EVANGELIO
Vosotros orad así.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
Palabra del Señor.
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Una combinación impresionante.
Dios y Padre. Una combinación impresionante a la que no me debo acostumbrar. Por un lado, seguir contemplando Su grandeza, Su majestad y por otro, Su cercanía y Su humillación al establecer esta relación conmigo.
Sólo por esto, se devenga una deuda hacia Él tan grande como la diferencia de dignidad que distancia nuestras naturalezas. Que Dios quiera ser mi Padre, con todo lo que una paternidad implica, tiene tantas consecuencias buenas para mí, que me resulta de una generosidad abrumadora. Y al mismo tiempo, tiene tantas exigencias para Él que me demuestra Su Caridad sobreabundante.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Luis: Ana, ¿Qué implicaciones tiene para nuestro matrimonio que Dios sea nuestro Padre?
Ana: Para empezar, exige una respuesta nuestra a tanto amor. Y para seguir, un trato entre nosotros digno de hijos de Dios. De una exquisitez…
Luis: Eso pienso yo. Creo que muchas veces no somos conscientes de quiénes somos. No actuamos como hijos del Padre. ¡Qué injustos somos con Él!
Ana: Totalmente. ¿Rezamos un Padrenuestro como reparación? Y vamos a procurar responderle como Él se merece.
Madre,
Cuando te miro, me digo: “Me encanta mi Madre”. Y cuando le miro a Él, me digo: “Flipo con mi Padre”. Ya no me puedo sentir solo nunca más. Alabado sea el Señor que me ha hecho hijo.
Nuestra filiacion divina, debería ser uno de los pilares de nuestra vida cristiana.Cuando digamos en voz alta el padre nuestro , de la Santa misa, ser conscientes de la ALEGRIA , de ser y sentirse , orgulloso, de tener tan Gran Padre .Con su Providencia , y sabiendo q es como el padre del hijo pródigo, vayamos alegres , x la calle , x el hogar, e incluso al trabajo diario….