Archivo por meses: julio 2022

Surcos de Gracia. Comentario para Matrimonios: Mateo 13, 36-43

EVANGELIO

Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 36-43

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». Él les contestó: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

Palabra del Señor.

 

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Surcos de Gracia.

Resulta que somos la semilla del Señor en este mundo. No esperemos más milagro que este, que Dios pone su reino en nuestras manos para que asistidos por la gracia, lo hagamos germinar.
Para sembrar la semilla, previamente hay que hacer un surco en la tierra e introducirla en él. Para ser semilla del Señor, tenemos que dejarle que nos hunda en lo profundo de la tierra. El Señor no nos pone en la cumbre, sino en lo más bajo para que desde ahí, se demuestre Su poder.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Carmen: Me siento señalada. Se burlan de mí porque creo en el poder de Dios más que en el poder de los hombres.
Juan (Esposo de Carmen): Pero tú y yo somos felices ¿no? No lloremos por haber sido humillados, lloremos por los que están en la cumbre, porque el agua del riego circula por los surcos. La gracia del Señor, circula entre los sencillos, entre los que sufren: los que se hacen pobres, los perseguidos, los que tiene hambre de justicia… De ahí, Él sacará los frutos.

Madre,

Pídele a Dios que bendiga a todos los esposos y padres, por esa entrega de cada uno de ellos que nos hace a todos un poquito más santos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

A-pasión-a-dos. Comentario para Matrimonios: Mateo 20, 20-28

EVANGELIO

Mi cáliz lo beberéis.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
¿«Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

Palabra del Señor.

 

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A-pasión-a-dos.

Celebramos hoy la solemnidad de Santiago Apóstol. Él pasó de querer ser el primero, a perder su vida por amor a Cristo y a aquellas gentes difíciles de Hispania a las que Evangelizó con la ayuda de Ntra. Sra. del Pilar.
Gracias a ese cambio en su vida de pasar de querer ser servido a servir, hoy tú y yo, somos cristianos. Eso lo hizo mucho más grande que si hubiera conseguido un puesto para presumir.
Hoy, Señor, nos dices a nosotros, los esposos: ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? Es el Viacrucis del matrimonio, donde a veces me sentiré juzgado injustamente, a veces no se me valora según la dignidad que me has dado, otras cargo con la cruz del pecado de mi esposo, otras tengo sed… pero esta es nuestra misión: La de hacernos uno como esposos a-pasión-a-dos. Tú nos haces grandes si servimos en la misión que nos has encomendado. Quién sabe cuántos agradecerán lo que Tú harás en mi familia, amigos… a través de mi servicio como esposo. De momento, lo que veo es ¡Impresionante!

Aterrizado a la vida matrimonial:

Cada uno intentaba imponer sus costumbres, sus gustos y sus normas. Cada uno pensaba que las suyas eran las buenas. Pero el Señor les da un toque de atención. Los que tiranizan y oprimen, esos no son grandes a los ojos de Dios. Así que iniciaron una especie de juego de amor. Sus esfuerzos se basaban ahora en ser creativos en su servicio al otro. El primer día, él le escribió una bonita nota de amor, y se la dejó a ella en la mesita para cuando se levantara. Ella por su parte, fue al trabajo de él a la hora de comer, para comer juntos, que sabía que a él le gustaba. El resto del día, transcurrió con normalidad, pero se habían esforzado el uno por el otro, y eso lo hacía diferente. El segundo día, él renunció a ver el partido y dedicó ese rato a preguntarle a ella cómo estaba y qué necesitaba de él. Ella por su parte, le regaló unas entradas para ver a su equipo de fútbol juntos el fin de semana. Incluso apareció con la cara pintada con los colores de su equipo, lo que a él y a los niños les hizo mucha gracia. Se hicieron fotos y todo…
Ambos estaban dispuestos a beber el cáliz que significa el sacrificio personal, pero la recompensa será grande, para ellos, para sus hijos, para los hijos de sus hijos… de generación en generación.

Madre,

Con qué poquito esfuerzo al día, podemos ser esposos apasionados del amor de Dios. Esto es lo que nos hace agradables a Sus ojos, que nos sirvamos mutuamente. Sabemos que no estaremos cerca de Él si no bebemos su cáliz. Es un trago duro, pero estaremos con Él si lo bebemos. Merece la pena esforzarse. Gracias Señor por dar Tu vida en rescate por mí, ayúdame a darla yo con la alegría de saberme salvado. Amén.

Pedir sin pedir. Comentario para Matrimonios: Lucas 11, 1-13

EVANGELIO

Pedid y se os dará.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-13

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos»
Él les dijo:
«Cuando oréis decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en la tentación”».
Y les dijo:
«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:
“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”; y, desde dentro, aquel le responde:
“No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».

Palabra del Señor.

 

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Pedir sin pedir.

Hoy en día no se habla de pedir, más bien se habla de “negociar”, “pactar”, “acordar”… Parece que pedir es humillante. Para empezar “pedir” no es egoísta, sino que es reconocer las propias limitaciones y es reconocer que los dones de mi esposo no se los ha dado para él únicamente, sino también para mí. Nacemos necesitados, pedimos a base de llantos, y durante toda nuestra vida seguiremos siendo necesitados.
Queremos pedir, pero sin parecer débiles. Otros, que ya han superado la timidez, piden por pura vaguería…
Tenemos que pedir reconociendo nuestras limitaciones, y pedir claramente, no con indirectas para que el otro se sienta obligado, sino pidiendo un favor que me deja inmediatamente disponible para cuando él o ella necesite algo de mí. Así se construyen las relaciones entre dos necesitados. Necesitamos mucho, mucho de Dios. Reconozcámoslo. Y si no… “no tienes parte conmigo”.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Silvia: ¡Ay! Me acabo de tumbar y me he dado cuenta de que me he dejado el móvil en la cocina. Qué rollo tener que levantarme otra vez… con lo cansadísima que estoy…
Nacho: Yo te lo traigo, no te preocupes. (Tumbado a su lado, se levanta y se lo trae).
(Al día siguiente)
Silvia: Me he olvidado de comprar tomate frito. Me iba a poner a cocinar ahora, y me acabo de dar cuenta. ¡Voy agobiadísima de tiempo! Ya no me da tiempo a bajar.
Nacho: No te preocupes, bajo en un momento y lo traigo.
(Al día siguiente)
Nacho: Ya que vas a la tintorería ¿Te pasas por la farmacia y me harías el favor de traerme ibuprofeno que me duele la cabeza horrores?
Silvia: No puedo Nacho. De verdad que no me da tiempo. Hoy tengo que ir a recoger a los niños al cole y si llego tarde en seguida se ponen nerviosos.
Nacho: Vaya… todo el día haciéndote favores y para uno que te pido…
Silvia: ¿Favores? Yo no te he pedido nada… Si me lo vas a echar en cara, mejor no te ofrezcas a ayudar.
El Señor en oración: Silvia, Silvia, cuidado con la soberbia. Tu esposo te hace muchos favores. Deberías pedir claramente lo que necesitas y agradecer después. Ambos son actos de humildad…
Silvia: Perdón Señor. Perdóname Nacho. Muchas gracias por estar siempre disponible. A partir de ahora te pediré las cosas claramente. Así tomaré más conciencia de cuánto te necesito y cuánto te entregas por mí.

Madre,

Es verdad que a veces me da cosa pedir… No quiero que mi oración se convierta en una lista de peticiones para mí. Me gusta más estar con el Señor y escucharle. Pero ahora que me dice que pida, dedicaré un rato también a pedirle lo mucho que necesito de Él. Alabado sea el Señor que es tremendamente generoso.

Amar heridos. Comentario para Matrimonios: Juan 15, 1-8

EVANGELIO

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos»

Palabra del Señor.

 

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Amar heridos.

La savia, la que alimenta al sarmiento, no se transmite a través de un contacto superficial. La conexión se produce porque el sarmiento ha brotado de la vid desde el principio, lo que equivaldría a la santidad por la inocencia. Pero si éste ya se ha separado de la vid por el pecado, tendríamos que herirla con un punzón, hasta llegar al corazón del tronco, y tendríamos que afilar el sarmiento para que entrase por el agujero estrecho y empujarlo con esfuerzo hasta dentro, hasta que se conectasen por el corazón donde fluye la sabia. Así es como se produce mi conexión contigo, Señor, a través de Tus heridas. Por eso Tu corazón fue traspasado y está llagado, para que precisamente ahí, despojándome de mis cortezas, mis vanidades exteriores y de mis orgullos y resistencias, pueda conectar contigo, con un corazón contrito y humillado. Yo conecto contigo en Tu pasión. Es ahí donde descubro tu Corazón, descubro cuánto me amas. Es ahí donde me desarmas y te haces uno conmigo.
Algunos nos quieren hacer creer que las heridas nos impiden amar y que antes de poder amar hay que sanar las heridas. Tú me enseñas que no, que son precisamente las heridas por las que nos acogemos y en las que nos hacemos uno, como Tú con nosotros. Santa Teresa decía que las heridas se sanan amando en aquello que te las ha causado.
Algo así pasa también entre los esposos. Nuestra unión se produce acogiéndonos precisamente en lo que más te duele, y entregándonos en lo más sangrante de nosotros, para que ambos podamos ser ayuda del otro, como un don de Dios, en nuestro camino de santidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: Lo siento, Ramón, quería guardarme mi dolor para mí, mi herida era mía y a ti te presentaba la espina que me la había producido. Te pinchaba con ella. Ahora que te he mostrado mi herida abierta para que la conozcas y entres tú también en ella, me siento tuya y te siento mío. Porque has sabido acogerme en lo más íntimo, en lo más sensible de mí. Ya ves, aquí sigo sufriendo porque no me supiste ayudar en mi relación con tu familia de origen. Y esa herida sigue abierta con ellos, aunque ya no está infectada. Hoy, por fin, te has adentrado en ella y me he sentido comprendida, te he sentido a mi lado, unido a mí.
Ramón: Ahora que he estado en lo más delicado de tu corazón, te veo más hermosa y me siento más parte de ti. Espero seguir pudiendo ayudarte, para que tu sangre no se vierta en vano, sino que sea redentora con la de Cristo. Permaneceré contigo en cada momento de dificultad, uniendo mi corazón al tuyo.
Marta: Perdona si te he herido al mostrártela, porque tú has sido verdugo de mis llagas, pero como traspasaron a Cristo y de ahí, de su herida precisamente, brotó nuestro Sacramento, así también, de mis heridas y de las tuyas tiene que brotar nuestra unión bendecida y purificada Él.

Madre,

Sin el Señor no podemos hacer nada. Necesitamos estar permanentemente conectados a Él para alimentar nuestra alma. Qué grande es Dios que nos da la Vida y qué torpes nosotros que la rechazamos tantas veces… Alabado sea el Señor por darnos Su Corazón herido, y bendito Sacramento que nos permite acogerle en nuestro esposo llagado. Amén.

El consuelo. Comentario para Matrimonios: Juan 20, 1. 11-18

EVANGELIO

Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1. 11-18

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».
María Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».

Palabra del Señor.

 

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El consuelo.

Hoy en día hay muchos esposos, que lloran (más o menos en silencio) la muerte o las graves heridas de su relación matrimonial. Su esposo sigue vivo, pero para ellos está como enterrado en un sepulcro que se mantiene medio abierto con la esperanza, ya casi perdida, de que algún día resucite su amor.
Si estás en esta situación, vive este Evangelio. Hoy se oye una voz, de un ángel enviado por Dios, que te dice: ¿A quién buscas? Y respondes: Se han llevado a aquella persona de la que me enamoré: Que me seducía, tenía detalles conmigo, yo era el centro de su vida, me contaba sus cosas… se lo ha llevado el pecado: sus negocios, sus egoísmos, la rutina, sus tentaciones… y no sé dónde lo han puesto.
Entonces oyes otra voz: ¿Por qué lloras? Te das la vuelta y no ves a nadie, pero ahí, de pie junto a ti, está el mismísimo Señor. No lo reconoces, pero está. Nunca se ha apartado de tu lado.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Esposo o esposa: Quizás mi esposo no ha sabido ser fiel a nuestro matrimonio, y se ha alejado de aquella promesa de “te quiero a ti y me entrego a ti…”. Pero yo, pienso seguir manteniendo esa alianza matrimonial con él y contigo, Señor. Porque en esa promesa, no sólo estábamos nosotros, también estabas Tú, implicado hasta lo más hondo, hasta llegar a la Cruz. Y Tú mereces todo el sufrimiento de mi vida. ¿Qué es mi vida comparada con la Tuya?
El Señor: A ti, que vives esta situación, te hablo admirado por tu fe; a ti ¡Valiente! ¡Enamorado de mí! Que has decidido entregarte aunque no te veas compensado por tu esposo, te digo hoy: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro” para interceder por ti. Él puede hacer el milagro de hacerte feliz en tu situación, porque le has sido fiel y nunca romperás aquella promesa que hiciste ante el altar. Y cuando sufras, Yo te daré consuelo.

Madre,

No hay alma que se resista ante el verdadero amor. Santa María Magdalena es un testimonio de esto. Ante una búsqueda como la de María Magdalena Dios no se puede resistir, y nuestro esposo… quizás tampoco. ¡Gloria a Dios!