EVANGELIO
No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:
“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».
Palabra del Señor.
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Hombre hambre.
El hombre es hambre. Es hambre porque está inacabado. Tiene que desarrollarse humana y espiritualmente durante toda la vida. El matrimonio es una relación hambrienta, porque siempre está inacabado en esa misión de construir una relación de comunión. Y somos hambre en última instancia, porque hemos sido creado para ser saciados por Dios. Estamos permanentemente insatisfechos y lo seguiremos estando. Como decía San Agustín: «Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en ti».
Mi respuesta ante ese “hambre” con la que viviré toda mi vida, puede ser: 1. Embotar el corazón, es decir, llenar mi vida constantemente de cosas que me mantengan distraído para que no me dé tiempo a darme cuenta de que tengo hambre (O sea, perder el tiempo). 2. Otra actitud puede ser la de quejarme, y que todo me parezca mal, como habla Jesús hoy en el Evangelio. 3. Por último, ir poco a poco satisfaciendo ese hambre a base de ir construyéndome como persona, construyendo mi relación con Dios, y construyendo mi relación de comunión en mi matrimonio. Es decir, entrar en un camino que me va saciando poco a poco hasta llegar a la plenitud.
Nunca llegaré a estar satisfecho del todo, pero eso es bueno, porque así, seguiré deseando luchar por alcanzar la gracia de la Caridad Conyugal, aquello para lo que Dios me ha creado.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Teresa: Descubrimos el tesoro del matrimonio, y empezamos a trabajar y poner en práctica lo que íbamos aprendiendo, y acudimos a los sacramentos con frecuencia para recibir la gracia, y rezamos juntos. Sin embargo, seguimos notando cierta insatisfacción. A veces esta sensación produce desesperanza, y nos preguntamos si servirá para algo todo lo que estamos haciendo.
Matrimonio Tutor: Queridos esposos, el amor conyugal es un proyecto en el que hay que seguir creciendo toda la vida. Eso es bueno, porque así se puede saborear el camino y estaremos ilusionados hasta el final de nuestros días. Siempre podremos crecer más. También es bueno porque así no dejamos de luchar, siempre con la esperanza de que vendrá algo mejor, que el mejor vino llegará al final. Por tanto, nada de desesperanza. Al contrario, el Señor tiene mucho más que darnos, y tenemos que alcanzarlo. Ya veréis. ¡Os esperan grandes sorpresas!
Madre,
Tengo que aprender a gestionar mis insatisfacciones. Todo al final se basa en la esperanza. Estoy tranquilo porque sé que algún día, las promesas de Dios se harán realidad. Mientras me toca luchar para aprovechar mi vida como Dios quiere. Alabado sea el Señor.