EVANGELIO
Bienaventurado el vientre que te llevó.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor.
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Fuente de vida.
La Palabra de Dios, como decía San Ambrosio, “es la sustancia vital de nuestra alma; la alimenta, la apacienta y la gobierna; no hay nada que pueda hacer vivir el alma del hombre fuera de la Palabra de Dios”. Es, como dice la Dei Verbum, “fuente pura y perenne de la vida espiritual”. ¿Voy a atreverme a vivir sin la Palabra de Dios?
Para la correcta aplicación de la Palabra, debemos acogerla, meditarla o contemplarla y ponerla en práctica. Es decir, escucharla con docilidad, no interpretándola a mi modo, sino al modo que ha establecido la doctrina de la Iglesia. Y si no estoy de acuerdo, tener claro que el equivocado soy yo.
Luego meditarla, rumiarla, confrontándome con ella, dejar que penetre en el último resquicio de mi alma, permanecer lárgamente ante Ella. Traerla a la memoria durante todo el día, saboreándola. Esto nos permite conocer a Dios y conocernos a nosotros mismos. En esta parte también incorporamos la oración conyugal, en la que nos iluminamos los esposos el uno al otro como ayuda adecuada, nos ayuda a conocer nuestra intimidad, une nuestras almas en comunión con Dios.
Por último, cumplirla. Obedecer a lo que Dios establece a través de Su Palabra. Esto nos hará entenderla de verdad porque experimentando en la vida la Palabra, experimentaremos la verdadera felicidad.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Andrés: Carmen, yo rezo, me pongo ante el Señor, pero no le escucho.
Carmen: Eso es imposible. Tú lees y meditas el Evangelio conmigo.
Andrés: Ya, pero luego cierro los ojos y no escucho nada.
Carmen: Cierras los ojos y ¿No contemplas el Evangelio que has escuchado? ¿No te planteas cómo hace las cosas Dios, cómo es Dios? ¿No te planteas cómo las haces tú y qué hay en tu corazón que se asemeje al corazón de Dios?
Andrés: Bueno, eso sí.
Carmen: Entonces, Dios te está hablando a través de la Palabra. No necesitas que te añada otras palabras, ya te ha dedicado éstas y las está aplicando personalmente a tu corazón. ¿Qué más quieres?
Andrés: Mujer, visto así… no necesito nada más.
Madre,
Dios me ha hablado, y su Palabra penetra mi alma, me habla a mí en cada circunstancia. Alabado sea Dios que nos ha dado Su Palabra para nuestro alimento y nuestra guía espiritual.