EVANGELIO
Los que lo tocaban se curaban.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 53-56
En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron.
Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.
En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.
Palabra del Señor.
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De Tú a yo.
Decía una vez Monseñor Munilla que, si Dios te da una gracia, prepárate para sudar. A veces somos muy rápidos para pedir las gracias de Dios, pero no somos conscientes de la tarea que conlleva recibirlas. Como los discípulos a los que llamaba “hijos del trueno” que pidieron sentarse a Su derecha y a Su izquierda y Él les pregunta si están dispuestos a beber el cáliz que ha de beber. A veces me he planteado que me gustaría que Dios me diera la capacidad de sanar enfermos. Al principio estaría bien, y sería toda una satisfacción poder hacerlo. Pero ahora me imagino, como Él, que allá donde fuera, me reconocieran y se agolpara la gente a mi alrededor. Sería agotador. Llegaría un momento en que me escondería para no ser visto. Si yo fuese Jesús, quizás me plantearía hacer una especie de “amnistía patológica” o liberación de enfermedades generalizada. Mucho más práctico, cómodo y rápido, y aparentemente con los mismos efectos.
Pero Jesús no la hace así, nos sana a cada uno personalmente, porque considera que tengo una dignidad suficiente como para que mi sanación sea personal: de Tú a yo. Él vive ese celo por la misión que le ha encomendado el Padre y se emplea a fondo hasta quedar extenuado. Algunos pretenden implantar una confesión comunitaria, como si eso fuese una ventaja. Independientemente de la invalidez del sacramento, yo no veo la ventaja, veo que Jesús quiere sanarme en Su relación personal conmigo y eso me emociona profundamente y me hace sentirme amado hasta el extremo.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Juanjo: Para hacer la oración conyugal ¿Vale con rezar un rosario rápido con los niños en el coche? Es que, llevamos una vida que no nos da para más.
Carmen: Juanjo, contempla a Jesús en el Evangelio. Él quiere que te acerques tanto que puedas tocarle. Él busca una relación personal contigo para poder sanar tus heridas, necesitas una intimidad con Él para llenarte de Su gracia. No hay nada más importante en nuestro día que nuestro acercamiento juntos a Jesús. Cielo y Tierra pasarán, pero lo que construyamos con Él, eso dará un fruto que no pasará.
Juanjo: Quizás es que me cueste creer que somos tan importantes para el Señor, como que Él está a otras cosas y las nuestras no son importantes.
Carmen: Yo tengo experiencia de que Él está súper pendiente de nosotros. Reza conmigo y lo experimentarás tú también. ¿Te parece?
Madre,
¿Qué ha puesto Dios en mí que me ha hecho digno de Él? Su Amor, que lo ha compartido con nosotros. Alabado sea por darme tanto para poder estar tan cerca de nosotros. Pedimos que todos los Sacerdotes que ayudan a Matrimonios vivan también su vocación con el mismo que Cristo. Amén.