Archivo por días: 14 octubre, 2022

No se le escapa nada. Comentario para Matrimonios: Lucas 12, 1-7

EVANGELIO

 

Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse.
Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en recámaras se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la “gehenna”. A ese tenéis que temer, os lo digo yo.
¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo se olvida Dios.
Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.
No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros».

Palabra del Señor.

 

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No se le escapa nada.

A Dios no se le escapa nada. Nos entrega Sus dones que debemos aprender a acoger, pero tampoco se le escapan nuestras caídas. A veces, permite que nos la peguemos para seguir construyendo una humildad en nosotros. Lo importante es saber verlo, porque lo bueno se ve muy rápido, pero sacar beneficios de lo que no es tan bueno, a veces se escapa, no a Dios, sino a nosotros, que no sabemos ver desde la providencia divina.
Cuando caigamos, pidamos perdón rápido y… aprendamos la lección que Dios quiere enseñarnos por nuestro bien común.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mario: Menudo pollo acabo de montar. Estoy súper avergonzado. Esto no debería estar ocurriendo ya entre nosotros. No sé cómo me ha podido pasar. Te pido perdón, sinceramente.
Anabel: Yo a ti también, Mario, pero estoy un poco desanimada. ¿Cómo es posible que nos ocurra esto?
Mario: A mí me sirve para reconocer que sin Dios no soy nada. Podría volver a lo antiguo en un pispás. Después de la caída, estaba rodeado de otros matrimonios y he tenido la experiencia gozosa de verme el peor de todos. Avergonzado, pero a la vez, humillado. Eso es lo que saco de esta experiencia.
Anabel: Gracias, Mario. Me ayuda lo que me dices. Pero ¿volverá a ocurrir?
Mario: Espero que Dios me dé la humildad suficiente para que no tenga que volver a ocurrir. Yo desde luego, pondré todo de mi parte. Te he hecho daño y eso no me lo puedo permitir.

Madre,

Pequeños, pequeños, pequeños… haznos pequeños, pequeños para siempre. Alabado sea el Señor que permite esas espinitas que me hacen verme peor que todos. Gracias Señor por esas humillaciones, que me permite seguir sabiéndome tan necesitado de ti.