Proyecto Amor Conyugal en colaboración con la Delegación de familia de Buenos Aires La Parroquia Ntra. Sra. del Socorro (CABA), Parroquia Nuestra Sra. de las Gracias (Pilar) y Parroquia Nuestra Sra. del Valle (Muñiz) os invita a participar en un retiro para Matrimonios, con el objetivo de adentrarnos juntos en la Verdad del Matrimonio (según San Juan Pablo II) y experimentar la Alegría del Amor (según el Papa Francisco).
¿A quién va dirigido este retiro? a todos los esposos unidos por el Sacramento del Matrimonio o aquellos que en el momento de la inscripción no tienen impedimento alguno para contraer el Sacramento del Matrimonio, y que quieran vivir una EXPERIENCIA de AMOR juntos, estén en crisis o no. A todos los que quieran fortalecer y reavivar su Sacramento del Matrimonio.
FECHAS: Será desde el viernes 10 de marzo a las 18:00h. hasta el domingo 12 de marzoa las 18:00h.
LUGAR: Colegio Máximo – Av. Dr. Ricardo Balbín 3226, B1663 San Miguel, Provincia de Buenos Aires
PRECIOS: (Incluye alojamiento, pensión completa y gastos diversos): $48.000 pesos por matrimonio.
Suplemento para ayuda a otras familias: Podéis aportar una cantidad adicional, a voluntad, que es muy importante para ayudar a otros matrimonios con dificultades económicas que quieren hacer el retiro.
Subvenciones: Si alguna familia no puede asistir por problemas económicos que nos lo comente, por favor.
Nos pondremos en contacto con vosotros para confirmaros la reserva de plaza (Después podréis formalizar la inscripción realizando el pago del 100% del importe a la cuenta que se os indicará) o informaros de si estáis en lista de espera (En caso de que no hubiese plazas disponibles).
Sobre Proyecto Amor Conyugal:https://proyectoamorconyugal.es/acerca-de está compuesto por matrimonios católicos que profundizamos en nuestra vocación conyugal y que ayudamos a otros a convertir su matrimonio en algo GRANDE.
Llamó a los que quiso para que se estuvieran con él.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que él quiso y se fueron con él.
E instituyo doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios:
Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y Juan, el hermano de Santiago, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.
Jesús instituyó a doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar. A esos les dio autoridad para la misión que les había encomendado. El Señor nos llama primero de todo para estar con Él, conocerle, que nos muestre la Verdad y el Camino. Después nos envía y nos capacita para la misión.
A nosotros nos ha llamado al matrimonio, pero es importante que previamente estemos con él. Podemos colaborar en las tareas familiares, en la educación de los hijos… pero antes es importante que estemos el uno en el otro. De lo contrario, crearemos confusión en nuestros hijos, habrá muchas discusiones y no estaremos capacitados por el Sacramento conyugal para hacer adecuadamente nuestras tareas.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Ángel: Cuando le dije a nuestro matrimonio Tutor que no teníamos tiempo para rezar, ¿sabes qué me dijeron?
Marisa: ¿Qué te dijeron?
Ángel: Que la causa de que no tengamos tiempo para rezar es precisamente que no rezamos. Es verdad que perdemos mucho tiempo discutiendo, que tenemos muchas distracciones con las cosas del mundo… Tenemos que reconocerlo. Si hubiera más unión entre nosotros y con Dios, todo fluiría más rápido, sería más sencillo.
Marisa: Estoy de acuerdo. Nos centramos mucho en hacer, hacer, hacer… pero no nos dedicamos tiempo el uno al otro, no nos ocupamos de alimentar nuestro matrimonio y eso nos pasa factura. Si ahora mismo me llamase Dios y me preguntase ¿qué has hecho con la vocación del matrimonio a la que te llamé? Tendría pocas respuestas que darle, porque la realidad es que hasta ahora he hecho bien poco.
Ángel: Pues pongámonos a ello. Reservemos una horita diaria para rezar juntos y construir una intimidad común hablando también de nosotros. ¿Te parece?
Marisa: No solo me parece, sino que me encanta que me lo plantees. Deseo con todas mis fuerzas llegar a estar en ti y que tú llegues a estar en mí.
Madre,
El Señor nos quiere con Él y nosotros queremos estar juntos con Él. Estando con Él, notamos sus fuerzas para llevar a cabo nuestra misión como esposos. Alabado sea Dios que tanto nos ama.
Los espíritus inmundos gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios», pero él les prohibía que lo diesen a conocer.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él, y gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
Una de las tácticas favoritas del demonio es «pasar desapercibido» o hacerle creer a la gente que no existe, sin embargo, el testimonio de la Biblia y la experiencia de su acción en nosotros no dejan lugar a dudas. Era aproximadamente enero de 1885, en el Vaticano, en la capilla privada de León XIIII. Después de haber celebrado la misa, el Papa, según su costumbre, asistió a una segunda misa. Hacia el final, se le vio levantar la cabeza de repente y mirar fijamente hacia el altar, encima del tabernáculo. El rostro del Papa palideció y sus rasgos se tensaron. Acabada la misa, León XIII se levantó y, todavía bajo los efectos de una intensa emoción, se dirigió hacia su estudio. El Papa se encerró en su estudio. Media hora más tarde, hizo llamar al secretario de la Congregación de Ritos. Le dio una hoja, y le pidió que la hiciera imprimir y la enviara a los obispos de todo el mundo. Esa hoja contenía la oración a San Miguel Arcángel, con la que acabaremos este comentario.
El término «diablo» indica una función de satanás, que es la de dividir (del latín «diavolus»). Actúa por medio de la seducción que provoca en nosotros un deseo engañoso, bajo apariencia de bien. Lo vemos en las tentaciones de Jesús en las que le ofrece el placer, el poder y la gloria. ¿Nos suenan estos tres deseos? Cuando una víctima cae en el engaño, descarga sobre él todo su odio, destruyendo su vida y todo cuanto tiene a su alrededor.
Nos conviene estar bien cerca de Señor. Él es inmensamente más fuerte.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Almudena: (Piensa: Hay que ver que ha tomado la decisión sin contar conmigo. Es que no cuenta conmigo para nada. Quizás me esté mirando en este momento… No. No debo dejarlo pasar, porque debe aprender a tratarme con más respeto, que no soy un cero a la izquierda.) ¿Por qué no me has preguntado antes de tomar la decisión? Deberías haber contado conmigo. ¿No te parece?
Juan: (Piensa: Me dice que no he contado con ella y sé que le pregunté varias veces. No me presta atención. Encima que me esfuerzo por contar con ella, me ignora y ahora me echa la culpa a mí. Tengo que decírselo, para que la próxima vez me preste más atención. Aunque le va a sentar mal, y nos va a distanciar… Bueno, pero debo hacerlo para que no piense que ha sido culpa mía). Perdona, te lo dije varias veces, pero como siempre, me ignoras. No me prestas atención y encima las consecuencias son para mí…
Almudena: ¿Cómo? Que me lo dijiste varias veces… ¡Encima! Eres como tu hijo, nunca reconoces tus errores…
(Y se acabó liando parda…)
Juan (Por la noche en la oración conyugal): Señor, perdóname porque hoy he respondido mal a mi esposa intuyendo que no le iba a gustar mi respuesta y nos iba a distanciar. Todo por no quedar yo mal. Pura vanagloria. Perdón, Señor. ¿Me perdonas, Almudena?
Almudena: Sí, claro que te perdono. Perdón Señor porque he buscado ser tomada en cuenta por pura vanagloria y he provocado un distanciamiento con mi esposo. ¿Me perdonas, Juan?
Juan: Sí, te perdono. Es tremendo cómo caemos en las tentaciones del demonio. Nos lo viste de bien, y nos engaña. A partir de ahora, antes de tomar un camino, pondré como prioridad si traerá como consecuencia que nos va a separar o nos va a unir. Si nos separa lo rechazaré y si nos une lo cogeré. Así impediré que me engañe el demonio. Ayúdame Señor a discernir.
Almudena: Ayúdanos Señor.
Oración (León XIII):
Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha, sé nuestro amparo contra la adversidad y las asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes. Y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los otros malos espíritus que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada:
«Levántate y ponte ahí en medio».
Y a ellos les pregunta:
«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».
Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la mano».
Lo extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
Solemos estar más atentos a lo que hacemos mal que a lo que dejamos de hacer bien. Pero el pecado de omisión hay que tenerlo también muy en cuenta.
Cuando mi esposo tiene una necesidad, y no hace falta que sea cuestión de vida o muerte, debo reaccionar para intentar satisfacerla con urgencia. Y dado que yo soy su esposo, seguro que tiene mucha dependencia de mí, tanto a nivel de servicio, como anímico, como afectivo, como espiritual… El hecho de que haya sido creado para él o ella implica que, si distraigo mi atención, puede que esté omitiendo actos de entrega que Dios espera de mí para él o ella.
Y parece que Jesús se toma esto bastante en serio. Mira con ira a los de su alrededor por la dureza de su corazón, porque, aunque la cuestión no era de vida o muerte, ellos estarían dispuestos a dejar a ese hombre un día más sin sanar, pero Jesús no está dispuesto a admitir ese retraso en absoluto.
Así que, algo me dice que voy a tener que prestar más atención a mi esposo ¡desde ya!
Aterrizado a la vida matrimonial:
Andrés: Me asombra ver cómo te estás desviviendo para que no me falte de nada. Desde que descubrí mi intolerancia al gluten, me llevas piquitos a las reuniones familiares, me buscas desayunos que estén medio apetecibles, ahora me compras unos yogures de limón para hacerme un bizcocho especial… Y así con todo, con la ropa en las rebajas, en lo afectivo, recibo un cariño desbordante…
Almudena: Andrés, existo para ti, es lo que el Señor quiere de mí, es para lo que me ha creado. Pero es que además, te amo tanto, que no puedo permitir que te falte algo, por pequeño que sea. Si tú estás bien, yo estoy bien.
Andrés: Qué maravilla eres. Estoy aprendiendo mucho de tus detalles. Estoy deseando permanecer en tu corazón, porque permaneciendo en tu corazón, permanezco en el corazón de Cristo. Señor, no dejes que me aparte de ella, no dejes que me aparte de ti.
Madre,
Que la dureza de nuestro corazón no impida la acción de Dios a través de mí en mi esposo y a través de los dos en los demás. Por Su gracia, cada vez amamos más lo que Él ama y nos amamos más como Él nos ama. Alabado sea Dios.
El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 2, 23-28
Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.
Los fariseos le preguntan: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Él les responde: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?».
Y les decía: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».
Nos liamos con mucha frecuencia con las leyes que aprendemos, las normas y nuestros propios criterios. Hoy, tal como reza la aclamación anterior al Evangelio pedimos: El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.
Eso es lo que estamos haciendo con las catequesis de San Juan Pablo en la que profundiza sobre el hombre escatológico. Así nos ilumina sobre la esperanza a la que nos llama, y cuando el Señor te muestra su plan para el cielo, entonces la esperanza nos eleva y nos anima a empezar a vivir el Reino aquí.
Aterrizado a la vida matrimonial:
María: Aprender sobre cómo seremos en el cielo, me sobrecoge. Me sobrecoge la grandeza que Dios tiene pensada para nosotros, esa divinización que realizará en mí por Su gracia; la intimidad que podemos llegar a vivir, entre nosotros y con Él, porque Él lo impregnará de Él todo en nosotros y en la creación entera.
José Antonio: A mí también me está ayudando a dejarme impregnar desde ya por el Espíritu Santo. Es cierto que ahora me toca verlo todo con los ojos de la fe, pero me está ayudando a ver a Dios en ti de un manera brutal.
María: Es verdad que Él hace tiempo que nos está abriendo los ojos. Por ejemplo, he podido ver que cuando hay discusiones entre nosotros es porque la voluntad de Dios no está en mi criterio ni en el tuyo, sino que Él pone parte de Su luz en mí y parte en ti, y tenemos que aprender a que haya en los dos un sola voluntad acogiendo el don recibido por el otro.
José Antonio: Es una maravilla, cuánta luz, cuánta belleza nos muestra.
Madre,
Su reino no es de este mundo, porque no se percibe con los sentidos, pero estatua aquí, porque podemos percibirlo con los sentidos de la fe. ¡Qué grande es el Señor!