Archivo por días: 5 mayo, 2022

Escuchar, aprender y vivir. Comentario para Matrimonios: Juan 6, 44-51

EVANGELIO

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 44-51

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

Palabra del Señor.


Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES pincha aquí
:  http://wp.me/P6AdRz-D1

Escuchar, aprender y vivir.

El proceso lo deja Jesús claro: 1º Escuchar, 2º Aprender, 3º Vivir la Verdad. Si cambiamos el orden, es cuando nos desviamos. Si creemos saber la verdad sin aprender, nos pasa que acabamos pegándonosla, eso nos pasó a los que nos casamos pensando que ya sabíamos amarnos. Si aprendemos de otros que no han escuchado al Padre, nos desviamos y somos unos desgraciados, eso ocurre a todos los que siguen ideologías que marcan otros tipos de familia o de matrimonio, que no son como Dios los creó. Para vivir un matrimonio feliz, o sea Santo, primero tengo que escuchar la Palabra, así aprendo y empiezo a caminar hacia la Verdad, que da la Vida. Porque sí, tengo que confesarlo, mi matrimonio me da la vida.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Laura: ¿Te acuerdas cuando te decía que casi todo lo he aprendido contigo?
Jaime: Sí, éramos tan jóvenes cuando empezamos a salir…
Laura: Pero ahora creo, que todo lo hemos aprendido juntos desde que nos encontramos con el Señor, y empezamos a leer la Palabra. Nos ha cambiado nuestra manera de pensar, de vivir, nuestras prioridades, nuestras preferencias…
Jaime: Sí, nos ha dado un vuelco impresionante a la vida. Yo no paro de darle gracias por tanto como nos ha dado desde que nos rescató. Íbamos por muy mal camino y ha reconducido nuestra vida. Alabado sea el Señor!
Laura: Alabado sea.

Madre,

Nosotros también queremos ser discípulos de Dios. Señor, aliméntanos con Tu Carne para dar vida a nuestro matrimonio y nuestra familia. ¡Alabado seas por siempre!

Necesita un “Sí”. Comentario para Matrimonios: Juan 20, 19-23

EVANGELIO

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor.


Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES pincha aquí
:  http://wp.me/P6AdRz-D1

Sólo necesita un “Sí”.

Domingo de Pentecostés. ¿Qué decir ante un fiesta tan grande? Es la fiesta más grande que puede haber después de la Resurrección del Señor. No solo me salva, sino que me envía a Aquel que puede guiarme, darme las fuerzas para ser fiel en los momentos de dificultad, comprender la lógica de Dios, mostrarme cuál es Su voluntad para mí, lo que me favorece y lo que me perjudica. Aquel que es capaz de construir una unión entre nosotros inenarrable, impredecible, increíble, indescriptible…
El amor de Dios es inmenso. Primero me crea, luego me rescata y después entra en mí para llevarme a Él. Es maravilloso cómo se vuelca por mí, cómo se desborda en amor por mí. Su amor va más allá de lo imaginable. Es imparable, un amor que no se rinde nunca y que haga lo que haga, está dispuesto a entregarse más, a darme más, hasta superar mi pecado y purificar mi corazón. Tanto que sólo necesita un “Sí” para empezar a actuar en mí y llevarme a lo más grande.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mercedes: Estoy admirada de la cantidad de miedos que tengo y que me hacen protegerme o endurecer mi corazón para que no quede expuesto. Pero veo que los Discípulos también estaban encerrados con miedo.
Mario (esposo de Mercedes): Sí, estaban con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Mercedes: Como mi corazón. Tengo algunas puertas cerradas y no te dejo entrar en esas partes de mí, por miedo a tu interpretación, por miedo a tus juicios, por miedo a que me hagas daño algún día. Es mi intimidad, y es la parte más sensible de mí. Me da miedo exponerla y que me puedas herir.
Mario: Te propongo que lo hagamos en la oración conyugal, poco a poco. En la oración, invocamos al Espíritu y Él nos guía y nos sostiene. Cuando me abres tu corazón en la oración conyugal, experimento la gracia de la misericordia de Dios, la ternura. Y no te miro con malos ojos, sino que me muestra la belleza de tu alma. Un corazón contrito y humillado el Señor no lo desprecia, y yo tampoco.
Mercedes: Eso me da esperanza, Mario. Cuando Cristo insufló el Espíritu Santo sobre los apóstoles, se les quitó el miedo y salieron a predicar. Yo confío en Él, y quiero acogerlo para que me dé esa valentía. Confío en Él y voy a entregártelo todo, Mario.
Mario: Estoy deseando acoger tu intimidad. Para mí tiene un valor enorme. El Espíritu está sobre nosotros por nuestro Sacramento. Te amo, tal como eres.
Mercedes: Gracias. Te amo.
(Y el Espíritu los llevó a participar del Amor de Cristo. Ni más ni menos…)

Madre,

Qué gran don, el Espíritu Santo. No tengo palabras de agradecimiento suficientes para responder a recibir el mismísimo Amor de Dios, para poder amar con Él a mi esposo. Alabado sea Dios que ha estado Grande con nosotros.