Archivo por meses: febrero 2023

Vía Crucis del Matrimonio Estación 6ª

6ª Estación
Jesús es azotado y coronado de espinas

Audio:

 

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Padrenuestro y un Avemaría.

Pilato quiere congraciarse con los judíos y entrega a Jesús a los soldados para que lo azoten. Para estos romanos es un buen motivo de entretenimiento. Y, al que llaman «el rey de los judíos», le colocan una corona de espinas.

Del Evangelio según San Mateo 27,26-30:

Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que fuera crucificado.
Entonces los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la cohorte. Le desnudaron, le pusieron una túnica roja y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y en su mano derecha una caña; se arrodillaban ante él y se burlaban diciendo: Salve, Rey de los Judíos.
Le escupían, le quitaron la caña y le golpeaban en la cabeza. Después de reírse de él, le despojaron de la túnica, le pusieron sus vestidos y le llevaron a crucificar.
(Mc 15,16-19; Lc 23,25, Jn 19,1- 3).

Comentario

Entregan a Jesús a los soldados, que lo desnudan y lo atan a una columna. Comienzan los azotes sin asomo de piedad: Uno tras otro descargan sus golpes hasta quedar exhaustos. Se producen desgarrones, sufridos en un silencio que no sirve para conmoverlos.
A la tortura terrible de los latigazos, se unen los ultrajes, llenos de frivolidad, de unos inconscientes. Nuestro Señor, Rey de cielos y tierra, se ve escarnecido con una corona de espinas, con un manto de púrpura, no contemplamos a un rey de corona de oro y trajes de seda y piedras preciosas, ¡No! Porque contemplamos al Amor, que nos enseña a amar. Conserva el perfecto dominio de sí mismo y una inalterable serenidad porque tiene su atención en el Padre, ¿En dónde tengo puesta yo mi atención cuando mi esposo me hiere?
¿Cómo me posiciono ante esta estación?
– ¿Me preocupa mi imagen? ¿Lo que piensen de mí por ser fiel a mi esposa y a mi familia? ¿Me preocupa lo que mi esposa piense de mí y por eso le oculto mis debilidades aparentando ser más de lo que soy? ¿Reclamo agradecimientos por mi entrega? ¿Reclamo mis derechos por mi trabajo?…
– O por el contrario ¿Estoy dispuesto a ser ridiculizado? ¿Estoy dispuesto a que no se reconozca lo que hago por amor? ¿Dispuesto a vivir las burlas y desprecios a los que puede someterme mi esposo en momentos de enfado?
¿Cómo responde Cristo, mi modelo y mi camino, ante estas situaciones? O prefiero no verlo…
Lleno de amor de Dios y en la divina voluntad con la misma paz, intimidad y confianza que en Nazaret y durante toda su vida, piensa: Esto quiere el Padre de mí, esto quiero yo. Acepta en silencio el dolor y el desprecio, en alabanza a Dios y en expiación por los pecados para redimir al mundo. Así me enseñas, Señor, a amar a mi esposo en la ofensa, no para mirarme o mirar mi dolor, que no conduce más que a la autocompasión, sino para, mirándote a Ti, Señor, mirar a mi esposo con amor, porque me necesita y redimir por él con mi dolor, para que Tú le sanes, le perdones y vivamos una comunión mucho más intensa. Porque me llamas a colaborar contigo en su santidad, a reparar por sus pecados y ahí Tú, Señor mío y Dios mío, me santificas a mí y vendrá a nosotros un anticipo de Tu Reino.
Danos Tu Amor y el Amor nos enseñará a ofrecernos por el otro y nos dará la fortaleza para conservar el silencio y la paz, Tu paz, con serenidad. Señor que no termine yo de romper la caña que está cascada en mi esposo/a, sino que por mi oblación se restaure.
¿Qué camino quiero elegir, el del desamor, el diablo orgullo que no admite una ofensa, o el de amar: es decir a Jesús que se humilla venciendo el mal? Sólo desde la
humillación se puede amar de verdad. Así nos lo enseña Jesús.

Oración

Señor, te vemos llagado y lleno de heridas. Quedamos conmovidos de Tu entrega sin límites. Te pedimos Señor que cada latigazo que recibiste, nos haga sentir el dolor que le causamos a nuestro esposo con nuestros enfados, con nuestra ira; que la humillación que viviste cuando Te desnudaron, sirva para no humillar a nuestro esposo con nuestros desprecios, con nuestras burlas ante su incapacidad o debilidad; que cada golpe con la caña, impida que nos golpeemos con una corrección fraterna sin amor; cada espina de Tu corona, nos recuerde nuestros pensamientos innobles y egoístas. Enséñanos a vivir con humildad y pureza de corazón, con generosidad y desprendimiento; y a respetarnos el uno al otro como morada del Espíritu Santo que somos.

V/ Señor, pequé.
R/Ten piedad de mí y de mi familia.

Tentaciones en Él. Comentario para Matrimonios: Mateo 4, 1-11

EVANGELIO

 

Jesús ayuna cuarenta días y es tentado.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 4, 1-11

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero él le contestó:
«Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”».
Jesús le dijo:
«También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús:
«Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.

Palabra del Señor.

 

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Tentaciones en Él.

Jesús, al igual que nosotros, fue tentado. Cuando comulgamos el cuerpo de Jesús, comulgamos realmente toda su vida, desde Su Encarnación hasta su Resurrección. Podemos participar de todas esas experiencias de Jesús con Su mismo Espíritu.
Bien, pues resulta que Jesús, como tú y yo, fue tentado. Esto significa que en cada tentación que vivo, puedo invocar al Espíritu de Jesús para que me permita superar esas tentaciones, cerrándole la puerta al diálogo con el maligno, tal como Él hizo en las tres tentaciones que hacen referencia a la triple concupiscencia: La de la carne, la de los ojos y la soberbia de la vida.
Comulgamos Su Cuerpo y eso nos permite participar hoy de Sus tentaciones y Su respuesta ante ellas.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Laura: Me apetece mucho tomarme una onza de chocolate. Me daría ese gusto al cuerpo, y me atrae un montón, pero Señor, hazme llegar tu Espíritu para centrarme en ti y en mi esposo y no en mí.
Carlos: Me encanta ese portátil que he visto por internet. Me estoy autoconvenciendo de que con esa tecnología trabajaría mejor. Pero Señor, permíteme unirme a ti por la fuerza de tu Espíritu y conformarme con lo que ya tengo, que es mucho.
Laura: Le estoy hablando de algo importante para mí y parece que no le importa porque no me presta atención. Está distraído con otras cosas. Pero me uniré a Jesús, me haré violencia con Él cuando ocultó su condición divina para ser aparecer ante nosotros como uno de tantos.
Carlos: Otra vez me está haciendo una corrección. No me dice nada más que lo que hago mal, y me duele que no me valore como un don de Dios. Pero, unido a Su Espíritu y movido por Él pido fuerzas para ofrecerme gustoso en este sacrificio de oblación de la entrega de Su Sangre por nosotros.

Madre,

El Señor nos une a Su Cuerpo Místico, para que vivamos toda Su vida desde la nuestra. Damos gracias a Dios por hacernos partícipes de esta oblación por amor al Padre en el único y eterno sacrificio que le ofrece el Hijo por el Espíritu Santo. Amén.

Vía Crucis del Matrimonio Estación 5ª

5ª Estación
Jesús ante Pilato

 

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Padrenuestro y un Avemaría.

Los judíos han condenado a muerte a Jesús, recurren a Pilato, el procurador romano, que ha de dar el consentimiento.

Del Evangelio según San Juan 18, 36-38. 19, 14-16:

Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos. Pilato le dijo: ¿Luego tú eres Rey? Jesús contestó: Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad? (…) Era la Parasceve de la Pascua, hacia la hora sexta, y dijo a los judíos: He ahí a vuestro Rey. Pero ellos gritaron: Fuera, fuera, crucifícalo. Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey voy a crucificar? Los pontífices respondieron: No tenemos más rey que el César. Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.
(cf. Mt 2 7, 11-25; Mc 1 5, 1- 1 4; Lc 23, 1-6).

Comentario

Pilato ve que le han entregado a Jesús por envidia, por rencillas religiosas; se da cuenta de que no ha hecho mal a nadie…, pero no hace nada por salvarle, porque eso le compromete. También yo, hay veces que me lavo las manos ante un conflicto conyugal o familiar, o ante una situación dolorosa, para no enfrentarme a ella, para no interceder por mi esposo, por ejemplo ante mis padres o hermanos, por no salir yo perjudicado. Decido lavarme las manos para tranquilizar la propia conciencia. ¿Qué es la verdad? La verdad es el Amor, quien ama está en la verdad. Quien huye elige a Barrabás.
¿La verdad me exige más de lo que estoy dispuesto a dar? ¿Me exige renunciar a mi orgullo y mi “yo”?

Oración

Señor, para esto he venido a este mundo, para ser sacerdote, profeta y rey por el bautismo, y dar testimonio de la verdad, siendo profetas pues nuestra comunión habla de Vuestro Amor Trinitario, ser imagen de la Santísima Trinidad es nuestra misión. Y yo, no doy testimonio de la Verdad.

V/ Señor, pequé.
R/ Señor, ten piedad de mí y de mi familia.

¿Contento conmigo? Comentario para Matrimonios: Lucas 5, 27-32

EVANGELIO

 

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y los escribas diciendo a los discípulos de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?».
Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Palabra del Señor.

 

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¿Contento conmigo?

Cuando vamos a ver a Ntra. Madre o nos situamos frente a una imagen del Señor que nos dé devoción, solemos mirarlos a la cara buscando en ella una sonrisa de complacencia porque están contentos con nosotros, porque hay veces que parecen estar más sonrientes que otras. Puede darnos la sensación de que estarán más contentos si lo hemos hecho mejor y más tristes si hemos caído recientemente.
Pero eso son sensaciones nuestras porque creemos que Ellos actúan según haríamos nosotros por nuestra naturaleza caída, con nuestras esas tendencias “justicieras” que nos encantan.
Cometemos una grave equivocación cuando nos obstinamos en ocultar nuestro pecado, pacificar nuestra conciencia o justificar nuestra vida, para poder presentarnos con una cierta dignidad ante Dios. Lo mismo hacemos entre nosotros: No paramos de justificarnos y defender nuestra imagen ante el esposo para presentarnos más dignamente ante él o ella. Si no, ¿qué va a pensar de mí?
Pero la realidad es que nuestro pecado, por muy grave que sea, no ha de ser nunca un obstáculo para acercarnos humildemente a Dios. Al contrario, pocas veces está el hombre tan cerca de Dios como cuando se reconoce pecador y acoge agradecido el perdón de Dios y su fuerza renovadora.
Así debía ser también entre los esposos. Cuando peor lo haya hecho es el mejor momento para presentarme ante mi esposo, contarle lo que he hecho y pedirle perdón. ¿Qué tal si lo practicamos esta cuaresma? Descubriremos qué bien nos va.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Lourdes: Pedro, te veo otra vez muy despistado. No rezas lo que deberías y hace tiempo que no te confiesas, y se te nota mucho en el carácter. Vuelven a aparecer en ti esos malos modos y esas respuestas impulsivas tan desagradables.
Pedro: Tienes razón, Lourdes. Lo estoy haciendo aún peor de lo que dices. En mis pensamientos hay mucha oscuridad y mis intenciones son aún peores de lo que me estás diciendo.
Lourdes: Gracias Pedro. Me ha sorprendido que no te has defendido y has presentado tu situación peor de lo que te decía. Esperaba tus excusas e incluso que te enfadaras conmigo. Te pido perdón por ello y te agradezco tu humildad. Me deja muy tranquila.
Pedro: Gracias a ti, Lourdes por estar atenta a mi camino de santificación. Realmente eres mi ayuda adecuada.

Madre,

Gracias a Dios, Jesús como y bebe con pecadores. Gracias porque así podemos sentarnos cada día a la mesa con Él, para que pueda venir a alimentar y sanar nuestros corazones y ser así mejores esposos. Alabado sea Dios.

Vía Crucis del Matrimonio Estación 4ª

4ª Estación
Jesús es negado por Pedro

 

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Padrenuestro y un Avemaría.

Pedro había confesado que Jesús era el Mesías, y el Señor le había respondido: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Pero Jesús ahora necesita ayuda, y Pedro flaquea: niega a su maestro, no una sino tres veces.

Del Evangelio según San Mateo 26,69-75:

Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el atrio; se le acercó una sirvienta y le dijo: Tú también estabas con Jesús el Galileo. Pero él lo negó delante de todos, diciendo: No sé de qué hablas. Al salir al portal le vio otra vez y dijo a los que había allí: Este estaba con Jesús el Nazareno. De nuevo lo negó con juramento: No conozco a ese hombre. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Desde luego tú también eres de ellos, pues tu habla lo manifiesta. Entonces comenzó a imprecar y a jurar: No conozco a ese hombre. Y al momento cantó el gallo. Y Pedro se acordó de las palabras que Jesús habla dicho: Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente. (Cf Mc 14, 66-72; Lc 22, 56-62; Jn 18, 15-18. 25- 27).

Comentario

Pedro había estado con Jesús desde el principio, había cambiado su vida. Y lo quería de verdad. Era un hombre sencillo y apasionado; entonces, ¿por qué niega a su maestro?
Pedro, era impulsivo, saca su espada sin titubeos en un momento delicado, no sabe medir sus palabras, y alardea de que nunca le abandonará: «aunque todos te nieguen, yo no lo haré». Pedro confía más en sí mismo que en el Señor, se apoya en sus propias fuerzas, y cuando éstas fallan, se desmorona.
¡Cuidado con la soberbia! Es sutil y ciega ¿me he fiado más de mí mismo que del don que Tú, Señor, nos regalaste el día de nuestra boda? ¿Me creo que soy el autor de nuestro matrimonio y cuento con mis propias fuerzas y se las exijo a mi esposo en lugar de contar con el Señor? ¿Acaso cuestiono, Padre, el esposo que has elegido para mí, negándolo?
¿Y cómo actuaría yo en el lugar de Cristo? Mi predilecto, mi esposo, mi ayuda adecuada, me había prometido hacerme feliz. También, en muchas ocasiones me ha dicho que iba a cambiar. De boquilla, muy bien, pero luego… llegada la hora, me traiciona. Mi esposo, vuelve a hacerlo otra vez. Falla a nuestro compromiso de entrega. No me ayuda, o se enfada y echa sobre mí toda su indignación, o me saca una lista de todos los errores que cometí y que supuestamente me había perdonado, siento que con su actitud me niega…
Mi esposo me ha negado. ¿Le acojo como Cristo? ¿Le miro con Su ternura? ¿Me entrego a mi esposo aun sabiendo que me va a volver a traicionar? O soy demasiado vanidoso como para aceptarle sus caídas… como si yo no las tuviera…
Si le miro con ternura, si callo como Cristo, hay una posibilidad de restablecer fácilmente la comunión. Si espero a que pase la “tormenta”, entendiendo su debilidad, y le acojo como Cristo, luego tendré la posibilidad de que venga arrepentido, porque yo no he respondido a su dolor con más dolor. Entonces se abre la posibilidad del perdón, del reencuentro, y podré preguntarle ¿Me amas? y otra vez ¿Me amas? y otra vez, ¿Me amas? Y cuando me responda afirmativamente, le diré: Tú eres mi esposo a ti confío mi vida.

Oración

Señor, nosotros también, como Pedro, nos negamos en muchas ocasiones. Nos negamos a entregar lo más íntimo de nuestro corazón, nos olvidamos de las promesas, de esos momentos en que nos dijimos que no nos abandonaríamos. Y porque somos débiles, te pedimos, Señor, ser humildes en nuestras palabras y en nuestras acciones: que nos fiemos de Ti más que de nosotros mismos, que confiemos en el don que nos regalas y acudamos a nuestro Sacramento del matrimonio para ser una sola carne, un solo corazón y una sola alma.

V/ Señor, pequé.
R/ Señor, ten piedad de mí y de mi familia.