EVANGELIO
Si siete veces en un día vuelve a decirte: «Me arrepiento», lo perdonarás.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay del quien los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le atacaran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás».
Los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor contestó:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar” y os obedecería».
Palabra del Señor.
¡Vamos a Argentina! (Mendoza y Buenos Aires)
Empezamos en Mendoza:
Después, Buenos Aires:
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oFEnsas con “FE”.
Hace falta mucha fe para actuar a imagen de Dios frente a las ofensas de los demás. Vivir las ofensas es duro, pero si contamos con el poder de la fe, la carga se hace llevadera. La fe tiene un poder infinito: Da vida, salva, hace milagros… Si confío en Jesús, hago propia Su fuerza sanadora. ¡Brutal! El poder que nos da Dios, si tenemos fe, es infinito: “Todo lo que pidáis en oración con fe lo recibiréis” (Mt 21,21-22) E “infinito”, aplicado a mi matrimonio, es mucho.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Andrés: No consigo perdonarte. Esto no tiene remedio.
María: ¿Cómo que no tiene remedio?
Andrés: Lo único que podemos hacer es rezar.
María: Lo dices como si fuera una opción casi absurda. Como si no tuvieras nada de fe en ello.
Andrés: Hemos estado en sicólogos, en COF… y nada. Esto no lo arregla ni la Virgen de Lourdes.
María: Te estás refiriendo a la Madre de Dios. ¿De verdad crees que Ella no puede arreglarlo? Te propongo un reto. Tú y yo empezamos a hacer oración y sacrificios de entrega mutua a partir de ahora por salvar nuestro matrimonio. Empezamos hoy mismo. Nos fijamos un mes de plazo, y después me dices. ¿Aceptas?
Andrés: Acepto el reto. Empezaré por acompañarte en tu oración, cosa que no entiendo en absoluto.
(Un mes más tarde)
Andrés: ¡Increíble! ¿Pero qué nos ha pasado? ¿Cómo es que me siento otra vez más unido a ti que nunca?
María: Nuestra Madre, Andrés. Eso ha sido, Nuestra Madre. Bendita sea. ¡Gracias!
Madre,
Estamos en Tus manos. En Ti confiamos, bendita Madre. Te queremos.