Archivo por días: 5 octubre, 2020

¿Qué no voy a esperar? Comentario para Matrimonios: Mateo 7, 7-11

EVANGELIO

Todo el que pide recibe.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».

Palabra del Señor.

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¿Qué no voy a esperar?

La principal conclusión que sacamos de este Evangelio es que el Padre es bueno. Es mejor que cualquier otro padre o madre, y se preocupa más de nosotros de lo que jamás podríamos imaginarnos. A través de Jesús, vemos como Dios se compadece siempre de los más débiles, es incapaz de dejar sin comer a la muchedumbre o dejar de curar.
Sí, ese es nuestro Padre: Lleno de compasión, de misericordia, infinitamente generoso. Afortunadamente para nosotros, Dios es así. Él se implica, se compromete, se abaja, se humilla por nosotros. Mi Dios es ese que se hace un trocito de pan todos los días para que me lo coma ¿Qué no voy a esperar de Él? No hay otro padre igual.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Sigo siendo un orgulloso, un vanidoso y un egoísta. Tú, muchas veces no me aguantas ¿Por qué no me cambia Dios si se lo pido?
Mercedes: Me cuesta aguantarte por mi pecado, porque no soy capaz de amarte como Dios, pero Él sí te ama. Te ama infinitamente. Puede que no estés haciendo todo lo posible por crecer en virtudes y desarraigar esos vicios de tu carácter, pero si no, ten por seguro que lo hará en el momento que Él considere. Dicen que Dios nunca nos explica el por qué, pero sí el para qué, y el para qué es para que sigas luchando, sigas madurando, y te hagas humilde al ver tus propias debilidades y tu dependencia de Él. Así tomamos más conciencia de que le necesitamos. Si no, vete a saber qué sería de nosotros. Acepta tus pecados con humildad y dile al Señor: Padre, tú quieres que siga en esta situación, pues yo también lo quiero. Donde Tú quieras, como Tú quieras, cuando Tú quieras.

Madre,

Somos muy afortunados de tener un Padre que nos ame tanto. No somos conscientes de hasta qué punto somos afortunados. Alabado sea nuestro Dios, sea por siempre bendito y alabado. Amén.