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Grande es la promesa. Comentario para Matrimonios: Mateo 24, 42-51

EVANGELIO

 

Estad preparados.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 24, 42-51

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?
Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.
Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes».

Palabra del Señor.

 

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Grande es la promesa.

Al administrador fiel y prudente Dios le confiará la administración de todos Sus bienes. Tela marinera lo que nos dice el Señor en este Evangelio. Sin lugar a dudas, es mucho más potente esta promesa que el miedo al castigo por no administrarlos. Si el miedo a ese llanto y rechinar de dientes es sobrecogedor, cuánto más hermosa y grande es la promesa de la administración de todos los bienes Divinos, ni más ni menos. María fue el gran modelo en esto de ser fiel y prudente con las cosas de Dios y por eso ahora es Reina de Universo. Medianera de todas las gracias de Dios. Es ella quien las administra todas. Portémonos como Ella para ser dignos del reino de Dios.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: Lucía, ¿sabes qué te digo? Es mentira que no recemos y no vayamos a la Eucaristía diaria porque no tenemos tiempo. Y las consecuencias de no hacerlo son graves, porque si no nos llenamos de la gracia, no podremos darnos el uno al otro la ayuda que Dios quiere.
Lucía: Sí, yo también lo tengo claro. Este verano hemos tenido todo el tiempo del mundo y sin embargo hemos ido a Misa menos que durante el curso y hemos rezado bastante poco, la verdad. Y las consecuencias están ahí. En este mes nos hemos distanciado bastante el uno del otro.
Andrés: En cierto modo, me alegro mucho de volver a nuestra vida normal. Es en el día a día cotidiano cuando tenemos la oportunidad de crecer y entregarnos.
Lucía: Sí. La vida es hermosa, pero cuando se entrega, claro.
Miguelito: Mamá, entonces ¿Vais a volver a quereros como antes?

Madre,

Gracias por tu ejemplo como administradora fiel y prudente. Alabamos a Dios por haberte hecho administradora de todas las gracias. Acuérdate de nosotros, que nos hemos puesto a tu servicio. Amén.