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Quién, cómo y qué. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 1-7

EVANGELIO
Id a las ovejas descarriadas de Israel

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 1-7
En aquel tiempo, Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
-«No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.
Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.»

Palabra del Señor.

Quién, cómo y qué.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Vamos desgranando este Evangelio en varios detalles interesantes para el matrimonio.

¿Quiénes son los elegidos? Los 12 apóstoles que Cristo elige para su misión, no son personajes destacados: San Agustín, de civitate Dei, 18,49: “Eligió por Apóstoles a aquellos hombres que eran plebeyos, sin dignidad y sin educación, a fin de que se viera que cuanto de grande fuesen o hicieren, era por el Señor que está en ellos y obra en ellos”. Así nos elige también a nosotros, siervos inútiles.

¿Por qué de dos en dos? No es casual, que en el Evangelio, los doce son nombrados de dos en dos, igual que luego fueron enviados de dos en dos. San Glosa (uno de los padres de la Iglesia) nos aclara el motivo: “Se ponen expresamente de dos en dos, como aprobación de la sociedad conyugal” y por tanto, del matrimonio, que también somos enviados como misioneros de Cristo. Así, ellos y nosotros, podemos evangelizar y curar desde una comunión entre dos. Como Cristo, que no actúa solo, sino siempre con el Padre y el Espíritu en comunión perfecta. Porque el amor perfecto es el de comunión, y desde el pecado del hombre, sólo es posible gracias una herramienta potentísima e infalible: El perdón entre nosotros (Un deber para que Dios pueda perdonarnos) y sobre todo el perdón de Dios: La confesión.

La prioridad: En la misión de los apóstoles, Cristo también les marca una prioridad: El pueblo de Israel, el pueblo elegido. También para los esposos, nuestra misión tiene una prioridad, el esposo elegido para nosotros y la familia que se ha construido alrededor de ese amor.

La autoridad que les da: Otro detalle es que les dio autoridad para curar… y a mi esposo, como ministro de las gracias de Dios para mí por el sacramento del matrimonio, ¿qué poderes le ha dado? Pensémoslo… Lo que también queda claro es que es Cristo quien nos da autoridad a uno y a otro.

Por último, el mensaje: que el Reino está cerca. Y ¿qué significa que el reino está cerca? Que el Rey es Dios. Que Él reinará en nuestras vidas. Por encima de todo.

Señor mío y Dios mío.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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Un esposo despreciado en su casa. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 1-6

EVANGELIO
No desprecian a un profeta más que en su tierra

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
– «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? .»
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía:
– «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor.

Un esposo despreciado en su casa.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Tendemos a idealizar lo que no conocemos y a despreciar lo conocido: ¡Este es hijo de _______ (su padre) y de _________ (su madre)! Piensan los esposos el uno del otro.. Y así nos miramos, como seres humanos caducos, frágiles y llenos de defectos. La gente del pueblo de Jesús, veía su sabiduría, veía las obras de sus manos, pero como sabían de donde procedía y conocían la realidad de su carne mortal que necesita trabajar para vivir, no acababan de reconocer al Hijo de Dios.

A nosotros nos ocurre igual. Cuando, tal como nos explica San Juan Pablo II, Dios crea a la mujer sacándola del costado del hombre y el hombre despierta del sueño en que Dios le hizo caer, al ver a la mujer, se produce la más grandiosa fiesta de la humanidad, la mayor alegría jamás experimentada por el hombre: ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!. ¿Qué ha pasado para que marido y mujer ya no nos veamos así?. ¿Cómo miro a la única persona del mundo que me ha entregado toda su vida, toda su intimidad? Y por tanto ¿Cómo miro a la persona que más me ama del mundo?.

Hemos perdido la capacidad de la que hablaba el Papa de “participar de la mirada del Creador”. Hemos perdido la capacidad de mirar en el esposo la belleza y la grandeza de la creación de Dios, de mirar su filiación divina, de ver en él/ella mi ayuda adecuada, mi auxilio representando al auxilio de Dios (Como dice bellísimamente en el catecismo). Hemos dejado de compartir nuestro corazón. Vivimos en la misma casa, pero hemos distanciado nuestros corazones y nos estamos perdiendo la verdad del esposo.

El problema está, en que, como sigamos mirándonos así, el Señor no va a poder hacer ningún milagro en nuestro matrimonio.

La medicina: Oremos a Dios juntos y pidámosle que nos muestre (a nosotros nos la ha mostrado), la belleza y la grandeza del esposo. Es su hijo/a, heredero de toda la grandeza Divina para toda la eternidad, es templo de Espíritu Santo y todo el cielo reside en su interior.

Descálzate, esposo, porque estás ante terreno sagrado. Y verás que Dios puede hacer grandes cosas en tu matrimonio.

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El milagro de la fidelidad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 1, 57-66.80

EVANGELIO
Juan es su nombre

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66.80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
-«¡ No! Se va a llamar Juan. »
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Palabra del Señor.

El milagro de la fidelidad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El nombre que debía llevar aquel niño era importante:
Dice Orígenes: -. Zacarías significa “el que se acuerda de Dios”, Juan significa “el que manifiesta a Dios”. Además, la memoria se refiere a lo que está ausente y la demostración se refiere a lo que está presente. Por tanto Juan debía expresar, no la memoria de Dios como ausente, sino que debía señalarlo con el dedo como presente, diciendo (Jn 1,29): «He aquí el Cordero de Dios».-

Zacarías dudó del mensaje de Dios y quedó mudo durante un tiempo. Sin embargo, cuando llegó la hora de cumplir lo que le dijo el ángel, obedeció. Esta vez supo ser fiel a la voluntad de Dios y recuperó el habla. Después vino la gratitud y la alabanza a Dios en un canto de júbilo emocionado.
Cuántas cosas permite Dios (también en nuestro matrimonio) que no entendemos ¿No es así?. El cambio de nombre era un auténtico “disparate” en la época y sin embargo, era voluntad de Dios.

“El corazón alaba a Dios ¿Y cómo se alaba a Dios? Se alaba saliendo de sí mismos, gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder el tiempo alabando.” (cf S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013).

Sólo saliendo de nosotros mismos, podremos mirar nuestro matrimonio y a nuestro esposo (la gracia que Él nos da) y alabar a Dios.

Isabel concibió a Juan en su seno, mientras Zacarías, en silencio, recobró la fe y confianza en Dios. En ambos se da el milagro, la vida espiritual se construye a base de pequeños o grandes milagros que se dan en esa esfera íntima del alma, que sólo Dios y cada uno conoce. Pero no por ello dejan de ser milagros. Dios toca con su mano nuestras almas. «la mano del Señor estaba con él…» sí, y también está en nuestro matrimonio, porque Dios quiere engendrar un hombre y una mujer nuevos, siendo uno solo con Él, mediante la humildad, la donación y la entrega generosa.

Vemos a Isabel, con qué atrevimiento (para las costumbres de la época) pronuncia ese “¡No!” en nombre de Dios. Sin miedo, llena de confianza. El matrimonio nuevo que coopera con la acción de Dios, es consciente de su pequeñez, pero aún más de que esa «mano» divina le sostiene. La fidelidad y salir de uno mismo, son dos actitudes que nos hacen experimentar los frutos de felicidad que nos empujan a alabar a Dios.

Como Juan, nuestro matrimonio se va afianzando y fortaleciendo en el desierto, preparándose para dar testimonio del Amor de Cristo.

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La puerta de la Natividad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 7, 6.12-14

EVANGELIO
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 6.12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»

Palabra del Señor.

La puerta de la Natividad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Nos preguntamos cómo será la puerta estrecha que lleva a la vida en el matrimonio.

Podemos intentar describirla, observando la puerta de la Basílica de la Natividad de Belén:
– No se puede cruzar cargado de cosas: Hay que desprenderse de lo material en la búsqueda del bien común.
– La puerta es muy bajita, y no hay más remedio que agacharse para entrar: Agacharse implica doblegar el orgullo y someterse el uno al otro por el Señor. Dejar atrás los criterios y convicciones humanas, para someterse a la voluntad divina que gobernará nuestro matrimonio y nuestra familia.
– Al otro lado encontramos una gruta y un pesebre, un lugar propio para un Dios que se hace pequeño, y no un Dios que busca el poder y la fama: Los deseos no deben estar orientados a alimentar mi vanidad, sino ordenados al bien del otro.
– Y lo que nos impulsa a cruzarla es el amor a ese Niño que se hace una sola carne con nosotros por Amor y que nos conduce a no hacer más que una sola carne, un solo corazón y una sola alma entre nosotros.

Solo desea cruzarla aquel que está enamorado y no le importa dejarse todo atrás con tal de abrazar al amado. El Amado tiene corona de espinas, y seguro que te pinchas al abrazar su vida, pero sólo con el sufrimiento se puede demostrar el amor sincero.

La puerta es estrecha, y los matrimonios tenemos que entrar juntos, siendo uno. Al otro lado, nos espera la Vida.

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Ilumina tu vida. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6, 19-23

EVANGELIO
Donde está tu tesoro, allí está tu corazón

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! »

Palabra del Señor.

Ilumina tu vida.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Donde está tu tesoro está tu corazón:

Operación búsqueda del tesoro: Rebuscamos en nuestro interior para localizarlo. Tiene que haber algo que ocupe el primer lugar.
¿Qué sería lo último que estaría dispuesto a perder? ¿Qué es lo que más ocupa mi mente? ¿Es algo o alguien? ¿Es caduco o permanece? …
El trabajo, las comodidades, nuestra casa, nuestras aficiones, nuestro descanso, los hijos, el esposo, mi vida…

El tesoro es encontrar a Cristo. Estamos sometidos a los que no creen cuando nos sometemos a lo que ellos están sometidos. Al final, el mundo nos domina y nos atemoriza.

(Filipenses 3, 7, 8) “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.
Mateo 6,33 Buscad, ante todo el reinado [de Dios] y su justicia, y lo demás os lo darán por añadidura.

¿Dónde está realmente mi tesoro?. Si está en que es todo Amor, infinito, eterno, todopoderoso, pondré mi corazón en el amor, en lo eterno, en la plenitud. Un matrimonio que centra su vida en Él, ya sabe lo que puede esperar.

La lámpara del cuerpo es el ojo:
Es la luz de nuestra mirada la que puede hacer que volvamos a mirarnos como al principio, en el estado de inocencia originaria, como Dios nos creó.

Si miro a mi esposo con una mirada “mundana”, todo lo que veo, pasará o se corromperá algún día.

Por esto es tan importante ver el Evangelio en nuestra relación. Rezar juntos, cambia nuestra mirada: Ver la voluntad de Dios en el esposo, entender el plan de Dios para el matrimonio en el principio, cuando se miraban desnudos, hombre y mujer, con esa mirada interior, y no sentían vergüenza. La infinitamente hermosa y transparente pureza de la creación del ser humano hombre-mujer. Todo nos lo revela Él, no solo en la inteligencia, sino también nos lo sella en el corazón.

Si un hombre y una mujer nos miramos así no necesitamos sentir vergüenza, y… cuánta luz habrá en nuestro interior. Y qué transparencia y cuánta luz habrá en nuestro matrimonio.

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