Archivo por meses: junio 2023

¿Qué encuentras? Comentario para Matrimonios: Marcos 11, 11-26

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EVANGELIO

 

Mi casa será casa de oración para todos los pueblos. Tened fe en Dios.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 11, 11-26

Después que el gentío lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, salió hacia Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
«Nunca jamás coma nadie frutos de ti».
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entrando en el templo, se puso a echar a los que vendían y compraban en el templo, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y los instruía, diciendo:
«¿No está escrito: “Mi casa será casa de oración para todos los pueblos”? Vosotros en cambio la habéis convertido en cueva de bandidos».
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo admiraba su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él.
Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado».
Jesús contestó:
«Tened fe en Dios. En verdad os digo que si uno dice a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y no duda en su corazón, sino que cree en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.
Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas».

Palabra del Señor.

¿Qué encuentras?

Mi corazón debe ser ahora Tu casa, Señor. Pero ¿cuántas cosas contrarias al amor sigues encontrando en él? ¿Cuánta falta de fe hay en él todavía? ¿Cuánta falta de perdón hay porque sigo llevando cuentas del mal con mi esposo?
Al menos Señor dame la fe suficiente para pedirte, con esa fe, que tengas misericordia de mí.
Que mi corazón sea en todo momento casa de oración y lugar de descanso para mi esposo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Álvaro: Hoy he estado pendiente de todo lo que pasa por mi cabeza a lo largo del día. Me he dado cuenta de que tengo el corazón en mil cosas que no son para la eternidad.
Teresa: Santa Teresa llamaba a la imaginación la loca de la casa. Cuánto quisiéramos que nuestro corazón estuviese siempre en el Señor. ¿Verdad?
Álvaro: Sería maravilloso. Pero al mismo tiempo tenemos que estar en las cosas del mundo. ¿Cómo estar en el mundo sin ser del mundo?
Teresa: Yo creo que deseándolo y pidiéndolo con fe. Te lo pedimos, Señor.
Álvaro: Te lo pedimos Señor.

Madre,

Tú nos llevas por este camino. Confiamos en ti para que transformes nuestro corazón en auténtica casa de Dios y lugar de amor para mi esposo/a.

Ofrecerse y salvar. Comentario para Matrimonios: Mateo 26, 36-42

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EVANGELIO

 

Mi alma está triste hasta la muerte.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 36-42

Jesús fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, y le dijo:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo:
«Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
«¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».

Palabra del Señor.

Ofrecerse y salvar.

Celebramos hoy que Jesucristo es el sumo y eterno Sacerdote. Vemos cómo se ofrece a Sí mismo en sacrificio por nuestra redención. ¿Y cuál es la causa de Su sufrimiento? Nuestros pecados, que se los echó sobre sí para vencerlos con Su muerte y resurrección.
¿Cómo te podré pagar Señor?
Nosotros, por el bautismo formamos parte de Él, y por ello, participamos de Su sacerdocio, es decir, nos ofrecemos con Él por la salvación de los pecadores.
Y nuestra manera concreta de ofrecernos es a través de nuestra vocación concreta, como esposos que se entregan a sus cónyuges y juntos se entregan también por sus hijos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Antonio: (Rezando) Señor, no soporto la soberbia de mi esposa. Todo tiene que ser como ella dice. Si es posible, aparta de mí este cáliz, pero que no se haga como yo quiero sino como quieres Tú.
Susana: (Rezando) Señor, cuánto daño me hace la falta de delicadeza de mi esposo, su falta de sensibilidad… Si es posible aparta de mí este cáliz, pero que no se haga como yo quiero sino como quieres Tú.
(Y ambos ofrecieron su sacrificio al Señor, recibieron sus situaciones con una sonrisa, y colaboraron así en la redención mutua y en la de sus hijos).

Madre,

Tú sabes muy bien lo que duele ofrecer sacrificios cargando con el pecado de otros. Ayúdanos a ser fieles a nuestro sacerdocio como esposos. Amén.