humildad lleva necesariamente a la caridad. Agárrate a la mano de estas hermanitas tan dispuestas que te llevarán a la la comunión y a la santidad.

 

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Luis: Esta mañana, me has planteado una agenda inesperada y he actuado con mansedumbre adaptándome a tu propuesta y sin quejarme, a pesar de que no me agradan los imprevistos.
Mercedes: ¡Ay! Perdona. No me he dado cuenta de que te estaba incomodando.
Luis: Lo sé. El caso es que todo orgulloso por haber actuado mansamente, luego me he desesperado porque tardabas más de la cuenta en la primera parte de la mañana y se nos hacía un poco tarde. Así que: (Silva: fiiiiiiiieeeeoooooouuuuu) ¡Chof! Mi gozo en un pozo. ¡Batacazo que te crió! Mansedumbre al hoyo y orgullo cotizando a maximos históricos. Menos mal que el Señor me muestra mi amor cutre para que me afilie al Suyo eterno.
Mercedes: Ánimo, Luis. Es muy bueno que Dios te ilumine y puedas ver estas cosas. No me fiaría de tu amor si no fuera porque estás con Él.

Madre,

Qué rápido nos apoderamos de las cosas de Dios y se nos impone la humildad a base de jarros de agua fría. Alabado sea el Señor.