Archivo por meses: febrero 2023

No desprecies la cruz. Comentario para Matrimonios: Marcos 8, 27-33

EVANGELIO

 

Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».
Tomando la palabra Pedro le dijo:
«Tú eres el Mesías».
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

Palabra del Señor.

 

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No desprecies la cruz.

Cuando no nos alineamos con los planes de Dios, estamos actuando para satanás. Así de claro lo deja Cristo. Cuando pensamos como los hombres y no como Dios, estamos sirviendo a satanás. ¡Muy fuerte! ¿No? Pero el Señor nos invita a “ponernos detrás de Él” y seguirle, para no desviarnos. A veces por una “caridad” o “compasión” mal entendidas podemos animar a las personas a que desprecien su cruz. A veces podemos animar a las personas a que huyan del sufrimiento, pero ese no es el camino de Dios. El camino de Dios es el amor, y tenemos que aprender a amar en cualquier situación, también en aquellas situaciones que causan sufrimiento, porque si no, el amor entre dos pecadores es imposible. Somos pecadores y Dios quiere que nos hagamos uno amando también en las consecuencias de nuestro pecado.
Si así lo hacemos, después, viene la salvación. Cristo nos ha redimido, ahora falta que acojamos la redención y, siguiéndole, nos ayudemos a salvarnos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alberto: A veces me viene la tentación de tirar la toalla. Lo noto porque tiendo a ponerte un ultimátum, porque no estoy dispuesto a seguir sufriendo las consecuencias de tus limitaciones y pecados.
Ana: A mí me pasa igual. Menos mal que reconocemos que es una tentación. Recuerdo cuando nos amenazábamos con separarnos si no cambiaba el otro. ¡Qué error Dios mío! Además, que ya nos íbamos haciendo a la idea de tan horrible decisión y llegaba un momento en que nos parecía hasta normal que ocurriese.
Alberto: Para más inri, algunos de nuestro alrededor nos aconsejaban mal: “Eso no tienes por qué aguantarlo”, “te mereces algo mejor”… y comentarios de ese tipo. Comentarios satánicos diría yo.
Ana: Pues sí. Cristo nos lleva a entregarnos en la cruz y eso incluye Getsemaní, que es cargar con las consecuencias de los pecados del otro. Además, en nuestro caso, también nos toca cargar con las consecuencias de los nuestros propios y reparar por ellos.
Alberto: Eso sí, cuando lo hacemos, nos adentramos en una nueva relación que el Señor va construyendo entre nosotros. Entramos en el reino de Dios en la tierra.

Madre,

Ayúdanos a no desviarnos. Sólo Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Por Su camino llegamos a la verdad y la vivir la verdad nos lleva a la salvación. Alabado sea por siempre.

Le veo en ti. Comentario para Matrimonios: Marcos 8, 22-26

EVANGELIO

 

El ciego estaba curado y veía todo con claridad.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 22-26

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.
Y le trajeron a un ciego, pidiéndole que lo tocase.
Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó:
«¿Ves algo?».
Levantando lo ojos dijo:
«Veo hombres, me parecen árboles, pero andan».
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a casa, diciéndole que no entrase en la aldea.

Palabra del Señor.

 

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Le veo en ti.

La mirada hacia nuestro esposo está afectada por nuestros juicios y prejuicios, por nuestras críticas… en definitiva, por nuestro propio pecado. Porque nada de fuera hace impuro al hombre, lo que sale del corazón es lo que hace impuro al hombre.
Mi esposo no hace impuro mi corazón, por duro que sea el sufrimiento que me cause. Su pecado no justifica mis malos pensamientos hacia él o ella. Lo que me hace pensar mal de él o ella, lo que me distancia de él o ella es mi propio pecado, lo que sale de mi corazón.
Por eso necesitamos una purificación de la mirada para ser capaces de descubrir el don que Dios me da a través de mi esposo tal como es, también con sus limitaciones y pecados. Es mi relación con Cristo la que me puede ayudar en esa empresa de verle cada día más desde Sus ojos y menos desde mis criterios y mis juicios. En la medida en la que sea capaz de valorarle como un inmenso don de Dios tal como es, seré capaz de amarle tal como es. Me interesaré por él o ella, le admiraré, estaré abierto a aprender de él o ella, le reconoceré como sacramento de Cristo vivo.
Pero esto es un proceso. Poco a poco, con la presencia del Señor en mi corazón, voy siendo capaz de ver la verdad de mi esposo cada vez con más claridad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marisa: Cariño, cada vez veo al Señor más en ti. Después de mi conversión me atraía mi relación con el Señor, pero tú eras un estorbo, una piedra en el zapato que me dificultaba mi camino hacia la santidad. Claro, el Señor es todo pureza y tú no, y eso me confundía. Poco a poco me empecé a dar cuenta de que si no estaba bien contigo no podía estar bien con el Señor ni conmigo misma. Me faltaba paz y no sabía por qué. Pero el Señor me va mostrando mi camino.
Ramón: Sí, he notado grandes avances en ti. Ha cambiado tu mirada hacia mí. Cuentas más conmigo, estás más cariñosa, pero aún hay veces que te me escapas. Es como si apartaras tu centro de atención y se te desviase otra vez a una espiritualidad más individual.
Marisa: De eso quería hablarte. Estoy en proceso, pero cada vez veo más claro que tú eres sacramento de Cristo para mí.
Ramón: Por si te sirve, últimamente estoy haciendo lago que me está sobrecogiendo. Cuando rezo mirándote a los ojos, te digo a ti lo que le quiero decir al Señor. Por ejemplo, el Padrenuestro, te lo digo a ti, sabiendo que eres sacramento de Dios para mí. Sé que tú no eres Dios, pero te lo digo a ti para decírselo a Él. Me sobrecoge la presencia de Dios que experimento en ti. Me está ayudando mogollón.

Madre,

Poco a poco el Señor va abriendo nuestros ojos sobre nuestra vocación. Poco a poco vivimos experiencias de Dios entre nosotros cada vez más palpables y sobrecogedoras. Me encanta mi vocación. Gracias Madre por llamarnos a profundizar en ella.

Matrimonios custodios. Comentario para Matrimonios: Lucas 10, 1-9

EVANGELIO

 

Evitad la levadura de los fariseos y de Herodes.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1-9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”.

Palabra del Señor.

 

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Matrimonios custodios.

No deja de ser curioso que hoy, día de los enamorados, coincida este Evangelio en que el Señor envía de dos en dos. Los esposos somos de los pocos que evangelizamos de dos en dos. ¿No será a nosotros a quienes envía? Un millón de gracias a todos los matrimonios que habéis respondido a la llamada de Dios para anunciar el Reinado de Dios en el matrimonio. Gracias a vosotros se están salvando miles de matrimonios y familias.
A vosotros, los que aún no habéis dado vuestro sí, también os llama el Señor de dos en dos para anunciarlo. Apúntate a ser matrimonio custodio al servicio de María.
¡Poneos en camino!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Alfredo: Con la cantidad de cosas que tenemos que hacer ¿cómo nos vamos a comprometer a ayudar a otros matrimonios?
Maricarmen: El Señor proveerá. Él dice que nos encarguemos de sus cosas que Él se encarga de las nuestras. Además, veo a los matrimonios que se están implicando, cómo están creciendo, cómo sus hijos se relacionan con los hijos de otros matrimonios que se entregan como ellos… Y la satisfacción de estar salvando muchos matrimonios en el nombre del Señor. Creo que es una oportunidad. No vamos a volver a tener la posibilidad de trabajar en una misión tan grande como esta, por la salvación del matrimonio y la familia, por la salvación de la Iglesia y del mundo. Cada matrimonio que se salva, afecta a sus hijos y a los hijos de sus hijos de generación en generación. Y afecta a sus familiares y amigos. Así se va extendiendo el reino de Dios en la tierra.
Alfredo: Eso sí es cierto. Tenemos la oportunidad de participar en algo grande, en una misión de Dios. Eso sí me atrae. Así que, te haré caso a ver qué tal.
(Y por el sí de Alfredo y Maricarmen, se salvaron sus hijos, amigos y miles de matrimonios más. Su sí llegó incluso a tener consecuencias para otros países. Es la potencia del envío del Señor).

Madre,

¡Seguimos en camino! Alabado sea Dios que nos envía allá donde piensa ir Él.

Pruebas de amor. Comentario para Matrimonios: Marcos 8, 11-13

EVANGELIO

 

¿Por qué esta generación reclama un signo?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
Jesús dio un profundo suspiro y dijo:
«¿Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación».
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

Palabra del Señor.

 

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Pruebas de amor.

Jesús suspira profundamente. Se va, sin dar explicaciones. Podría parecer que se marcha enfadado o decepcionado. Exigirle pruebas a Dios es muy feo y no somos quién para hacerlo, mucho menos cuando ya lo ha hecho. A veces actuamos como los fariseos y pedimos señales a Dios, cuando tenemos todos los días signos del inmenso amor que nos tiene. ¿Qué más signo que la vida? ¿Qué más signo que se haya encarnado? ¿Qué más signo que la Eucaristía? ¿Qué más signo que Su entrega en la Cruz por mí?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Teresa: Necesito sentir que me quieres.
Manolo: ¿Me pides una prueba de amor? Me he casado contigo, te he entregado mi vida. Soy la única persona en el mundo que se ha entregado a ti y, por tanto, soy la persona que más te quiere en el mundo ¿No te parecen pruebas suficientes?
Teresa: Pero últimamente, parece que te has olvidado de ello, porque sólo estás pendiente de ti mismo.
Manolo: Entiendo, no soy fiel en lo cotidiano. Mi “sí” ha sido, es y será definitivo. Te amo Teresa y te pido perdón por las veces que no te doy todo lo que necesitas. Le pido a Dios que me ayude a ser fiel en mi promesa de amor a ti como lo es Él conmigo minuto a minuto, segundo a segundo.
Teresa: Gracias, Manolo. Por favor, perdóname tú también por pedirte una prueba de amor. Eso tampoco es amar. No sé qué me pasa, pero últimamente me siento un poco triste y sola. ¿Me ayudas?
Manolo: Claro, mujer. Encantado de ser tu ayuda adecuada.

Madre,

Cuántas veces discutimos porque no recibimos una prueba de amor. Jesús se va sin dar ninguna prueba. El amor no exige pruebas, y mucho menos tratándose del amor de Jesús, al que sólo debemos agradecimientos. Gracias, Señor. ¡Gracias!

Con nueva mirada. Comentario para Matrimonios: Mateo 5, 17-37

EVANGELIO

 

Así se dijo a los antiguos; pero yo os digo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio.
Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehenna” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”.
Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
Se dijo: “El que se repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer – no hablo de unión ilegítima – la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”.
Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno».

Palabra del Señor.

 

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Con nueva mirada.

Tenemos que poner el acento no en la ley, sino en el amor. Ama y haz lo que quieras, decía San Agustín, porque el que ama de verdad no puede estar fuera de la ley de Dios. Por eso, tenemos que esforzarnos por ser guiados por el Amor en nuestras acciones y decisiones. Si hago todo en María, ya no actúo yo, sino que es Ella quien lo hace por mí y lo presenta al Padre. Esto es la consagración al Inmaculado Corazón de María.
Por eso, hay miradas de deseo entre esposos que no son lícitas: Aquellas en la que no miramos al esposo o a la esposa con la enorme dignidad que tiene de hijo o hija de Dios. Cuando miro con esa mirada “para desear” y no veo en la atracción hacia mi esposo o esposa una llamada a hacernos uno para construir una comunión, entonces estaré teniendo una mirada egoísta.
Por la gracia de Dios y por nuestro Sacramento, hay una nueva manera de mirar. ¡No te la pierdas!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: Carlos, he recuperado la admiración por ti. Es una gracia que hace que lo de dentro de ti envuelva lo de fuera. Es una mirada que me ha regalado María. Veo que juntos, en lo sencillo agradamos al Señor cuando le presentamos nuestros actos de amor a María.
Carlos: Lo he notado mucho, Marta. Veo cómo te agrada cada cosa que hago, y me lo dices, cómo me hablas con una sonrisa. Yo también te voy viendo cada vez más con una dignidad mayor. Ya sabes que se lo pido al Señor todas las mañanas, que me haga descubrir en ti ese valor no bastante apreciado.
Marta: Es precioso cómo el Señor por mediación de nuestra Madre, va cambiando nuestra mirada y cada vez sabemos apreciar más Su presencia en nosotros y entre nosotros. Algunos se conforman con leyes para detener lo que llaman la “violencia doméstica”, pero lo que realmente detiene la violencia no son las leyes. Es el Amor.
Carlos: Nosotros desde luego, aspiramos a mucho más que el hecho de que no exista violencia entre nosotros. Aspiramos a la santidad por medio de la Caridad Conyugal, el Amor de Dios en nuestro matrimonio.

Madre,

Gracias por llevarnos a conocer el amor verdadero. ¿Cómo te podremos pagar tanto como nos has dado? Unidos en María.