Archivo por días: 11 febrero, 2022

Mira que me gustas… Comentario para Matrimonios: Marcos 7, 31 37

EVANGELIO

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 31 37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es: «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Palabra del Señor.

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Málaga: Recorrido por vuestro corazón de esposos, con José Luis y Magüi, profundizando en «Los frutos del Amor Conyugal» el miércoles 16 de febrero en la Casa Hermandad del Sepulcro a las 20h

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Mira que me gustas…

Cuando el alma está embotada por las cosas de este mundo, no ve las cosas de Dios. No sabe ni siquiera cómo escucharle ni qué me quiere decir. No sabe interpretar las verdades de la vida. Todo lo que veo está filtrado por el tamiz de mi interpretación que está afectada por el pecado, ensuciada por el mal. El resultado es que juzgo mal los dones de Dios, en particular a mi esposo o esposa, y actúo en consecuencia.
Pero el Señor viene a abrirnos los ojos y los oídos del alma. Hay una interpretación más allá de lo materialista, utilitarista y la búsqueda de la eficiencia. Está la interpretación desde la misericordia, desde la alegría, desde la esperanza. Esa es la mirada que me da el Señor si me pongo ante Él. Se me desatará la lengua y sólo desearé hablar de Él, de Su precioso plan, de Su Reino de amor en este mundo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carlos: Cariño, estoy impactado con la visión que Dios me va dando de ti y de la vida. Ya no me interesa el rendimiento, me interesa el amor. No tengo prisa, tengo paciencia y confianza en algo grande. Tengo paz donde antes tenía agobios, tengo una dulce esperanza en lo que antes vivía con tristeza. Vivo con ilusión las situaciones que antes me daban pereza. Es como que hay luz donde antes había oscuridad. ¿Cómo podía estar tan ciego?
Almudena: Realmente ha habido un conversión en tu corazón. El Señor te ha abierto los ojos y ahora eres mucho más bello por dentro que por fuera. Y mira que me gustas por fuera…

Madre,

El Señor es mi luz y mi salvación. ¿A quién temeré? ¿Quién me hará temblar? Alabado sea el Señor.