EVANGELIO
No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará».
Palabra del Señor.
Poco glamour y mucha coherencia.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)
Es un Evangelio muy impactante, justo el día después del nacimiento del Niño Dios. El Señor nos advierte de que no es todo tan bonito, existe el mal en las personas. No va a ser fácil.
Hoy el Evangelio nos habla de la acción del Espíritu Santo en nosotros.
Si dejo inundar mi corazón por el Espíritu Santo, entonces Él dará testimonio del poder de Dios a través de mí. Hablamos del Espíritu Santo como abogado defensor. Su labor es continuar la obra de salvación de Cristo intentando salvar de Satanás a todos los hombres.
En la primera lectura vemos cómo actúa a través de San Esteban, el “protomártir”, el primer mártir. Así, lleno del Espíritu Santo (como dice la Lectura) da testimonio del poder de Cristo, con una sabiduría que sus oponentes no eran capaces de rebatir y la fuerza suficiente para morir por amor a Dios. (Hasta aquí, reflexión extraída de la catequesis de S. Juan Pablo II 24-5-89)
Ante esto, ¿Quién va a defender a mi esposo del mal? Mi ayuda no consiste en argumentar desde mi inteligencia y mis criterios para convencerle, consiste en llenarme del Espíritu Santo, para dar testimonio del poder de Dios a través de mí y que así crea. Lo malo es que, normalmente no creemos por el testimonio que damos en las situaciones cómodas y agradables. Es necesario dar testimonio en las dificultades: “Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre” Hablamos de la indisolubilidad, estar dispuesto a someterse por amor, humillarse, ser perseguido, es necesario estar dispuesto a dar mi vida por la conversión de mi esposo, de mis hijos, de los matrimonios. Es la moneda del amor que en este mundo no se entiende. Por eso, aun así, no me puedo fiar de la respuesta de la gente. Puede ser que se abalancen contra mí y me apedreen con sus críticas, ridiculizándome, mofándose, llamándome “iluminado”, aprovechando mis errores para restregarme mi fe por la cara… Es heroico y sólo soy capaz de mantener la paz si, como Esteban, miro al cielo desde lo más profundo de mi corazón, del encuentro con el Espíritu, a través de la oración, de los sacramentos… Él me mostrará la gloria de Dios. Eso me dará las fuerzas necesarias para dar testimonio de Él.
“Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la Tuya”.
Madre,
Ayer el nacimiento de tu Hijo, y hoy el martirio de San Esteban. Qué contraste. Pero a eso ha venido nuestro Señor, a demostrarnos que nos ama hasta el extremo. Hay poco glamour, pero mucha coherencia. Dame fuerzas para ser Su testigo, testigo del amor verdadero para mayor Gloria de Dios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.