Archivo por días: 31 agosto, 2020

El amor elegido. Comentario para Matrimonios: Lucas 4, 16-30

EVANGELIO

Me ha enviado a evangelizar a los pobres… Ningún profeta es aceptado en su pueblo.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 16-30

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos los clavados en él.
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
Y decían:
«¿No es este el hijo de José?».
Pero Jesús les dijo:
«Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».
Y añadió:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Palabra del Señor.

Aviso:

  • Retiro en Navarra: Del 04 al 06 de Septiembre. COMPLETO
  • Peregrinación a Fátima: Del 04 al 06 de Septiembre para matrimonios y familias.  COMPLETO.
  • Retiro en Salamanca: Del 11 al 13 de Septiembre. COMPLETO

El amor elegido.

A lo mejor, a los cristianos que defendemos el matrimonio, nos cuesta defender un amor encarnado, como a los judíos les costaba entender que Dios se encarnara. El amor de Dios se ha querido manifestar también a través de nuestro amor de esposos, sí, un amor humano, imperfecto, con muchos desórdenes, pero es el que Dios ha elegido para manifestarse. ¿Creo como cristiano que a través de nuestro amor de esposos se quiere hacer visible Dios mismo? Porque de lo contrario me ocurrirá como a los habitantes de Nazaret, que por mirar con los ojos del cuerpo, no supieron ver la divinidad de Jesús. Detrás de lo que veo en mi esposo y en mi matrimonio hay un gran misterio. No seamos incrédulos sino creyentes.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Patricia: Profesor, ¿Qué queda de un esposo que se olvida de la cruz y del deber para con el cónyuge?
Ramón: Entre los esposos hay casos con problemas sicológicos, o casos de enfermedad, o infidelidad como consecuencia de una no asunción de los deberes de casados. ¿Qué dignidad le puede quedar a alguien que ha sido creado para una misión y no la cumple?
Patricia: Entonces, no es lícito abandonar al esposo porque es débil o porque se hace tediosa la cruz. ¿No?
Ramón: En absoluto. Ya lo dijo el Señor cuando le preguntaron los fariseos. El esposo que conoce a Cristo, construye un matrimonio a partir de un montón de carencias. Sólo aquel que espera en su matrimonio por su fe en Dios, persevera hasta el final.
Patricia: Según eso, la clave no está en la aparente fortaleza o debilidad del cónyuge, sino en la fe en el que nos ha unido.
Ramón: ¡Correcto!

Madre,

Danos la sabiduría para ser capaces de ver los misterios de Dios y perseverar en nuestro Sacramento. El que no cree en su matrimonio, no está dudando de su esposo, sino del Espíritu que Dios nos ha enviado. Alabado sea el Señor que nos envió al Paráclito. Amén.