EVANGELIO
No he venido a traer paz, sino división.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor.
Para ver los próximos RETIROS Y MISIONES pincha aquí: http://wp.me/P6AdRz-D1
Un cambio drástico.
La buena noticia del Evangelio conlleva un cambio drástico en nuestra manera de vivir. Si no han cambiado mis prioridades, mis deseos, mi manera de pensar, mi manera de actuar… si no han cambiado es porque aún no me he convertido.
Este cambio drástico en mi vida puede traer como consecuencia roces con mi esposo y con los de mi alrededor que no se hayan convertido, porque no lo van a entender y puede que vayan contra mí.
Por eso me avisa el Señor, para que no me pille desprevenido. Sufriré embates, pero no importa, porque el cambio después de conocer a Cristo es brutal si respondo a Su llamada a través de mi vocación, Él hace que arda mi corazón.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Luis: Teresa, quería agradecerte todo el tiempo que estuviste esperando mi conversión. Entiendo que te hice daño criticando tus devociones y oraciones, ridiculizándote una y otra vez.
Teresa: No te preocupes, Luis, lo viví con gusto por amor a ti y al Señor. Además, eso lo permitió Dios para dar testimonio de Su poder, porque yo no habría sido capaz de responder con tanta paciencia y comprensión.
Luis: Eso fue lo que me convirtió, tu serenidad, tu respuesta cariñosa, tu alegría. Eso fue lo que despertó mi curiosidad e hizo que estuviera dispuesto a ponerme a tiro.
Teresa: El Señor no da puntada sin hilo. Aprovecha incluso los desprecios y las humillaciones para construir su obra redentora. Gloria a Dios.
Madre,
El Señor hace que ardan nuestros corazones. Él nos da la vida, nos da el amor, nos da la alegría. ¡Gloria a Dios!