Lo que marca el norte. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 8, 34-9, 1

EVANGELIO
El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 34-9, 1

En aquel tiempo, llamando a la gente y a sus discípulos, Jesús les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».
Y añadió:
«En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia».

Palabra del Señor.

Lo que marca el norte.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Este Evangelio parecería que estuviese escrito expresamente para los esposos, referido a nuestro camino de santidad específico.
El matrimonio ¿No es una negación de uno mismo? Un esposo que se entrega a su cónyuge ¿No está siguiendo a Cristo que se entrega a su Esposa en la Cruz? Lucia (de Fátima) habla que el sacrificio más importantes es aquella disciplina que te debes imponer a ti mismo para ser un buen cristiano en tu vocación. El sacrificio tiene sentido cuando significa olvidarte de ti mismo para el bien de los demás: Esposo e hijos, principalmente.

El esposo que quiera mantener su vida anterior ¿No está perdiendo realmente su vida? Tenemos muchos ejemplos de este tipo a nuestro alrededor. Y el esposo que abandona su vida anterior por Cristo y por su cónyuge ¿No salva su vida? ¿No se enriquece? ¿No se llena de alegría?. Eso en la tierra, pero además, el que no se entrega en su matrimonio por ganar el mundo, pierde su alma.

El matrimonio es bueno por sí mismo. No se va haciendo bueno con el tiempo, ya lo es. Pero si no tomo conciencia de que se establece una comunión entre mi esposo y yo, y que esto marca ya el norte de toda nuestra vida hasta que la muerte nos separe, no sabré apreciar el verdadero valor de este inmenso don de Dios.

Yo creo que el Señor nos dedica hoy a los esposos estas palabras: «En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia». Los esposos que se entregan plenamente el uno al otro, saborean el reino de Dios en este mundo.

Madre,
Te entrego mi vida, para que me vayas liberando de los afanes del mundo. Contigo voy tranquilo y me siento seguro, porque Tú sólo me llevarás a Cristo a través de mi vocación. Alabado sea el Señor que nos ha dado a nuestra bendita Madre. Amén.

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