
Ser un buen esposo, como San José, y custodiar nuestro amor es tratar a mi esposa con delicadeza, proteger su feminidad y dar importancia a sus cosas.

Ser un buen esposo, como San José, y custodiar nuestro amor es tratar a mi esposa con delicadeza, proteger su feminidad y dar importancia a sus cosas.

La misericordia es el ingrediente fundamental que transforma mi manera de amar a mi esposo/a en la manera de amar de Dios.

En nuestra oración conyugal, por un momento, Dios nos saca de las dificultades de la vida para mostrarnos Su gloria.

Lo que nos distingue como esposos cristianos, es que amamos cuando nuestro/a esposo/a no nos ama, en esa situación que me parece injusta.

El desprecio es consecuencia del orgullo. El esposo que ama no intenta matar la dignidad del amado con insultos. Intenta recuperarlo de sus debilidades con amor.