Archivo por meses: mayo 2023

Pintando corazones. Comentario para Matrimonios: Juan 21, 15-19

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

 

EVANGELIO

 

Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 15-19

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, le dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú, sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió:
Sígueme».

Palabra del Señor.

Pintando corazones.

El Señor deja a Pedro a cargo de Sus ovejas. Pero le pone una condición, que le ame, porque solamente amándole, podrá amar a Sus ovejas. A nosotros también nos deja unas ovejas para cuidar:
Amoris Laetitia 322: Toda la vida de la familia es un «pastoreo» misericordioso. Cada uno, con cuidado, pinta y escribe en la vida del otro: «…no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo» (2 Co 3,2-3). Cada uno es …en el nombre de Jesús, …un labrador que trabaja en esa tierra fresca que son sus seres amados, estimulando lo mejor de ellos.
Qué hermosa escena. Doy culto a Dios porque Él sembró las cosas buenas en mi esposo, esperando que yo las hiciera crecer. A mí me da el pincel para pintar en su corazón, no con pintura, sino con el Espíritu de Dios. ¿No es imprescindible que yo ame a Dios primero?
“¿Me quieres más que estos?” En cuestiones de amor, hay que amar más que nadie, para tener el impulso necesario y responder al amado como se merece, responder a la misión que Dios me encomienda. Yo Señor, amo a mi esposo más que nadie, a mis hijos más que nadie y quisiera ser también quien más te amase a ti.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juan: Buenas tardes.
Tendera: Buenas tardes.
Juan: Venía a por pintura para pintar los corazones de mi esposa e hijos.
Tendera: Muy bien. Ha venido al lugar adecuado. La desea mate o brillo. La mate apaga las ilusiones y la de brillo las realza.
Juan: Entonces brillo, por favor.
Tendera: La quiere de tonos oscuros o claros.
Juan: Claros, por favor, que los oscuros quitan la esperanza.
Tendera: Muy bien. Colores fríos o cálidos.
Juan: Cálidos, por supuesto. Quiero pintar sus corazones con más amor que nadie.
Tendera: Entonces le recomiendo el rojo.
Juan: Pero si el rojo es el color original de los corazones.
Tendera: Ya, pero suele ensuciarse y apagarse con el tiempo. Así con su ayuda recuperarán el color que Dios les había puesto. ¿Qué le parece?
Juan: ¡Genial! No puede haber un color más hermoso para sus corazones que el que Dios había pensado para ellos. ¡Me lo llevo!
(Misión para ti y para mí: Devuelve a sus corazones el brillo original)

Madre,

Hoy siento que el Señor me pregunta: “Esposo/a de ____ y padre/madre de ___ y ___… ¿Me amas?” yo respondo “Sí, Señor, tú sabes que te quiero” y entonces, Él me hace el encargo: “Apacienta la familia que te he dado”. Alabado seas, Señor.

¿Quién lo pillara? Comentario para Matrimonios Juan 17, 20-26

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

 

EVANGELIO

 

¡Que sean completamente uno!
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró, Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».

Palabra del Señor.

¿Quién lo pillara?

¡Ser uno! ¿Quién lo pillara eh? Es el mayor anhelo de nuestro corazón: la comunión.
Pero ¿cómo conseguirlo?
Primero es fundamental estar en sintonía, y eso implica tener los mismos deseos, unir tu destino al mío. Esto lo hace Cristo, porque Él es el camino y la verdad y la vida. Si los dos buscamos seguir a Cristo ya tenemos un paso grande dado.
En segundo lugar, es importante el conocimiento mutuo, de otra manera yo no podría estar en ti ni tú en mí.
Por último, el amor: participar en tu. Entregarme a ti. Implicarme en ti hasta las últimas consecuencias.
Que seamos completamente uno, Señor, como el Padre en ti y Tú en nosotros.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juan: Cuéntame más de ti, Teresa. Háblame de tu amor a Dios.
Teresa: Vale Juan, y luego me hablas tú de cómo vives el amor de Dios en nosotros. ¿Te parece?
Juan: Me encanta el plan.
(Y Juan y Teresa avanzaban en el camino de hacerse uno)

Madre,

Esta es la petición final de Tu Hijo: que nos hagamos uno en el mutuo conocimiento íntimo y en nuestro íntimo conocimiento de Dios. Precioso plan. Alabado sea Dios.

No mundanizarnos. Comentario para Matrimonios: Juan 17, 11b-19

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

 

EVANGELIO

 

Que sean uno, como nosotros.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 11b-19

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo para que también ellos sean santificados en la verdad».

Palabra del Señor.

No mundanizarnos.

El mundo arrastra con mucha fuerza, y estamos expuestos a un peligro enorme: El de mundanizarnos. ¿Qué puedo hacer para que esto no ocurra? Aferrarnos al Hijo que nos santifica en la verdad, aferrarnos a la Verdad y estar tan cerquita de Él que nos pueda custodiar y proteger. Mi lucha está en hacerme uno como Ellos son uno, porque ahí está la verdad en la que seré custodiado por Dios. Esa es la petición del Señor en Su oración final: Que seamos uno como Ellos. Él se ha entregado para que seamos santificados en la verdad. Así que me queda clara la misión, Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carmen: Hoy me estoy dando cuenta, de la responsabilidad que tengo hacia tu santidad, Marcos. San Juan Pablo dice que la pureza del corazón se consigue juntos. Dios me encomienda que no te pierdas, y resulta que, cuando estás viéndote afectado por el pecado, yo me enfado contigo o salgo huyendo para que no me salpique. ¿Pero qué estoy haciendo? Te imagino en un mar revuelto, intentando salir desesperadamente mientras las olas te cubren y te impiden respirar. ¡Menuda socorrista estoy hecha! Ese justo, es el momento de actuar en el nombre del Señor y preguntarme qué salvavidas querrá Él que yo te dispense para evitar que te pierdas, para que salgas de tu dificultad y que vuelvas al Señor.
Marcos: La verdad es que sí, que te necesito, necesito tu ayuda. Hay actitudes mías que intento controlar, por ejemplo mis reacciones impulsivas en las que salto como un resorte y no soy precisamente agradable contigo. Perdóname, sé que te hago daño, pero unas veces consigo dominarlo y otras no. No quiero herirte, Carmen. Yo también tengo una enorme responsabilidad, que es la de custodiar el amor verdadero entre nosotros, para que seamos uno.
Carmen: Yo te perdono, e intentaré ayudarte más.
Marcos: Gracias, esposa.

Madre,

Por un lado, me siento muy agradecido, porque Dios haya querido cederme la custodia de algunos de Sus hijos, y por otro lado, siento una responsabilidad enorme y cierto pesar por no estar cumpliendo con esa misión. Pero también sé que estáis rezando por mí en el cielo que el Padre nos guarda en su nombre, y eso me da una paz enorme. Descanso en el Señor. ¡Alabado sea Dios!

El testamento. Comentario para Matrimonios: Juan 17, 1-11a

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

 

EVANGELIO

 

Padre, glorifica a tu Hijo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 1-11a

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti, antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»

Palabra del Señor.

El testamento.

La gloria de Dios es algo inimaginable. Es un combinado de Su majestad, su Poder, Su luz, Su belleza… En definitiva, la plenitud. ¿Cómo será contemplar la gloria de Dios cara a cara? Algo tan potente que ahora solo estoy preparado para verla parcialmente. Me imagino adentrándome en un Todo que contiene el amor que ansío, la paz que necesito, la alegría que me colma… En Su creación y en Su redención hay una pequeña muestra de Su gloria, y yo formo parte de ella. Por eso mi misión de esposo es ser testigo desde mi matrimonio para que otros puedan ver un pequeño reflejo de la gloria de Dios y deseen participar de ella.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Tendera: Buenas tardes. ¿Qué desea?
Juan: Deseo hacer testamento.
Tendera: ¿Sabe Vd. que aquí el testamento es el de la vida eterna?
Juan: Ah no. ¿Eso en qué consiste?
Tendera: Pues en que no puede Vd. dejarle nada caduco a nadie. Todo lo que deje, tiene que ser para la eternidad. Lo demás, es simplemente como si no existiera.
Juan: Bien. A ver, a ver… A mi esposa le dejo una vida confortable.
Tendera: Perdone Vd. la vida terrenal se acaba, es finita. No sirve.
Juan: Bueno, pues le dejo mi esfuerzo en el trabajo.
Tendera: Oiga Vd. ¿Me toma el pelo? El esfuerzo en su trabajo forma parte del pasado ¿Cree Vd. que se lo van a estar agradeciendo para toda la eternidad?
Juan: Bueno, pero yo lo hice por amor.
Tendera: Ah! Bien! Empezamos a entendernos. Pero lo siento. No vale.
Juan: ¿Por qué?
Tendera: Porque realmente lo hizo por triunfar Vd. y por ganar más dinero. Ninguna de esas dos cosas son eternas. Sólo las que hace el Espíritu Santo a través de Vd. Lo siento.
Juan: Bueno, empezaré mejor por mis hijos. La educación. Eso sí ¿No?
Tendero: ¿Con qué fin le dio Vd. la educación?
Juan: Pues para que tuviesen un buen puesto el día de mañana.
Tendero: ¿Lo ve? No se entera Vd. Eso tampoco es eterno. Mire, no tengo todo el día. Deje pasar al siguiente mientras lo piensa. ¡Siguiente!
(Juan se echa a un lado y deja pasar al siguiente)
David (el siguiente): Buenas tardes. Yo venía a traer mi renuncia a mí mismo para entregarme a mi esposa por el poder del Espíritu.
Tendero. ¿Con qué fin lo hizo Vd.?
David: Para mayor gloria de Dios.
Tendero: Uf! No sé si tendremos un maletero lo suficientemente grande para guardar todo su legado.
Juan (que escuchaba desde su lado y grita): ¡Adiós! (Y se va corriendo)
Tendero: ¡Eh! ¿A dónde va?
Juan: ¡A cambiar de vida! Vuelvo en unos años…

Madre,

Pensar en que el Señor ha compartido conmigo la gloria de Dios. ¿Qué más puedo pedirle a la vida? Es lo que ansía cada milímetro de mi cuerpo y de mi alma. Gracias Señor por tu generosidad. Pagaste un alto precio, pero bendito seas por siempre. Amén.

¿Y tú de quién eres? Comentario para Matrimonios: Juan 16, 29-33

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES haz click AQUÍ

 

EVANGELIO

 

Tened valor: yo he vencido al mundo.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios».
Les contestó Jesús:
¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

Palabra del Señor.

¿Y tú de quién eres?

El Señor ya ha vencido a mundo. Si tomamos conciencia de esto, la paz volverá a nosotros. ¿Que las cosas están complicadas? Desde luego, por eso no es el momento de dispersarnos cada uno por un lado y dejar al Señor solo. Que se acaben los recelos, las sospechas y las comparaciones entre los cristianos. Del que tiene más y el que tiene menos, del que sabe más y el que sabe menos, de los que son de aquí y los que no, de los que se implican más y los que se implican menos, de los que son de un movimiento concreto y los que son de otro o no son de ninguno, de los que tienen más fe y los que tienen menos, de los del canto gregoriano y los de las guitarras, de los que son de Medjugorje y los que son de Fátima o de Lourdes o del Pilar, de los que están enamorados de las enseñanzas de San Juan Pablo o de Benedicto y los que les gusta más el Papa Francisco. Viva Hakuna, viva Emaús, viva Effetá, vivan las cenas Alfa, vivan los Seminarios de Vida en el Espíritu, Vivan los Cursillos de Cristiandad, Viva Bartimeo… vivan los cursillos prematrimoniales de todas las parroquias, vivan todas las iniciativas de las delegaciones de Laicos, Familia y Vida… Nos encanta el Camino Neocatecumenal, nos encanta el Opus Dei, nos encantan los Equipos de Nuestra Señora, nos encanta la Renovación Carismática, nos encanta el Regnum Christi, ¡nos encantan todos los movimientos de la Iglesia!
Porque todos somos de Cristo, instrumentos del Espíritu Santo como testigos para mostrar la grandeza y la belleza de la Verdad, del Evangelio. En Cristo encontramos la paz.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Lucas: Carmen, ¿te has fijado que tendemos a mirar con recelo lo que nos diferencia en lugar de mirar lo que nos une? Y es un misterio, porque siempre nos unen más cosas de las que nos separan.
Carmen: Pues tienes razón, Lucas. No lo había pensado. El bien es mayor que el mal, el poder del bien es mucho mayor que el poder del mal. Y, sin embargo, parece que nos atrae más lo malo que lo bueno. Debe ser por nuestra naturaleza caída.
Lucas: El poder de Cristo, eso es lo definitivo, eso marca un antes y un después en nuestra historia de salvación, en nuestro entorno y en nuestra vida particular también. A nosotros desde luego, nos ha cambiado la vida. ¡Cuántos frutos ha dado la Redención de Cristo! Incalculables. No podemos dejar de estar alegres, Carmen.
Carmen: No hay comparación entre la fecundidad de la Redención y cualquier otra fuerza de la historia del universo. Es inmensamente mayor que todo. Disfrutemos de esos frutos y olvidémonos de todo lo demás ¿te parece?
Lucas: Me parece fenomenal. Desde ahora, voy a centrarme sólo en lo bello y lo bueno que Él me ha dado. (Y mira a su esposa a los ojos con una sonrisa).
Carmen: Jajaja. Preciosa sonrisa. Debe ser un fruto del Espíritu Santo. ¡Te amo!

Madre,

Tu Hijo nos envía el Espíritu y cuántos frutos está dando en la Iglesia. Son preciosos todos los frutos del Espíritu. También entre nosotros los esposos. Alabado sea el Señor que ya ha vencido al mundo.