Archivo por meses: noviembre 2022

Hasta que duela. Comentario para Matrimonios: Lucas 21, 1-4

EVANGELIO

 

Vio una viuda pobre que echaba dos monedillas.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 1-4

En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas y dijo:
«En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor.

 

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Hasta que duela.

¿Y si mi esposo es uno de esos que echa las pocas monedillas que tiene? A lo mejor ando criticándole porque me parece que echa poco, y resulta que algún día llegará Cristo y me dirá: Tú has echado de lo que te sobraba, en cambio tu esposo ha echado todo lo que tenía. Y resulta que yo le he estado juzgando toda la vida por lo poco que le veía echar… ¿Qué cara se me iba a poner?

A lo mejor mi esposo es ese que pasa necesidad y encima me da lo que le queda. No lo sé, ni lo podré saber hasta que me muera y le contemple en el gran juicio. Allí seremos juzgados no por lo que hemos hecho objetivamente, sino por el amor que hemos puesto en lo que hacemos.

Santa Teresa de Calcuta decía que hay que dar hasta que “duela”. La viuda da hasta lo que le queda para vivir. Yo, Señor, espero darme cada día a mi esposo, hasta que duela.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ana: Entraba en la cocina, mirando los muebles desde una perspectiva que me permitía ver si había huellas de dedos en las puertas. No soporto que se toquen las puertas y se dejen huellas, habiendo asas especialmente para poder abrirlas. Aquella mañana, vi unas huellas justo en mitad de una de las puertas. Y me indigné: ¿Para qué habría que poner la mano ahí? ¡En mitad de la puerta! Me disponía a echarle la bronca a mi esposo, cuando de repente veo que coge un trapo para abrir una de las puertas de los muebles altos de la cocina, sin tener que tocar ni siquiera el asa. ¡Pobre! Me dio tanta pena ver que había llegado a ese extremo por intentar agradarme, que me callé, y sin decir nada, cogí otro trapo y limpié las huellas del centro de aquella puerta.
Entonces me pregunté ¿Qué esposo abre las puertas de la cocina con un trapo? Sólo el mío, por amor. ¡Cuánto me ama!, pensé. Y me enamoró tanto aquello…
Puede que en algún momento, vuelva a poner sus huellas en las puertas de la cocina, pero he aprendido a comprender que no lo hará por falta de amor hacia mí, sino víctima de su propia limitación.

Madre,

Normalmente no tenemos mucho para dar, porque somos poca cosa. Pero lo importante es que Dios, con ese poquito nuestro, hace mucho. De Tu vientre de mujer, Madre, Dios hizo Su casa ¿En qué convertirá nuestra entrega conyugal? Gloria a ti por siempre Señor.

Su Cruz, mi cruz. Comentario para Matrimonios: Lucas 23, 35-43

EVANGELIO

 

Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 23, 35-43

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús, diciendo:
«A otros ha salvado; que se salve a si mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
Había también por encima de él un letrero:
«Este es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».
Y decía:
«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
Jesús le dijo:
«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Palabra del Señor.

 

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Su Cruz, mi cruz.

Como cristianos, compartimos la Cruz de Cristo diariamente, o deberíamos. Hoy nos situamos con Jesús en el Gólgota, para compartir el momento de la cruz. Allí encontramos 3 cruces. Una de ellas es la de Cristo, una Cruz que sólo Él puede ocupar, porque sólo Él puede vivir la cruz de esa manera, como el único Inocente que se ofrece a sí mismo como Cordero en expiación por los pecados del mundo entero.

A nosotros nos quedan dos posibles cruces. La del mal ladrón, que es ese que anda quejándose de su cruz, que además considera que no se la merece y le exige a Dios que le baje de ella. Esta es la cruz de los esposos que no paran de quejarse y que no quieren sufrir. La otra que podemos elegir es la del buen ladrón, ese que reconoce que merece estar en la cruz, porque es un miserable, ese que reconoce que Jesús es Dios, que es el único inocente. Desde su sencillez y humildad, se limita a pedirle a Jesús que se acuerde de él cuando esté en el paraíso. El resultado es que es el primer santo de la historia de la Iglesia y el único proclamado directamente por Jesús. Merece la pena reconocer nuestra debilidad, acoger nuestras cruces y reconocer la Divinidad de Cristo. ¿No os parece?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Laura: Señor, mi esposo no avanza a la velocidad que me gustaría. No tiene tanta necesidad de comprensión, de compartir nuestras cosas, de oración juntos. Para mí es un sacrificio enorme, Tú lo sabes, pero yo te ofrezco esta cruz que me merezco, unida a Tu Sacrificio, por su salvación. Confío en ti, Señor, haz posible nuestra comunión cuanto Tú quieras.
Jesús: Laura, Tú estarás conmigo y con tu esposo en el Reino de los Cielos.

Madre,

Aceptamos nuestra cruz con humildad. La aceptamos como el camino de Cristo nos muestra para llegar a alcanzar Su gloria. Él es el camino, la Verdad y la Vida. Señor, acuérdate de nosotros desde tu Reino. Alabado sea Dios.

¡Aún más! Comentario para Matrimonios: Lucas 20, 27-40

EVANGELIO

 

No es Dios de muertos, sino de vivos.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 20, 27-40

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección y preguntaron a Jesús:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».
Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que lo muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos»
Intervinieron unos escribas:
«Bien dicho, Maestro»
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

 

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¡Aún más!

Si ya tenemos experiencia de la maravilla que es el matrimonio, porque, como dice el Papa Francisco, es lo más hermoso que Dios ha creado ¿Cómo será la unión de los esposos cuando lleguemos al cielo? El matrimonio es un signo del amor de Dios, pero en la otra vida desaparece el signo porque estaremos viviendo la plenitud de nuestra unión.
Dios nos promete algo muy grande para cuando estemos en Su Reino. Merece la pena esforzarnos para llegar a él.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Rafa: Nunca pensé que el matrimonio pudiese ser tan grande. Las maravillas que el Espíritu Santo nos está haciendo vivir, eran impensables para mí hace algunos años. ¿Cómo explicarle al mundo qué pasa cuando le quitas los impedimentos al Espíritu y le deja que construya tu matrimonio?
Agustina: Creo que ese mismo problema tiene Dios. ¿Cómo explicarnos qué es el cielo? ¿Cómo explicarnos Su promesa? ¿Cómo explicarnos la experiencia que se vive cuando alcanzas la plenitud del amor? Algunos han tenido el privilegio de contemplar el cielo. Después de eso, ¿qué podría pararnos en nuestro camino hacia Dios?

Madre,

La generosidad de Dios es indescriptible. Él quiere que paladeemos el cielo aquí en la tierra a través de los sacramentos, pero por la dureza de nuestro corazón no los disfrutamos en toda su plenitud. Que los matrimonios descubran la potencia de su sacramento, Madre. Alabado sea el Señor.

Anhelo de Dios. Comentario para Matrimonios: Lucas 19, 45-48

EVANGELIO

 

Habéis hecho de la casa de Dios una “cueva de bandidos”.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”»
Todos los días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él escuchándolo.

Palabra del Señor.

 

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Anhelo de Dios.

Me estremece que el Señor tenga tanto interés en habitar en mí. Su casa es casa de oración, y Él quiere residir en mí. Me estremece su celo por estar presente en mí. ¡Qué menos que responderle con el mismo celo!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Nacho: Silvia, necesito que el Señor esté presente en todo momento en mi memoria, en mi entendimiento y en mi voluntad. Y veo que mi cabeza se distrae fácilmente. ¿Podrías ayudarme?
Silvia: Claro, Nacho. ¿Qué puedo hacer por ti?
Nacho: Me gustaría que mi alma fuese siempre casa de oración. ¿Podrías hacer alguna jaculatoria que me ayude a reconducir mi memoria, mi entendimiento y mi voluntad cuando veas que no está Él presente? Me ayudarías mucho, la verdad.
Silvia: Me encanta tu deseo firme de que reine Él en tu corazón. Por supuesto que te intentará ayudar. A mí también me ayudaría. También me distraigo mucho con las cosas mundanas y los problemillas del día a día. ¿Nos ayudamos mutuamente? Si reina Él en nuestro corazón, reinará el amor entre nosotros.

Madre,

Se acerca Cristo Rey. Queremos que reine en nosotros, en nuestro matrimonio, en nuestra familia, en nuestra comunidad. ¡Viva Cristo Rey!

Paz en la lucha. Comentario para Matrimonios: Lucas 19, 41-44

EVANGELIO

 

¡Si reconocieras lo que conduce a la paz!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida».

Palabra del Señor.

¡Nos vamos a Argentina!

En Buenos Aires: JUEVES DIA 17: En SAN ISIDRO: 19:30h Anuncio – Parroquia Santo Cristo (Liniers 800)

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Paz en la lucha.

Nos conmueve el llanto de Jesús. Si conociéramos todos los esposos lo que conduce a la paz. ¿Conozco lo que me conduce a la paz? Una paz que no tiene nada que ver con el vacío estéril e inerte de la soledad o de la tranquilidad. Tiene que ver con luchar duro por ser coherente con aquello para lo que he sido creado, actuar según la enorme dignidad que Dios me ha dado. Si no, mis enemigos: las pasiones, el orgullo y mi mirada acusadora, se apoderarán de mi corazón, lo sitiarán y me arrastrarán junto con mi esposo y mis hijos, y lo destruirán todo.

Es ser un don, lo que me conduce a la paz, es acoger al esposo como un don de Dios, lo que me conduce a la paz. Es construir una intimidad común a imagen de Dios, purificar mi corazón para a mi esposo como Dios le mira… esto es lo que me conduce a la paz. La paz es acoger la voluntad de Dios en mi vida, acoger a Cristo que está en mi matrimonio. Y al contemplar la vida de tantos esposos que no lo hacen, lloramos, y Cristo, también.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carmen: Me divorcio y acabo de una vez con esta batalla, rehago mi vida y encuentro la paz.
Matrimonio Tutor: Si no reconocemos la visita del Señor que te está diciendo a través de nosotros en Su nombre que la paz nace de hacer Su voluntad, y Su voluntad es rescatar lo que estaba perdido, salvarlo. El divorcio es una ruptura, y Dios nunca crea división. Tu esposo está por construir, tú también, y vuestro matrimonio… Y la paz la encontrarás después de haber luchado no contra tu esposo, sino junto a tu esposo, ayudándole a crecer, a llegar a ser lo que Dios quiere de él. ¿Lo ves?
Carmen: Ya. Estoy tirando la toalla en una batalla que es la que me va dar la victoria sobre la vida. Es una lucha dura, pero por eso mismo, es una paz grande la que me espera. Pero no sé cómo hacerlo.
Matrimonio Tutor: No estás sola. Nosotros te acompañamos para ayudarte a sacar lo mejor de tu esposo, que tiene grandes talentos. ¿Te parece?
Carmen: Me parece muy bien. Estoy dispuesta. ¡Aquí está tu sierva, Señor!
(Y ese día, hubo una fiesta en el cielo)

Madre,

Que el Espíritu ilumine nuestra mente y nuestros corazones para que veamos en cada momento la visita de Dios, para que me muestre lo que conduce a la paz. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.