EVANGELIO
Les enseñaba con autoridad
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 21b-28
En la ciudad de Cafarnaún, y el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
«¡Cállate y sal de él!».
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos:
«¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad es nuevo. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor.
Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES pincha aquí: http://wp.me/P6AdRz-D1
El don de la Autoridad.
Hay un documento del Vaticano, “El don de la Autoridad” que afirma que la autoridad de Jesús viene del Padre, que se reconocía Su Palabra de curación y liberación, y que se demostró Su autoridad especialmente en Su servicio de autodonación. Tres claves para enseñar con autoridad.
Muchas son las veces que nos empeñamos en corregir a nuestro esposo. Para hacerlo con autoridad, debemos cumplir esas tres claves: Que nuestra palabra venga del Padre, que sea sanadora, y que la demostremos con un servicio de autodonación. Si lo hago así, bendita corrección.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Carla: (Rezando al Señor) Mi esposo no quiere rezar conmigo. Y encima se enfada cuando se lo planteo. ¿Qué hago Señor? Tengo la seguridad de que este deseo viene de ti. La segunda condición es que le cure y libere. Me doy cuenta que no le doy libertad, y que le enfado por mi manera de planteárselo. Eso lo tengo que cambiar si quiero hacerle la llamada de Tu nombre. Y por último, tiene que haber una autodonación, y lo que voy a hacer es ofrecer un sacrificio por él.
(Horas más tarde)
Carla: Andrés, cariño, quiero hablar contigo. Mira, yo sé que últimamente estoy poco cariñosa contigo. Me gustaría estarlo sinceramente, y para ello necesito estar a tu lado charlando un rato. ¿Puede ser a las nueve?
Andrés: Sí, claro.
(A las 21h)
Carla: Andrés, como te decía quiero estar más cariñosa contigo, y me gustaría que ese cariño fuera sincero. ¿Tú quieres estar a gusto conmigo?
Andrés: Me gustaría mucho. Últimamente hay muy mal rollo entre nosotros.
Carla: Te propongo un trato. Estamos unos minutos hablando de nosotros todos los días, y después, ya verás cómo me ayuda a estar más cariñosa contigo ¿te parece?
Andrés: Me parece fenomenal.
Carla: No te importará si al acabar le doy gracias a Dios por ti ¿no? Eso me ayuda mucho.
(Y así Carla, fue poco a poco metiendo a Andrés en la oración juntos, y enseñó a su esposo a rezar, con autoridad).
Madre,
Qué poco amor ponemos en las correcciones que nos hacemos. Desde luego que no nos donamos ni estamos dispuestos a mover un dedo para mover las cargas pesadas que nos echamos encima mutuamente. Nos ha gustado mucho aprender hoy cómo enseñar con autoridad. Alabado sea el Señor, que nos instruye en Sus sendas. Amén.