EVANGELIO
Comunicad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Palabra del Señor.
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¿Experimento la alegría?
Tenemos que volver a donde todo empezó. Donde empezó la llamada, donde empezó la misión de seguir a Cristo. Quizás en su día empezamos con ilusión y con algo de inconsciencia, pero nos toca volver una y otra vez a ese origen con los ojos de la fe. Por el camino habremos pasado por todas las vicisitudes que pasó Él, pero hoy volvemos a encontrarnos con el Resucitado, y nos postramos ante Él y Él nos dice ¡Alegraos! Después de un año de trasiego, esfuerzo, renuncias, caídas… hoy nos llega de nuevo y con fuerza la alegría de la resurrección. Una alegría que supera cualquier tristeza, cualquier dificultad, cualquier sufrimiento. ¿La experimentamos?
Aterrizado a la vida matrimonial:
Almudena: Qué pequeños se quedan nuestros pecados al lado de algo tan grande como el poder de la Resurrección del Hijo de Dios. No acabo de hacerme a la idea de la dimensión de este poder que Cristo ha dejado en nuestras manos.
Juanjo: Yo tampoco. ¿Cómo medirlo? El poder del pecado lo experimentamos todos los días y podemos intuir el poder del pecado en el mundo mirando todo lo que está pasando y a dónde nos está llevando la soberbia del hombre. Pero no ocurre igual con el poder de la Redención. Está como oculto, queda como esperanza, pero no es tan explícito. Tampoco lo experimento entre nosotros, en nuestro matrimonio ¿Por qué?
Almudena: Porque no creemos en Él suficientemente. Porque nos falta fe. Pero hemos visto lo que este poder hace con los santos o lo que los santos han sido capaces de hacer con Él. ¿Qué será cuando el Hijo del Hombre se manifieste y venga con toda Su gloria y su poder?
Juanjo: Ese día será el día de la victoria definitiva. Ya nadie dudará, todos se postrarán ante Él. Ese día no habrá ateos, no habrá ideologías engañosas, no habrá dudas… Sueño con el día de la Victoria eterna de Dios en nosotros.
Madre,
Necesitamos aferrarnos a la esperanza por la fe. Ayúdanos a no perderla de vista nunca. Alabado sea el Señor que ¡ha resucitado!