Archivo por días: 13 enero, 2023

Críticas o fe. Comentario para Matrimonios: Marcos 2, 1-12

EVANGELIO

 

El Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 2, 1-12

Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa.
Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra.
Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico:
«Hijo, tus pecados te son perdonados».
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:
«Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?».
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, coge la camilla y echa a andar”?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados – dice al paralítico -:
“Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”».
Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:
«Nunca hemos visto una cosa igual».

Palabra del Señor.

 

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Críticas o fe.

Ante la misma escena vemos dos actitudes. La de los que recelan de todo y en el fondo no quieren creer y la de los que confían en ti y por tanto hacen todo lo que esté en su mano por llegar al ti, Señor, no permitiendo que ningún obstáculo se interponga.
En nuestra vocación pasa igual. Están los que recelan de todo y utilizan cualquier excusa para plantearse la nulidad o la separación, y los que confían en Ti y no se paran ante nada, sorteando cualquier obstáculo, contando con la ayuda de otros que envías en Tu nombre, acudiendo a recibirte en los sacramentos… y siendo creativos. Éstos últimos, te buscan siempre, Señor, para que participes en su relación, y Tú harás que salgan de su parálisis Tú perdonarás sus pecados en el Sacramento de la Confesión. Pero hace falta que se entreguen totalmente, Señor. Si no, no puedes entregarte Tú.
Si lo hacen, los de alrededor, quedarán atónitos dando gloria a Dios, como ya hemos hecho muchas veces ante las conversiones conyugales de las que estamos siendo testigos, sólo de los que perseveran. Hoy tenemos que decir bien alto: “Nunca hemos visto una cosa igual”. Alabado seas Señor.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: No veas qué dura es la vida ¿Eh? ¡Cuántas pruebas!
Alicia: Sí. Aquí estoy en la batalla.
Andrés: ¿Por qué? ¿Te ha pasado algo?
Alicia: Es la batalla en el corazón. Me vienen un montón de pensamientos constantemente: Que si no me ayudas, que si no te importo, cuando estoy mala que no te preocupas de mí… ¡Uf! ¡Qué rollo! Y luego, te amo muchísimo, te valoro muchísimo. ¿Por qué me asaltan constantemente todos esos pensamientos?
Andrés: En realidad, no son tan malos. Son tentaciones, que a medida que las vas despejando, te vas fortaleciendo. Es así. Caes, te debilitas. Los apartas, te fortaleces.
Alicia: ¿Puedo apoyarme en ti? Te cuento lo que pienso y me ayudas a apartar ese pensamiento ¿Te parece?
Andrés: Vale, y yo hago lo mismo. Pero no vale enfadarse por los pensamientos que nos llegan ¿Eh? Que no somos responsables de ellos hasta que decidimos acogerlos.
Alicia: Vale. Ya sólo nos falta ponernos en manos del Señor: Señor, Tú lo puedes todo, te presento a mi esposo para que Tú lo sanes.
Andrés: Yo te presento a mi esposa para que Tú la sanes.
Alicia: Tenemos fe en que Tú puedes, Señor. Amén.
Andrés: Confiamos en ti. Amén.

Madre,

Hay muchos que no quieren perseverar, que no quieren esforzarse… Pedimos por ellos, Madre, para que ablandes su corazón, para que nos dejen llevarles ante el Señor y Él pueda curar su parálisis. Son muchos, Madre. También te pedimos por todos los esposos camilleros, dispuestos a subirse al tejado o donde haga falta por salvar a otros. Gracias por ellos, Madre. Alabado sea el Señor.