Archivo por días: 6 junio, 2022

RETIRO MATRIMONIOS MADRID 8-10 JULIO DE 2022

RETIRO MATRIMONIOS MADRID 8-10 JULIO DE 2022

Proyecto Amor Conyugal en colaboración con la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, Pozuelo de Alarcón (Madrid) os invita a participar en un retiro para Matrimonios, con el objetivo de adentrarnos juntos en la Verdad del Matrimonio (según San Juan Pablo II) y experimentar la Alegría del Amor (según el Papa Francisco).

¿A quién va dirigido este retiro? A todos los esposos unidos por el Sacramento del Matrimonio y que quieran vivir una EXPERIENCIA de AMOR juntos, estén en crisis o no. A todos los que quieran fortalecer y reavivar su Sacramento del Matrimonio.

FECHAS: Será desde el viernes 8 de julio a las 18:00h hasta el domingo 10 de julio a las 17:30h.

LUGAR: Casa de Espiritualidad Mártires Oblatos. Avenida Juan Pablo II, 45. 28224 Pozuelo de Alarcón (Madrid)

PRECIO: (Incluye alojamiento, pensión completa y gastos diversos)

  • Adultos: 295€ por matrimonio.

Suplemento económico para ayuda a otras familias: Podéis aportar una cantidad adicional, a voluntad, que es muy importante para ayudar a otros matrimonios con dificultades económicas que quieren hacer el retiro.

Subvenciones: Si alguna familia no puede asistir por problemas económicos que nos lo comente, por favor.

 

INSCRIPCIÓN: Para realizar la inscripción, pincha aquí. A partir del jueves 9 de junio a las 20h

¿Cuándo? Lo antes posible. Se suele llenar en pocos minutos.

Nos pondremos en contacto con vosotros para confirmaros la reserva de plaza y daros las instrucciones para realizar el pago o indicaros si estáis en lista de espera. En caso de que no hubiese plazas disponibles.

Para consultar cualquier duda o ponerte en contacto con nosotros, escríbenos a proyectoamorconyugalmadrid@gmail.com

Sobre Proyecto Amor Conyugal: https://proyectoamorconyugal.es/acerca-de está compuesto por matrimonios católicos que profundizamos en nuestra vocación conyugal y que ayudamos a otros a convertir su matrimonio en algo GRANDE.

En la piel de María. Comentario para Matrimonios: Juan 19, 25-34

EVANGELIO

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-34

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

Palabra del Señor.


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En la piel de María.

Hoy he recibido un don de Espíritu Santo. Me ha permitido ponerme en la piel de María en el momento que relata este Evangelio. Me he visto a los pies de una cruz de la que pendía mi único hijo, agonizando tras un brutal maltrato y un desprecio indigno hasta del más miserable de los miserables. En mi corazón hay un sufrimiento enorme, pero no hay rencor hacia los que lo han hecho, hay entrega generosa y voluntaria. Estoy entregando a mi único hijo por la salvación de otros. Si terrible es la escena de Abraham cuando Dios le pide el sacrificio de su hijo, mucho más terrible es esta escena que intento vivir desde el corazón de María, porque esta vez Dios, no detiene el sacrificio. La entrega se consuma hasta ver morir a mi único hijo. Y esta entrega que realizo voluntariamente unido a Él, la ofrezco con Él por alguien.
Si yo, puesto en la piel de María, estuviese haciendo ese sacrificio por alguien, no me puedo imaginar cuánto querría a ese “alguien”.
Ahora que he intentado vivir esta experiencia de María adentrándome en Su Corazón, entiendo un poco más qué es eso de ser Madre de la Iglesia. Ahora entiendo que ese “alguien” era yo, y no puedo contener la emoción.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Carmen: ¿Qué te pasa estos días, Paco, que te veo tan contento?
Paco (esposo de Carmen): Me pasa que he dejado de mirar las dificultades del día a día como un problema. Me pasa que he dejado de mirar mis limitaciones como un problema, ni siquiera mis pecados. Bueno, sí, hago examen de conciencia y vivo el dolor de corazón de haber ofendido a Dios, a ti y a otros, pero en seguida, me levanto con alegría.
Carmen: Y ese cambio, ¿a qué se debe?
Paco: A que estoy súper tranquilo, porque he descubierto cuánto me quiere mi Madre con mayúsculas. Me consagré a Ella hace tiempo, pero en la oración, como sabes, me estoy adentrando en Su Corazón, voy comprendiendo Su Corazón y el mío empieza a palpitar con el Suyo, milagrosamente. Y así he podido comprender un poquito de lo que me ama. Amándome mi Madre así, no tengo nada que temer. Me pongo en Sus manos y ¿qué no va a hacer ella por mí? Le entrego todo lo que hago y ¿no lo va a embellecer inmensamente antes de presentárselo a Dios? Pues claro que sí. Me pongo a Su disposición y ¿no me va a guiar por el mejor camino? Pues claro que sí. He descubierto lo que me ama mi Madre, y estoy en sus brazos como ese hijo que descansa a gusto, tranquilo, sin miedo, en el regazo materno.

Madre,

Concédeme el don de experimentar siempre todo lo que me amas. Quisiera situarme a tu lado a los pies de la cruz para abrazarte llorando, por que Tu Hijo ha tenido que morir por mis pecados. Quisiera estar a tu lado para decirte al oído un enorme ¡Gracias, Madre, por quererme tanto!