Archivo por meses: noviembre 2016

Nada es pequeño. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 16, 9-15

EVANGELIO
Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras?

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 9-15
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.
Y les dijo:
«Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».

Palabra del Señor.

Nada es pequeño.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Santa Teresita de Lisieux decía: «La Fidelidad es la flor del amor y para la cual nada es pequeño” En el amor no hay mucho ni poco, o se ama o no se ama. Puede ser que las consecuencias de algo que he hecho sin amor sean pequeñas o grandes, pero lo grave del caso es que se he sido infiel al Amor (Con mayúsculas).

Es blanco o negro. De Dios o del Demonio. Ya lo decía el Papa Benedicto XVI: <>.

Hoy Señor, en mi misión de esposo, quieres que preste atención a “lo poco”. Que me esfuerce por ser fiel en lo poco. Mi esposo percibirá mi amor y mi fidelidad, en las cosas pequeñas. Si me he acordado de aquello que le gusta, si le he escuchado con atención, si ha sido mi prioridad en mi día. Por ejemplo, ésta última: Después de Dios, ¿Ha sido mi esposo mi prioridad hoy? ¿Qué he hecho para que se siente mi prioridad?

También podríamos considerar “lo poco” las cosas de este mundo. Comparadas con las cosas de Dios, las de este mundo son muy muy pequeñas. Si no soy fiel y ordenado en las cosas materiales que se ven ¿Cómo voy a serlo en las espirituales, que no se ven?. Sería bueno plantearme si también con lo material, he intentado agradar a mi esposo. Y si TODAS las cosas materiales las destino para mayor gloria de Dios.

A mí, se me quedó grabado este “ser fiel en lo poco”, y muchas veces en que me ha surgido una tentación en pequeñas cosas, me he acordado y me ha ayudado a superarla. ¡Ey! Que aunque parezca una tontería sin importancia, la tiene, y mucha. La infidelidad es grave siempre, aunque sea en “lo poco” porque para el amor, “nada es pequeño”.

Madre:
Cuántas cosas pequeñas debiste hacer por tu Hijo y por tu esposo, pero con un amor inmenso. Cuidarías cada pequeño detalle, como se ve en las bodas de Caná. Contemplándote me doy cuenta de mis faltas de delicadeza con mi esposo, mis faltas de ternura, mis faltas de atención… es tan importante todo esto, repito: Tan importante, y le doy tan poca importancia. Dios conoce mi corazón, y no, no puedo creerme fiel. Perdóname, esposo. Perdóname, Madre.

¿Qué cuentas tiene hoy contigo? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 16, 1-8

EVANGELIO
Los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 1-8
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
«¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí:
«¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa».
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
«¿Cuánto debes a mi amo?»
Éste respondió:
«Cien barriles de aceite.»
El le dijo:
«Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta.»
Luego dijo a otro:
«Y tú, ¿cuánto debes?»
Él contestó:
«Cien fanegas de trigo.»
Le dijo:
«Aquí está tu recibo, escribe ochenta.»
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz».

Palabra del Señor.

¿Qué cuentas tiene hoy contigo?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Ya aclaramos en otra ocasión, cierta confusión que genera esta parábola. Y es que, en aquella época los administradores no tenían sueldo, sino que se llevaban una parte de lo que administraban, y ésa, es la parte que el administrador cede a los deudores de su señor. Ahora sí se entiende que el señor le felicite por su astucia.

Señor, yo sé que soy administrador de Tus bienes. Nada me pertenece, ni mi vida, ni yo mismo… y es cierto que durante mucho tiempo he derrochado tus bienes en mi propio beneficio. Tendrías derecho a pensar en apartarme de mi gestión.

Y es que, debía haber utilizado todo mi ingenio en construir Tu reino, aplicando cada uno de tus bienes según tu voluntad. ¿Cuál es el balance del don del matrimonio que me diste como misión? ¿Quién es el destinatario de mi rendimiento? Debería ser astuto para cultivar nuestro amor haciendo feliz al otro. Esforzarme en sacarle una sonrisa cuando está triste, organizarle una cena romántica para alimentar nuestro amor de vez en cuando, darle ese calor que necesita, ese apoyo o ese hombro sobre el que reclinarse… Y cultivando nuestro amor, dar vida, a nuestros hijos, a nuestros familiares, amigos… a tantos como nos necesitan. Administrando Tus dones, producir lo suficiente como para dar a otros.

También hoy me enseñas una bonita manera de gestionar tus bienes: Pagar yo, parte de la deuda de mi esposo. Sí, si él/ella te ofende, quiero dar de lo mío para que le perdones sus deudas. ¿Qué cuentas tiene hoy contigo, Señor? Aquí estoy para darle mi oración, mis renuncias, mis silencios oportunos, mi pereza para servirle, una sonrisa en los momentos que me cuesta… Ya me gustaría a mí enamorar a mi esposo de tal manera, que acabaras felicitándome por mi astucia.

Sabes lo mucho que necesito y me has dado mucho para que lo consiga con una administración astuta en favor de Tu reino. Gracias, Señor.

Una fiesta al día. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 15, 1-10

EVANGELIO
Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-10
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ése acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
«¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido.»
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice:
«¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido.»
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Palabra del Señor.

Una fiesta al día.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Dios es tan bueno, que consigue alegrarme incluso de ser un pecador. ¿Quién le dice a su esposo…?: Me alegraré mucho más si me fallas y me pides perdón, que si no me fallaras nunca. Por el contrario, ¿No hay muchas veces que hasta me cuesta perdonarle? Pues así es Dios de grande. ¡Cuánto nos queda que aprender del Amor verdadero!

Así, mi pecado y el de mi esposo, se convierten en una oportunidad para la alegría. Cuando hablamos de las diferencias entre los esposos, nos gusta decir que, hasta los pecados los permite Dios porque de ellos puede sacar Dios un bien mayor. Así lo decía San Agustín y así nos lo enseña el catecismo:

311- Porque Dios Todopoderoso… por ser sobradamente bueno, no permitiría jamás que en sus obras existiera algún mal, si Él no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir un bien del mismo mal. (S. Agustín).
312- Así con el tiempo, se puede descubrir que Dios, en su providencia todopoderosa, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas…

Inmediatamente, los esposos, como ayuda adecuada, estamos obligados a buscar en las consecuencias del pecado del otro, ese bien mayor que Dios quiere sacar de esa dolorosa circunstancia.

A nosotros, los pecados de los demás nos molestan mucho, especialmente cuando son los del esposo, y tengo la “sensación” de que son una dificultad enorme para mí, y me quejo, y se lo recrimino… Es verdad que, si no confío en la providencia y confío en mi aguante o en las fuerzas de mi esposo, sus pecados pueden sacar lo peor de mí. Por eso debo adoptar la actitud de Dios, y purificarme viviendo con esperanza todas estas dificultades, para llegar a amarnos con Su amor, es decir: Buscar a mi esposo con cuidado después del abismo que se abre entre nosotros, como hacía la mujer de la parábola, hasta que lo encuentro y después acoger la alegría de Dios y amarle más con cada reconciliación.

Madre:
En lo que respecta a mi pecado, aparte de que me sirve para crecer en humildad y aprender del dolor que me provoco a mí mismo y a los demás, me queda un gran consuelo: Que todas las noches, cuando pido perdón a Dios, hay una fiesta en el cielo. Y no por mi causa, sino por Su misericordia. Los santos no son los que no caen, sino los que se levantan rápido. Me comprometo a celebrar yo también cada arrepentimiento de mi esposo. Gloria a ti por siempre Señor. ¡Aleluya!

Con nuestros propios ojos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 15, 33-39;16,1-6

EVANGELIO
Jesús, dando un fuerte grito, expiró

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 15, 33-39;16,1-6
Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta media tarde.
Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: «Eloí, Eloí, lamá sabaktaní». (Que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Mira, está llamando a Elías.» Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo: «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?»
Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: «No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.»

Palabra del Señor.

Con nuestros propios ojos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Señor, me admiro de lo que me amas. Me estremezco viéndote colgado en la cruz, solo, experimentando un abismo entre Tú y el Padre. Ningún consuelo, mientras los soldados se mofan cruelmente de ti. Expiraste por mí dando un fuerte grito. ¿Tanto me amas?

Viéndote me siento avergonzado de todas y cada una de mis quejas, y vivo con profundo dolor, que no estoy acogiendo el don de Tu entrega. Es como que me das un amor inmenso y yo lo desparramo por estar tan pendiente de mí. Me impresiona como Tú, el Esposo, te entregas y tengo la necesidad de contemplarte más en la Cruz, para convertirme. Me revelo ante la injusticia, y Tú en cambio, la vives como voluntad de Dios. Incluso creyéndote abandonado, siendo Todopoderoso, no haces nada por ti, nada por defenderte. Nada. Todo por amor a mí. Gracias, Esposo mío.

Tú moriste para redimirnos y que fuésemos capaces de amar de nuevo. Podemos pedirnos perdón por Tu Sangre redentora. Nuestro amor se fundamenta en el Tuyo, se alimenta del Tuyo. Quiero dejarme llevar por Ti, abandonarme en la cruz, como Tú. Como dice Job en la primera lectura: “después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré, y no otro, mis propios ojos lo verán” (Job 19, 27).

Hoy, día de los difuntos, oramos por todos ellos. Hoy me recuerdas que yo también tengo que morir. Tu muerte fue de tal manera que incluso uno de los centuriones creyó. ¿Seré yo testigo de tu amor el día de mi muerte? Espero que así sea. Y ahora, te pido perdón, Señor. Seré mejor esposo, incluso ante las injusticias, o en los desprecios, pero permite que nuestros ojos, los de mi esposo y los míos, te vean. Nuestros propios ojos. Cuánto deseo ese momento. Amén.

Aparente locura, verdadera felicidad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 1-12a

EVANGELIO
Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor.

Nota: ProyectoAmorConyugal hace hoy un anuncio en Córdoba, en la parroquia de Cristo Rey. Pedimos vuestras oraciones.

Aparente locura, verdadera felicidad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Las Bienaventuranzas es un resumen del Evangelio, nos ayudan a vivir con coherencia el Evangelio desde nuestra vocación matrimonial. Y si eso lo hacemos encontramos la dicha.

Dichosos los pobres en el espíritu.
Sólo el esposo pobre reconoce que necesita de su ayuda adecuada, de su esposo y le pide ayuda, porque él es ministro de la gracia de Dios. Y se deja transformar por Dios a través de su esposo, priorizando satisfacer a Dios en su esposo por encima de sus propios intereses materiales o personales. Y así los matrimonios pobres de espíritu viven aquí, un anticipo del Cielo. ¡Gracias Dios mío!

Dichosos los esposos que lloran, lágrimas por amor, viendo en ese dolor una oportunidad para amar más, ofreciéndolo con y como Cristo.
Saben esperar los frutos en los designios de Dios, con paciencia, porque confían en Dios que es Amor y todo lo puede. Este matrimonio es consolado en el Sagrado Corazón de Cristo.

Dichosos los que tienen hambre y sed, porque los esposos que dominan sus pasiones, sus apetencias, sus criterios…. Por amor al esposo y a Dios, heredan la tierra. El mundo no les domina y son ellos dueños del mundo que Dios les entregó para dominarlo y someterlo.

Dichosos Los mansos porque ofrecen su servicio renunciando a su agresividad. Al mal responden con bien pues por encima del dolor de uno mismo, importa el bien del otro.

Dichosos los esposos que tienen hambre y sed de justicia (de amor), que tienen deseo de santidad, de amarse como Cristo Esposo Ama a su Esposa la Iglesia. Quedarán saciados.

Dichosos los esposos misericordiosos que se echan sobre sí el pecado y las limitaciones de su cónyuge y lo ofrecen por él/ella, por su salvación. Como Cristo saben amar sin condiciones, en lo bueno y en lo malo, en el pecado y en la gracia. Aman al otro precisamente por lo necesitado que está en su ceguera.
¿Cómo no va a tener Cristo misericordia con él/ella?.

Dichosos los esposos limpios de corazón, que se miran el uno al otro como un don de Dios: Dejan que Dios purifique su mirada y ven en el otro lo bello y lo bueno, participando de la mirada del Creador. Se van despojando de sus miserias avanzando en ese camino de purificación. Se muestran tal como son el uno al otro.
Ellos ven a Dios en su esposo.

Dichosos los esposos que trabajan por la paz entre ellos, siendo ministros de la gracia uno para el otro y colaborador de Dios.
Ellos se llamarán hijos de Dios porque conseguida la paz de Dios, reparten el amor de Dios y esto les hace semejantes a Jesús.

Dichoso el esposo perseguido por causa de la justicia de Dios, pues este desgarro ofrecido y unido al de Cristo, es semilla fecunda para la fe de su esposo y de sus hijos.

Dichosos los esposos perseguidos de cualquier modo, por causa de su fidelidad al Evangelio. El Maligno siempre perseguirá al que viene en nombre de la Verdad. Conseguirán tesoros en el cielo por seguir los pasos de Cristo.

Gracias Señor, porque quieres compartir con nosotros Tu alegría. Purifica con tu Sangre nuestro corazón, nuestra mirada, nuestras intenciones, nuestros deseos… para que vivamos la felicidad de ser verdaderos esposos.

Alabado seas por siempre.