Archivo por meses: septiembre 2021

Me ena-mora y mora. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 43-49

EVANGELIO

¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa del corazón lo habla la boca.
¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?
Todo el que se viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

Palabra del Señor.

 

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Me ena-mora y mora.

Mi existencia tiene dos pilares sobre los que tengo que construir toda mi vida. Uno es reconocer cuánto me ama el Señor. No perder nunca de vista esto, porque va a ser un sustento fundamental para mí en todas las circunstancias. El segundo pilar es la confianza en mi vocación. El Señor está en mi matrimonio y Él lo va a construir, y va a hacer algo hermoso en nosotros a pesar de las dificultades y de nuestros pecados. Sólo tengo que dejarle hacer. Por tanto, este es el otro pilar que no puedo perder de vista, que Él lleva adelante mi vocación y por tanto, no puede fallar, si no le pongo impedimentos.
Estos dos pilares sustentan todo lo demás, y todo lo que haga tiene que estar apoyado en ellos. Así cumpliré lo que el Señor me manda y Él mora en mí y yo en Él. Porque Él mora en quién de su esposo se ena-mora.

Comentario para Matrimonios:

Pedro: Señor, me encanta mi misión de esposo y padre. No puedo quejarme en absoluto porque me has dado la fe, me has dado esta esposa maravillosa y una familia increíble. No dejes que nada me aleje de ti ni de mi familia. Tú eres mi mayor tesoro y ellos Tu mayor don, del que no soy digno. Me encanta mi vocación.
Alicia (esposa de Pedro): Señor, te contemplo en Tu pasión cada día, y cada vez me asombro más de lo que me amas. Te contemplo hecho niño, bebé, y me deshago mirándote. ¿Cómo es posible que te hayas hecho niño por mí? ¿Por mi esposo? ¿Por mis hijos? … Por eso confío en mi esposo, aunque me falle alguna vez, porque sé que Tú estás detrás de todo esto, y hay tanto amor en ti, que es imparable. ¿Qué son nuestros pecados al lado de Tu amor? Tú siempre puedes más.

Madre,

Qué grande es la misericordia de Dios, qué grande Su generosidad. ¡Alabado sea Dios! Y bendito sea Su Santo Nombre. Amén.

Custodiar la pureza. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 39-42

EVANGELIO

¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como un maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Hermano, déjame que te saque la mota del ojo», sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

Palabra del Señor.

 

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Custodiar la pureza.

Ciego, así es como estoy cuando salgo del estado de pureza del corazón y acojo la impureza que sale de él. Es como una oscuridad que me envuelve y me transforma. Un mal pensamiento lleva a otro, y éste a otro y éste a un acto pecaminoso… Es la cadena del mal que me arrastra y me lleva “a donde no quiero”.
En un vídeo de las recientes inundaciones de Toledo, se ve cómo en un chalet, comienza a entrar agua por el hueco entre la puerta y el murete. De repente, cae el murete y entra el agua a lo bestia arrasando todo lo que se encuentra por delante e inundando la casa en un santiamén. Así es el mal, en cuanto dejo que entre, se instala la viga en mi ojo, todo lo veo oscuro y acaba arrasando con mucho más de lo que yo esperaba. Luego toca limpiar el fango…
Así que, mantengamos nuestra mirada limpia, para ver con claridad y así además, poder ayudar a otros. El estado de gracia es maravilloso. Todo se ve hermoso, hay alegría, hay paz, paciencia… y todos los frutos del Espíritu Santo. Me esforzaré por custodiar ese estado de pureza en mi corazón.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Julia: Jaime, cuántas veces te corrijo por el orgullo de que es la tercera o cuarta vez que te lo digo y no me has hecho caso. Cuántas veces por la vanidad de creer que yo lo haría mejor. Cuántas veces te corrijo por el egoísmo de que algo de ti me molesta y quiero que desaparezca para mi comodidad, en lugar de esforzarme por comprenderte, por ayudarte y animarte a ser más santo.
Jaime: Gracias, Julia. Me admira la humildad de tus palabras. Sólo escucharte me hace confiar más en ti, a pesar de que lo que me estás diciendo no es bueno. Pero al ver que Dios te ilumina sobre tus pecados, te siento más capacitada para ayudarme a ver los míos. Es curioso que, mientras me presentas lo peor de ti, crece en mí la confianza hacia ti.

Madre,

Cuánto te debe hacer sufrir nuestra soberbia. Madre querida, por tu misericordia, despeja nuestra mirada pecadora lo suficiente para que podamos ver nuestra verdad y actuar en consecuencia. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

Amor rebosante. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 27-38

EVANGELIO

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Palabra del Señor.

 

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Amor rebosante.

Esta manera de amar, es harto difícil. Yo diría imposible. Responder con amor cuando alguien que me roba, se provecha de mí, habla mal de mí atribuyéndome cosas que no he hecho, y en definitiva, en los momentos en que siente odio hacia mí, es imposible. El problema viene cuando Jesús dice, que si no le amo en esas situaciones, no estoy amando. ¡Tela marinera! Entonces, como decían los discípulos en otra ocasión, ¿quién puede salvarse?
Actuar con misericordia como nuestro Padre celestial, sólo podemos hacerlo con Su gracia. Pero Él se compromete a dárnosla, puesto que nos pide que seamos misericordiosos. ¿Cómo serlo? El misericordioso no mira el mal que se le causa, ni siquiera mira el mal en el otro. No mira de arriba abajo. Es capaz de extraer el valor que hay en el otro y fijarse en eso para recuperar su dignidad. Si dejamos de mirar lo malo que hay en el esposo y nos fijamos en el valor que tiene para Dios y en que Dios quiere tenderle una mano como el padre del Hijo Pródigo, entonces actuamos como el Señor nos pide a los cristianos.
Es entonces cuando el Señor verterá una medida generosa, colmada, remecida, rebosante en nuestro amor de esposos. Es entonces cuando descubriré la pasada que es vivir la caridad conyugal.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Laura: Estoy muy sorprendida. Hace unas semanas que tienes una paz envidiable. Te critico y no me agredes, te exijo y no te quejas, gasto más de lo que debería y no dices nada. En cambio, estás más preocupado de mí que nunca, pendiente de mí, mucho más servicial… Me tienes desconcertada ¿Qué estás haciendo para conseguirlo?
Jaime: Laura, llevo mucho tiempo juzgándote y condenándote. Por eso recibías represalias frente a tus desórdenes y agresiones. Pero he aprendido que eso no es amar, y yo quiero amarte de verdad. Es que no había paz en mí, porque no estaba haciendo aquello para lo que había sido creado. Para ser custodio del amor verdadero, como dice San Juan Pablo. Así que, lo que hago es no mirar si me amas o me odias. Cada vez que me entra esa tentación, miro al Señor para caer en la cuenta de cuánto me ha amado, y le respondo amándote a ti, que es lo que Él me pide.
Laura: Jo, qué pasada. Lo estoy notando muchísimo. Yo quiero intentarlo también. ¿Me ayudas?
Jaime: Vale. Nos ayudamos mutuamente.
(Lo que creció este matrimonio, no se puede explicar con palabras).

Madre,

Cuesta renunciar a mirar las agresiones de mi esposo/a, pero mucho más cuesta después arreglar lo que hemos roto por no habernos amado. Alabado sea el Señor que nos ha amado tanto, que no merece otra respuesta más que nuestro amor y nuestra unidad. Amén.

Menudo don… Comentario para Matrimonios: Mateo 1,1-16.18-23

EVANGELIO

La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 1, 1-16.18-23

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

Palabra del Señor.

 

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Menudo don…

Hoy celebramos la Natividad de la Santísima Virgen. Una fiesta muy especial para todos los que estamos consagrados a Ella, así que, cantamos alegres el Salmo: “Desbordo de gozo con el Señor”.
¡Menudo don! Para los padres de María, para Jesús, para cada uno de nosotros, para toda la Iglesia… Qué hermoso don el de la paternidad y maternidad. Cada vez que contemplamos un nuevo nacimiento, contemplamos un milagro. Dios nos hace partícipes de su obra creadora, y nos permite administrar Su paternidad durante unos años. Qué don tan inmenso para un matrimonio. ¿Y qué designio tendrá Dios para ese niño? Seguro que los padres de María no eran conscientes de ante quién estaban cuando recibieron el don de Ntra. Madre. Es curioso, pero San Joaquín y Sta. Ana tenían en sus brazos a la que sería su Madre para toda la eternidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Antonio: Ana, hace tiempo que parece que me rehúyes. ¿Te pasa algo conmigo?
Ana: No Antonio, te confieso que me cuesta ahora mismo plantearme un nuevo embarazo. Estoy muy cansada… Creo que no podría con otro más. Pero al mismo tiempo, sé que el miedo no es de Dios, que debo confiar en Él. Y un hijo es siempre una bendición absoluta. Ayúdame a superar esta dificultad que estoy pasando.
Antonio: Te comprendo, Ana. Comprendo que somos limitados y nos supera la vocación a la que hemos sido llamados. Pero si Dios quiere ¿Qué mayor bendición hay que tener otro hijo? Es maravilloso que Dios nos permita participar en la venida de un hijo suyo al mundo. Y Dios siempre premia la generosidad de los esposos que siguen su voluntad. Además, luego se nos cae la baba…
Ana: Está claro. Me estoy mirando y no confío en Dios, y eso no me lleva a nada bueno. Muchas gracias, Antonio. Te amo.
(Y tuvieron otro hijo, y Dios hizo grandes cosas a través de él).

Madre,

En ti confiamos. En el Señor confiamos. En nuestro esposo confiamos. En nuestro matrimonio confiamos. Que hagamos siempre la voluntad de Dios, en todos nuestros pensamientos, en todas nuestras acciones. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

No hubo casting. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 12-19

EVANGELIO

Pasó la noche orando. Escogió a doce, a los que también nombró apóstoles.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en un llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Palabra del Señor.

 

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No hubo casting.

La elección de los apóstoles no es fruto de un casting, ni de unas pruebas de acceso, ni elige a los que mejor le caen, ni siquiera a los que parecían más fieles. Cristo toma la decisión después de una noche de oración con el Padre. La decisión es fruto de una decisión conjunta entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Jesús lo habla con Ellos en la intimidad de la oración y se apoya en la voluntad Divina.
Después cuenta el evangelista cómo salía de Él una fuerza que los curaba a todos.
Los esposos, también debemos llevar una vida de oración, que es mucho más que rezar un ratito todos los días, y poner todas las decisiones importantes en manos de Dios. De ese tiempo de relación íntima entre nosotros y con Dios, saldrán nuestras decisiones, y saldrá la fuerza que sanará a nuestro alrededor. Puede que nuestros hijos estén rodeados de un ambiente insano, pero reciben nuestra fuerza, los envolvemos también en ese ambiente de oración y quedarán sanos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: María, se va acercando la hora de la oración en familia y todavía me queda cortar esta cebolla. ¿Me echas una mano?
María: ¡Sí, claro!
Pedro: (Al cabo de un rato, dando una voz por la casa, medio canturreando) Niños, oración familiaaaar.
Pedrito: Jooo! ¿Ahora justo? ¡Qué rollo¡
Pedro: Venga, venga, que el Señor nos está esperando.
Teresita: (Resopla) Voooooy…
Pedro: Mira, Paula ya ha llegado, antes que vosotros. Paula la primera.
María: (Por las quejas de los niños, andaba escondiendo su dolor en el amor. Sonríe y dice) ¡Muy bien! Paula la primera. Qué contento estará el Señor… Venga niños, acercaos a nosotros, aquí alrededor. Vamos a hablar con el Padre que nos ama y quiere lo mejor para nosotros.
(Y así, rezaban todos los días. Al acabar la oración familiar, Pedro y María se quedaban un buen rato hablando juntos con el Señor. De ellos salía una fuerza especial, que sanaba y liberaba a sus hijos de la acción del Demonio).
(Un tiempo más tarde, a la misma hora)
Pedro: Niños, oración familiaaaar
Pedrito: Voy Papá.
Teresita: (Sale corriendo) Hoy llego yo ¡la primera!
María: Muy bien, hija. ¡Qué alegría!
(Y así crecieron juntos, año tras año, en un ambiente de oración, de alabanza y de acción de gracias a Dios).

María,

Qué importante es la oración para llenarnos del amor de Dios, para dejarnos guiar por Él realmente. Él nos da la fuerza, una fuerza que emana de Él y va a nuestro esposo, nuestros hijos y otras personas de nuestro entorno. No podemos prescindir de nuestra intimidad con Él. Es nuestro alimento, lo es todo. Alabado sea el Señor.