Archivo por días: 12 enero, 2022

A casa a… Comentario para Matrimonios: Marcos 1, 29-39

EVANGELIO

Curó a muchos enfermos de diversos males.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
– «Todo el mundo te busca».
Él les respondió:
– «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor.

Anuncio en Almería: José Luis y Magüi realizarán un anuncio el sábado 15 de enero a las 19:30 en la parroquia de Ntra. Señora de Monserrat, Av. Padre Méndez, 26.

Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES pincha aquí:  http://wp.me/P6AdRz-D1

A casa a…

El Evangelio de hoy nos muestra el final de un día en la vida cotidiana de Jesús. Cuando se retira a descansar a casa de Pedro, se encuentra con la suegra enferma y no puede evitar curarla. Muchas veces, vamos a casa con el “chip” de los enanitos de Blancanieves: “I go, I go, a casa a descansar…”. Pero al llegar, nos encontramos situaciones que requieren de nuestra atención más que el resto del día. Jesús no pone su descanso como prioridad a la necesidad de los demás, sino que descansa en la voluntad del Padre.
Dice San Juan Pablo II (Catequesis 22 de octubre de 1980): La concupiscencia, impide la entrega en el servicio al esposo, porque se le da un “valor no bastante apreciado”. Se le “devalúa”, no reconociendo la dignidad que le corresponde. Parece que deja de merecerse ser servido con la intensidad con que lo hace Cristo. Y no es así, mi esposo/a merece toda mi atención y aún es poca.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ramón: Hoy estoy especialmente cansado. Tengo unas ganas de llegar a casa… ponerme las zapatillas y… ¡Descansar!
(Llega a casa)
Ramón: Hola, Marta. ¿Qué te pasa? Te pasa algo, te noto rara.
Marta: Si no sabes lo que me pasa, empezamos mal.
Ramón: Vaya… algo he hecho mal, claramente. Pues perdona mi torpeza, pero no sé qué he hecho mal, de verdad.
Marta: Hace tiempo que estoy mal, te lo he dicho ya muchas veces, y no haces nada.
Ramón: (Piensa: Antes pensaría que ya está otra vez con lo mismo, que siempre está mal, que siempre está reclamando y con su victimismo… pero ahora sé que esto son síntomas de que necesita más atención por mi parte, necesita sentirse querida y valorada, así que es el momento de renunciar a mi cansancio y acercarme a ella hasta que me cuente todo lo que le pasa. Después, si Dios quiere, descansaré.)

(Al acabar aquel día, Marta se abrazó a Ramón. Marta se sentía mucho mejor, y Ramón sentía haber hecho lo que ella se merecía, porque su esposa ¡vale mogollón!)

Madre,

Hoy vemos a Jesús, cercano al sufriente: Pone Sus santas manos, sobre ellos, tocando su dolor. Cuando me acerco a mi esposo y “toco” su dolor, entonces comprendo su valor. Vale mucho y me duele verle sufrir.
Después de una larga noche de curaciones, se levanta de madrugada para orar. He ahí el secreto de Su amor, nos ve con la mirada del Creador. Madre, enséñanos también a perseverar en el amor. Amén.