11ª Estación Jesús promete su Reino al ladrón arrepentido
V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Padrenuestro y un Avemaría.
A la derecha e izquierda de Jesús han crucificado a dos malhechores. Y mientras uno lo insulta, el otro reconoce sus errores y se da cuenta de la grandeza del que va a morir junto a él.
Del Evangelio según San Lucas 23,39-43:
Uno de los ladrones crucificados le injuriaba diciendo: ¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro le reprendía: ¿Ni siquiera tú que estás en el mismo suplicio, temes a Dios? Nosotros, en verdad, estamos merecidamente, pues recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste, no hizo mal alguno. Y le decía: Jesús, acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino. Y le respondió: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
(cf. Mt 27,44; Mc 15,32b).
Comentario
Allí está Jesús, cosido al madero, contado entre los malhechores. Estas dos vidas, que también se están apagando junto a Él, son el ejemplo de tantas existencias apartadas de Dios; apartadas incluso de los hombres, porque están ancladas en el egoísmo, en la desesperanza, en la falta de ideales nobles.
A pesar de mis limitaciones y pecados, no puedo tener una visión pesimista y oscura de mi vida. La Misericordia y la Gracia de Dios son más grandes que nuestros pecados. La promesa de Cristo al buen ladrón es una invitación a luchar por amor hasta el último instante. No podemos tener miedo a acogernos al perdón de Dios. No nos ha de preocupar perder alguna escaramuza, lo importante es luchar por ganar la última batalla.
Oración
Señor, nos vemos pecadores, y nos avergüenza no haber estado, no estar, a la altura de las circunstancias. Que no permanezcamos indiferentes o desesperados ante nuestros errores. Enséñanos a reaccionar, a luchar para salir del pecado, y ayudar también a mi esposo/a a salir de él. Que sepamos estar muy pegados a Ti; y nos lleves al cielo cuando te lo «roguemos», como el ladrón arrepentido.
V/ Señor, pequé.
R/ Señor, ten piedad de mí y de mi familia.