Archivo por meses: junio 2023

Entrega nupcial. Comentario para Matrimonios: Juan 6, 51-58

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EVANGELIO

 

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mi.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Palabra del Señor.

Entrega nupcial.

Celebramos hoy una fiesta eminentemente nupcial: El Cuerpo del Señor que se nos entrega en totalidad, fidelidad, para generar Vida y para siempre. Esta entrega exige reciprocidad. Con Su entrega, nuestra carne ha sido ungida por el Señor, como medio para alcanzar la Vida, como medio para la salvación. Cristo nos entrega Su Cuerpo para que nos hagamos uno con Él como Iglesia, recibiéndolo. Recibir Su cuerpo me permite estar en Él.
Como el Padre te ha enviado, Señor, me envías Tú a mí, a entregar mi cuerpo como parte de Tu Cuerpo. Primero me tengo que alimentar de la Eucaristía, del Pan de Vida, y después tengo que entregar mi cuerpo a mi esposo o esposa que es a lo que me envías. Recibo Tu Cuerpo para entregarlo entregándome. Recibo Tu Vida para entregarla entregando la mía.
¡Qué gran alimento la Eucaristía! Y qué potencia de sanación y potencia de Vida tiene. Sólo necesitamos tener la disposición necesaria para que actúe en mí de manera ilimitada, hasta el punto de no pasar hambre jamás.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Lucía: A ti ¿qué es lo que más te gusta del matrimonio?
Antonio: A mí me gusta que por el Sacramento, podemos participar del mismo Amor de Cristo por nosotros.
Lucía: Es tremendo, que podamos vivir el matrimonio como algo meramente funcional, como asociación entre dos personas que se reparten tareas y gestionan las situaciones de la vida, con respeto el uno hacia el otro, en el sentido de que cada uno haga lo que le parezca bien sin que el otro pueda entrometerse demasiado practicando la tolerancia mutua. Pero de eso al misterio que supone el Sacramento, hay un salto tan grande como del que en la Eucaristía ve sólo un trozo de pan, al que ve a Cristo Sacramentado.
Antonio: Desde luego. Qué importante es vivir los sacramentos en todo su misterio. Acoger y experimentar la potencia de la gracia Divina… Menuda diferencia. Es una manera de vivir la vida a lo grande. Qué pena que haya tantos que se lo pierden por la dureza de su corazón. Rezamos por ellos para que descubran el don de la Eucaristía y para que lo podamos acoger plenamente.

Madre,

Celebramos hoy al Cuerpo de Tu cuerpo, Carne de Tu carne. Damos gracias al Señor porque nos ha entregado este gran misterio que es la Sagrada Eucaristía, un misterio de proporciones inabarcables para nuestro entendimiento. ¿Cómo agradecerlo suficientemente? Alabado sea el Señor hoy especialmente por el inmenso don de Su Cuerpo y de Su Sangre.

Más que nadie. Comentario para Matrimonios: Marcos 12, 38-44

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EVANGELIO

 

Esta viuda pobre ha echado más que nadie.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, y aparentan hacer largas oraciones. Éstos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor.

Más que nadie.

En nuestra relación con Dios o con nuestro esposo, puede que nos planteemos buscar huecos de nuestro tiempo para dedicárselos, y el resto parece necesario entregarlo a otras tareas. La experiencia es que, cuando entregamos más de lo que en teoría podemos entregar y además lo entregamos “limpio de vanidades”, se produce un cambio en nuestra vida, porque esa entrega es la que Dios más valora. Ahí tenemos a Abrahán dispuesto a entregar a su unigénito, a María dispuesta en secreto a ser apedreada acusada de adulterio o al mismísimo Cristo entregándose a sí mismo como ofrenda a Dios escondiendo su divinidad a los ojos de los hombres. Éstos son los que saborean la gloria de Dios.
El reto como esposos en Cristo es entregar “más que nadie” y “limpio de vanidades” en el arca de las ofrendas.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Almudena: Andrés, leyendo este Evangelio me he acordado de todas esas veces que me acoges y me escuchas en momentos que te viene fatal, pero que sabes que necesito que me escuches. A veces noto que estás un poco nervioso, porque llegas tarde a algún sitio o porque tienes algo importante y urgente que hacer, pero tú siempre me das prioridad.
Andrés: Por supuesto, Almudena. Eres lo más importante para mí y por tanto, eres mi prioridad. Todo lo demás pasará, pero nuestro amor no pasará, porque es obra del Espíritu Santo, y el Espíritu es eterno. Tú y nuestro amor sois para la eterndad.
Almudena: Qué bonito, Andrés. Me encanta tenerte por esposo. Doy muchas gracias a Dios por ti.
Andrés: Sí, dáselas a Él porque mi amor por ti es obra Suya.
Almudena: Alabado sea Dios.
Andrés: Alabado sea por siempre.

Madre,

Dios nos permite participar de Su amor. Eso nos lo exige todo ¿Qué menos? A Él la gloria y la alabanza por los siglos.

Relaciones Familiares. Comentario para Matrimonios: Marcos 12, 35-37

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EVANGELIO

 

¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 35-37

En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó:
«¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice:
“Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies”.
Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»
Una muchedumbre numerosa le escuchaba a gusto.

Palabra del Señor.

Relaciones Familiares.

La familia, en la que nos hemos criado, está compuesta por unos esposos y padres, nosotros como hijos y posiblemente unos hermanos. Esas relaciones familiares son signo de nuestra relación con Dios o de Dios con nosotros. Dios lo ha hecho así, a Su imagen, para que viviéndolo lo entendamos mejor. Pero es verdad que la consanguinidad se diferencia de la configuración de la Familia Divina en aspectos que no son de este mundo: somos hijos del Padre en el Hijo; somos esposa de Cristo en la Iglesia, hermanos de Isaac, Jacob, David… Son relaciones atemporales, y no nos une la carne sino una de las tres Personas divinas, y esto ya nos cuesta entenderlo porque nos adentramos en el misterio de la Divinidad que nos supera por muchísimo.
Pero el Señor nos lo quiere explicar para que le conozcamos, conozcamos Sus cosas y así nos hagamos uno con el Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Lucas: ¡Hola hermana!
Teresa: ¿Cómo que hermana? Soy tu esposa.
Lucas: Bueno, en esta vida sí, pero en la otra, serás mi hermana para toda la eternidad…
Teresa: Bueno, eso sí. La verdad es que se me hace raro verte como hermano.
Lucas: A mí me ayuda a veces mirarte como hermana porque tomo más conciencia de que ambos somos hijos de Dios Padre, y me ayuda a entender la dignidad de la relación que nos une con respecto al Padre.
Teresa: Me gusta tu reflexión. Es una manera que puede ayudar a acoger el don de piedad del Espíritu Santo. Es el don por el que tomamos conciencia de la dignidad de nuestra relación, porque nos ayuda a mirarnos con el respeto de los hijos de Dios.
Lucas: ¿Ves? ¿Qué harías tú sin mí?
Teresa: Jajaja. Anda fantasmilla… ¿A que me chivo a Papá?

Madre,

Es triste cuando los esposos cristianos sólo nos valoramos según nuestra relación terrenal como si no fuésemos hijos del Padre ni hermanos en Cristo ni unidos en el Espíritu Santo por el Sacramento. Ayúdanos a acoger el don de Piedad para tratarnos como Dios quiere. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Principiantes. Comentario para Matrimonios: Marcos 12, 28b-34

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EVANGELIO

 

No hay mandamiento mayor que estos.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

Principiantes.

Entonces ¿Cómo saber si me estoy acercando al Reino?
De nada sirven los holocaustos y sacrificios si no se traducen en ese amor a Dios con todo: Entendimiento (Interesándonos ante todo en conocerle), voluntad (acogiendo sus decisiones con alegría), corazón (apegándonos a Él afectiva y emocionalmente).
Y la consecuencia de hacerlo es mi amor a mi esposo. Viendo cómo y cuánto lo o la amo, puedo tener una idea de si voy avanzando en mi camino hacia el Reino.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Isabel: He leído sobre los diferentes estados espirituales en el camino hacia el Reino, y me he dado cuenta de que estoy mucho más atrás de lo que pensaba.
Luis: ¿Por qué? Cuéntame más porfa.
Isabel: porque veo cuántas veces te juzgo mal, cuántas veces me creo mejor, cuántas veces creo que sé más que tú de temas espirituales y te corrijo desde arriba… Todo eso me indica que vivo el espejismo de que he avanzado mucho espiritualmente, pero en realidad he avanzado muy poco.
Luis: pues a mí me parece que es muy bueno que te creas principiante, porque eso precisamente es lo que demuestra que no lo eres. ¡Ánimo! Dios está haciendo grandes cosas en tu corazón. Sigue viéndote pequeña y necesitada y Él te hará grande y te llenará de todo lo que anhela tu corazón.

Madre,

Que nos veamos pequeños siempre. No permitas que veamos nuestras buenas obras como nuestras. Todas son obras de Dios. A Él la gloria y la alabanza por los siglos.

Experiencias inenarrables. Comentario para Matrimonios: Marcos 12, 18-27

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EVANGELIO

 

No es Dios de muertos, sino de vivos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 18-27

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntan:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero no hijos, que se case con la viuda y dé descendencia a su hermano”.
Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección y resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella».
Jesús les respondió:
«¿No estáis equivocados, por no entender la Escritura ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, serán como ángeles del cielo.
Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados».

Palabra del Señor.

Experiencias inenarrables.

Cristo corrige contundentemente a los saduceos que no creían en la resurrección. Pero nos centramos ahora en la parte en que habla del matrimonio. Dice Jesús: “Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo”.

San Juan Pablo II nos dice a propósito de este Evangelio: ‘La «divinización» en el «otro mundo», indicada por las palabras de Cristo aportará al espíritu humano una tal «gama de experiencias» de la verdad y del amor, que el hombre nunca habría podido alcanzar en la vida terrena’ (S. JPII 9-12-81). ‘…la experiencia beatificante del don de sí mismo por parte de Dios, absolutamente superior a toda experiencia propia de la vida terrena…` después de la visión de Dios «cara a cara», nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad sicosomática. (S. JPII 16-12-81)

Todos seremos uno en Él y, por tanto, pierde sentido el matrimonio como medio para ser uno con mi esposo y con Dios, al igual que el resto de sacramentos, puesto que Dios se nos da plenamente. Es un inmenso tesoro el que Dios nos tiene preparado. Unas experiencias increíbles, inenarrables. Merece la pena luchar en este mundo sabiendo lo que nos espera. No nos lo podemos ni imaginar…

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marga: Pablo, no quiero separarme jamás de ti.
Juan: Ni yo de ti, Marga.
Marga: Desde que el Señor nos salvó de ese demonio que tanto nos hizo sufrir, desde que tuvo misericordia con nosotros y escuchó nuestras oraciones, te siento tan unido a mí… no concebiría vivir sin ti.
Juan: Ni yo. Me da pavor pensar que me dejases aquí solo en este mundo. Y más pavor aún pensar que nunca más volviera a estar contigo.
Marga: Pero el Señor es grande. Él es amor y no permitiría que estuviésemos separados. Él entiende de amor y sabe lo que sufrió cuando se sintió como si el Padre le hubiese abandonado.
Juan: Pero en la otra vida no existe el matrimonio.
Marga: Ya, pero existe algo más grande. Existe una unión plena. ¿Te imaginas? Algo inmensamente más grande y más gozoso que lo que estamos viviendo tú y yo. Ya no habrá caídas, no habrá dolores, ni cruces, ni enfermedades, ni tristezas. Nada más que un gozo pleno, estando tan juntos que seremos uno para toda la eternidad, con Dios.
Juan: Por ese premio, sí que merece la pena esforzarse. Prometo luchar por conseguirlo, con todas mis fuerzas.
Marga: Y yo, también, prometo luchar por conseguirlo con todas mis fuerzas.

Madre,

Tú estás ya cara a cara ante Dios. Por eso te empeñas tan insistentemente en nuestra conversión, porque sabes lo que podemos llegar a alcanzar juntos. Alabado sea el Señor que nos ha preparado tal destino.