Archivo por días: 20 octubre, 2020

Lo que Tú le darías. Comentario para Matrimonios: Lucas 12, 35-38

EVANGELIO

Bienaventurados los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 35-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos».

Palabra del Señor.

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Lo que Tú le darías.

Jesús nos exhorta a estar alerta en ese amor mutuo al que nos ha destinado. La pregunta que me hago hoy es ¿estoy alerta en mi relación con mi esposo? En muchos momentos, Dios me ha dado la gracia de estar alerta, atento a sus necesidades, a agradarle, pero en otros momentos quizás me he acomodado. Puede que pase el tiempo y dejo de saber cuáles son sus nuevos gustos, sus miedos y sus ilusiones. Puede que me acostumbre a mi esposo y deje de centrarme en él/ella y agradarle. Qué triste ¿no?
¿Y si viniera Jesús ahora y me preguntase por mi respuesta a Su sacrificio en mi vocación de esposo? ¿Qué tendría que decirle? Pues esa es la experiencia que proponemos para la oración de este Evangelio.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carlos: Querido Jesús. Sé que viniste a este mundo para volver a hacer posible el amor humano con la ayuda del Espíritu. Reconozco tu inmenso esfuerzo y tu increíble generosidad de hacerte hombre, de vivir una vida de hombre para dar testimonio del Amor del Padre y Tu Pasión y Muerte por nuestra redención. ¿He aprovechado toda la Gracia que me has entregado para hacer posible mi amor con mi esposa?
No, Señor. He sido creado para el matrimonio y reconozco que no. Que no estoy poniendo todo mi empeño, ni mis ilusiones, ni mis deseos, en mi vocación. Me he acomodado, y estoy despreciando Tu sacrificio y el valor de todos los dones que me has dado.
Pero Señor, hoy lo he entendido. Tengo que estar atento, en vela, por mi esposa, para que cuando llegues Tú, me encuentres sirviéndola, cuidándola, preocupándome por su salvación, ayudándola a superar sus tentaciones con ánimo y dándole seguridad y Esperanza. Quiero darle lo que Tú le darías en cada momento. Ese va a ser mi centro de atención, por servirte en mi esposa voy a velar hasta que vengas.

Madre,

Se nos olvida que en nuestra actitud con nuestro esposo, es al Señor a quien estamos respondiendo. El encargo de nuestro matrimonio lo hemos recibido del Señor, y tenemos que hacerlo bien. Él nos ha dado las herramientas: Un corazón redimido, el Sacramento, la Gracia. No podemos fallarle. Esposo, te amo. Señor, te amo.