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Según qué levadura. Comentario para Matrimonios: Lucas 12, 1-7

EVANGELIO

Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse.
Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en recámaras se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojarla a la “gehenna”. A ese tenéis que temer, os lo digo yo.
¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo se olvida Dios.
Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.
No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros».

Palabra del Señor.

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Según qué levadura.

Levadura proviene de la palabra: Levare (levantar). Hay dos tipos de levadura: La de los fariseos que se elevan a sí mismos o la del reino de los Cielos (Lc 20,21), que es obra del Espíritu Santo en nosotros. ¿Qué tipo de levadura utilizo yo para cocinar mi matrimonio?
La levadura de los fariseos es la hipocresía, es decir, presentarme mejor de lo que soy en realidad ¿Hago esto con mi esposo? La del reino de los cielos es el grano de trigo que cae en tierra y muere, entregándome aceptando ser olvidado y poniéndome a su servicio ¿Es esta mi actitud con mi esposo?
Y puedo tener la tentación de pensar: Es que, si me hago siervo de mi esposo, a lo mejor se sube más todavía y se aprovecha de mí. Y Jesús me dice: “A ti te digo amigo mío, no tengas miedo a los que matan el cuerpo”, con sus críticas, desprecios, con su falta de amor hacia ti, teme a Satanás que quiere aprovecharse de este dolor tuyo para hacer crecer la cizaña en tu corazón, destruyéndote, sembrando en ti el rencor, una respuesta violenta, responder con otra crítica, la desesperanza…
¿Qué prefiero? ¿Crecerme yo o que crezca Cristo en nuestra relación? ¿Quién de los dos sabrá construirla mejor? Dejemos que sea Él quien eleve el amor en nuestro matrimonio.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: ¡Ay! No sé. Esto de abrirle mi corazón a mi esposo en la oración, es un corte. Además, puede utilizar la información que le doy contra mí, y me haría mucho daño.
María: ¿Qué puede hacerte? ¿Que te escueza el orgullo? ¿Y qué? Lo importante es que vayas avanzando hacia Dios. Todo lo demás da igual. Déjate moldear por Dios y construye una intimidad con tu esposo.
Marta: Es que, cuando se entere de todos los pensamientos que pasan por mi cabeza, igual deja de quererme.
María: El amor entre vosotros, lo construye Cristo por vuestro sacramento, vosotros colaboráis con vuestro esfuerzo, y vuestro esfuerzo en mucha parte es trabajar la humildad, que es la tierra sobre la que se puede sembrar. Tú muéstrate como eres y deja al Señor que construya vuestro amor.

Madre,

A veces nos da miedo hacer lo que el Señor nos dice en el Evangelio y creemos conocer un camino mejor. Lo único que nos debería dar miedo es alejarnos del Señor, que está permanentemente pendiente de nosotros, Él reza por nosotros. Tú rezas por nosotros. ¿Qué podemos temer? Alabado sea el Señor que nos cuida y nos protege. Amén.